Noah Mamet está exultante. A punto de hospedar a Barack Obama, el embajador asegura que la relación con Argentina es “brillante”. Anticipa un viaje que deparará acuerdos comerciales, asistencia en la lucha contra el narcotráfico, cooperación tecnológica y científica, y mejoras en el trámite de visado. Mamet compara el triunfo de Mauricio Macri con la obamamanía que revolucionó a los Estados Unidos. Sólo buenas noticias se escuchaban el viernes en la reunión con periodistas del Grupo de Comunicación de Política Exterior del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Hasta que llegó la sombra del 24 de marzo.
—¿Obama dirá algo sobre la responsabilidad de Estados Unidos en el golpe militar argentino?
—Seguramente hará alguna mención al tema. Y el 24 presentará sus respetos por el aniversario. Puede resultar uno de los aspectos más interesantes de su viaje.
Mamet no quiso, o no pudo, ir más allá. ¿Obama realizará una autocrítica por el apoyo de Estados Unidos al golpe de 1976?
La agenda de derechos humanos parece ser el “issue” más ríspido para los diplomáticos norteamericanos en Buenos Aires. Los voceros de la embajada no quisieron, o no pudieron, confirmar qué actividades tendrá Obama en el Parque de la Memoria, cómo será el encuentro con las Abuelas de Plaza de Mayo, ni por qué se vio obligado a viajar a Bariloche con el inocultable objetivo de evitar protestas callejeras el 24 de marzo.
Quizá por esa razón, la Casa Blanca decidió apurar una nueva desclasificación de archivos reservados de la CIA y el Pentágono durante los años de la dictadura argentina. “No creo que haya grandes revelaciones, pero allí puede haber información novedosa que permita conocer mejor los canales y formas del respaldo de EE.UU. a la dictadura y para entender la colaboración estrictamente militar que permita precisar esa noción de ‘apoyo’ al golpe”, explicó Marina Franco, investigadora del Conicet sobre la dictadura militar.
En su autobiografía La audacia de la esperanza, Obama confesó que durante su juventud en Indonesia coincidió con los que protestaban “contra el imperialismo americano” y que cuando regresó a EE.UU. estuvo en contra del apoyo de la Casa Blanca a gobiernos autoritarios durante la Guerra Fría. El destino quiso que estuviera en la Argentina para el 40º aniversario del sangriento golpe que triunfó gracias al auspicio de su propio país.