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UN PAIS EN SERIO

¿Nos hacemos unas encuestillas?

Los sondeos son el mejor remedio contra el aburrimiento preelectoral. Pero hay veda, para gauchos y veganos.

Voto-elecciones
El actual gobierno está llevando adelante un esquema que tiene como pilares al sector financiero, la soja, la minería y los salarios bajos, y que deja en la banquina a 20 millones de argentinas y argentinos. | CEDOC

¿Quién gana? –le pregunto a Carla, mi asesora de imagen, que está sentada en un sillón de mi oficina, mirando encuestas en su celular.

¡Qué sé yo! –responde Carla, algo enojada, pero sin sacar la vista de la pantalla ni prestarme demasiada atención.

—¿Pero vos no estás mirando las encuestas? –insisto.

—Sí, estoy mirando las encuestas –se queja Carla, que sigue molesta–. Pero viste cómo son las encuestas. Es como si me preguntaras cómo te va a ir en la vida esta semana porque me ves leyendo un horóscopo.

—No entiendo cómo es que ningún encuestador se hace cargo de las barbaridades que dice…

—Claro, porque los encuestadores se mueven en un mundo donde todo es seriedad y ellos son los únicos que cambian de opinión sin rendir cuentas a nadie, ¿no? ¡Por favor, esto es política! Acá cualquiera dice cualquier cosa todo el tiempo, sin tener que rendir cuentas de nada. ¿Por qué los encuestadores habrían de ser la excepción?

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—¿Entonces por qué les damos tanta bola a las encuestas?

—Un poco porque siempre hay que operar políticamente para incidir en la opinión pública, eso está claro –responde Carla–. Pero un poco también por aburrimiento.

¿Aburrimiento? –pregunto, sorprendido–. No entiendo.

—Claro. ¿Vos te imaginás lo aburridas que serían las previas de las elecciones si no tuviéramos encuestas para analizar y mandar fruta?

—No es muy serio lo que estás diciendo…

—¿En qué quedamos? –se queja Carla–. ¿Vos querés hablar de seriedad o de política?

—De política.

—Bueno, entonces tenés que reconocer que, más allá de lo disparatado que puedan ser los números, las encuestas nos dan lo más parecido a un dato cuando no hay un solo dato.

—Claro, el momento de la espera, que es el peor de todos.

—La gente quiere números –insiste Carla—. Y el problema es que los números solo están cuando se abren las urnas. Antes, lo único que tenemos son encuestas.

Las encuestas nos dan lo más parecido a un dato cuando no hay un solo dato

 

—Es cierto, el momento de la espera es el peor de todos –reconozco–. Ahora que lo único que falta es esperar, no tengo claro sobre qué escribir.

—Me hace acordar a la escena de las películas de Torrente, la saga del policía corrupto español, creada por Santiago Segura. Esa escena que se repite en todas las películas, cuando tienen que esperar en un auto y José Luis Torrente le pregunta a su acompañante: “¿Nos hacemos unas pajillas?”.

—En este caso sería un “¿Nos hacemos unas encuestillas?” –agrego.

—No, ni siquiera –dice Carla–. Demasiado tarde para encuestas. Mañana son las elecciones. No hay tiempo para encuestas, ni para grietas, ni para fake news. Ni siquiera para que Macri o Cristina pidan perdón por alguna cosa con ese “sorry” que los une más allá de cualquier grieta.

El problema es que la grieta se está poniendo cada vez más rara –digo–. Últimamente, la que más me llamó la atención fue la que se abrió entre gauchos y veganos. Algunos quieren volver al pasado, otros proponen no volver al pasado, pero parece que, más que el pasado, el problema es el asado –agrego.

—Veo mucho nervio…

—Y se sabe que la carne con mucho nervio es muy dura –digo.

—¿Entonces el problema es la carne? –pregunto.

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—No, el problema es la Sociedad Rural y nadie en esta grieta habla de ese tema.

—¿Cómo es eso? –pregunto.

—La Sociedad Rural bancó a la dictadura, chifló a Alfonsín, esconde el trabajo en negro, avala el trabajo infantil y fomenta el monocultivo sojero, las semillas transgénicas y las fumigaciones con agrotóxicos –enumera Carla–. Pero según los gauchos, el único problema son los veganos. Y según los veganos, el único problema es que coman carne.

—¿Vos decís que es una grieta un poco berreta?

—Yo digo que es una grieta con capacidades de antinomia diferentes –responde Carla–. Donde te hacen creer que se trata de cuestiones de vida o muerte, cuando no son más que temas anecdóticos.

—¿Y en las elecciones no estará pasando algo más o menos parecido? –pregunto.

—Vos fijate, pero te noto muy lúcido y estás llegando a conclusiones reveladoras –concluye Carla–. Ya estás listo para escribir una columna política con un análisis profundo y esclarecedor. Una columna digna de publicarse justo un día antes de estas PASO que tienen en vilo a tanta gente. Sobre todo a tanta gente que busca un cargo.