Las ceremonias sociales y fúnebres arraigan fuertemente en nuestras vidas y nos hacen sentir que sin ellas no somos nada, que hemos perdido casi todo; entonces, aparecen los remordimientos. ¿Es tarea de los gobiernos en el contexto de la pandemia enfrentar esto o tarea interna nuestra?
Somos seres simbólicos, como decía Ernst Cassirer, desde los orígenes. Las actitudes de reverencia y normas hacia los procesos naturales como el Sol, la Luna, las montañas hasta los modernos ceremoniales de hoy día, controlan nuestros actos y vidas. ¿Cuáles son los ceremoniales actuales? Hay variaciones dependiendo de cada país o región. Por ejemplo, en Argentina los ceremoniales tienen mucho que ver con la alimentación y la muerte. Los desayunos o tés en confiterías con colegas o amigos o parientes, almuerzos y reuniones en restaurantes, salidas al cine o teatro y luego tragos o cenas son los más comunes, generalizados y adoptados como parte esencial de nuestra vida. Estoy dejando de lado la importancia de las compras que, además de responder a una necesidad, constituyen un comportamiento de satisfacción y descarga emocional. Muchos van de compras cuando están deprimidos. Agreguemos a estas ceremonias las salidas de los fines de semanas y feriados para respirar aire limpio, y dejar el estrés en otros sitios lejos del hogar y también continuar con la ceremonia de los asados de sábados y domingos. ¿Qué sucede con la muerte que conlleva muchas ceremonias y que sin ellas nos sentiríamos irremediablemente con profundos remordimientos?
No hay dudas de que seguimos siendo seres tribales, adosados a costumbres y ceremoniales que nos duele arrancar de raíz, como nos está sucediendo ahora en la pandemia. En realidad, yo no siento ese dolor de quitarme las ceremonias, pero siento el de los otros, dado que todos formamos una especie única en todos los sentidos. Y algo positivo es que gracias a nuestra voluntad podríamos cambiar radicalmente esos ceremoniales que se ubican en nuestra más profunda mente y si no estuvieras listo para ello, sufrirías muchísimo.
¿Por qué hay un rechazo tan grande a los protocolos originados desde la pandemia en todo el mundo? Lógicamente es porque estamos arraigados a esas ceremonias, además de que la falta de confianza en los gobiernos está presente en casi todos los sectores sociales.
Tal vez si los gobiernos dieran incentivos, junto con los nuevos protocolos, algo gratificante como ser internet gratis para todos los hogares, un servicio de delivery en todo el país sin cargo, acompañado de una enseñanza de cómo seguir la higienización de todos los productos adquiridos, sin dejar lugar a dudas en relación con el covid-19. También exención de pagos a AFIP por parte de los comercios que deben de cerrar. Aunque en realidad los comercios abiertos, si continúan con la entrega de mercadería en la puerta y no dejan amontonar al público, no correrían tanto peligro de contaminación.
Y muchas cosas más que deberían de instrumentar quienes gobiernan un país, como más personal médico y de la salud, más camas, más respiradores, vacunas libres para todos.
El miedo a la pérdida de las ceremonias que nos hacen sentir vivos se suma a la ausencia de información coherente de los medios de comunicación sobre cómo prevenir el covid-19. Los animales cambian sus costumbres, y quienes tenemos o tuvimos mascotas lo sabemos muy bien. Si nos consideramos seres superiores, podríamos superar cualquier protocolo. Ver a tus seres queridos por cualquiera de los medios de comunicación y decirles cuánto los quieres crea un nuevo rito para quienes vivimos en lugares lejanos.
Finalmente, se trata de seguir atados a ceremonias antiguas o de arriesgar la vida por no respetar protocolos sanitarios. Porque, además, arriesgamos la vida de muchos otros. Ante estas opciones no deberíamos dudar.
*Escritora uruguaya.
Producción: Silvina Márquez