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Pronósticos sombríos

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Señales. La piedra movediza del tipo de cambio probablemente será la primera de las dificultades que tendrá la nueva gestión. | cedoc

Como en el cine, después de la euforia del triunfo, uno de los dos se detendrá a ver caer los copos de nieve por la ventana, un imaginable cuadro sereno e idílico. Mirada efímera, sin embargo: no es lo mismo observar los copitos que salir a la intemperie y enfrentar el tormentón. Quizá mañana mismo ocurra el fenómeno climatológico, aunque sea feriado (¿lo será también el martes por decreto?). El pronóstico sombrío vale para ambos: un debutante en el poder, Javier Milei, o quien transita la misma edad como un veterano, Sergio Massa. Para ambos se termina la paciencia –social, económica, financiera–, el tiempo de espera. Tal vez la primera señal sea la piedra movediza del tipo de cambio, un blue que para algunos puede trepar sin demasiadas paradas a 1.500. Nadie se va a sorprender, lástima que además de competir los candidatos no hayan convenido en un celular rojo para que el día después se sospeche tan improvisado e inquietante.

Para cualquiera de los dos, el gobierno que nazca esta noche será diferente al que se despide el 10 de diciembre: uno, por la promesa de cambio confesada por Massa, quien dice no reconocerse en los Fernández, a pesar de que es el principal okupa de la Administración; y el otro, Milei, por ser un virgen entre todas las vestales en esa materia. Importa, para la nerviosa intriga de la población, el discurso del ganador de esta noche, sobre todo porque ciertas frases pueden determinar la actitud de los mercados. Si el mensaje resulta poco claro, seguirá faltando mercadería en los supermercados, persistirá la tendencia alcista en los productos o la incontenible voracidad del dólar. Sería deseable que, en el caso de imponerse Milei, si es que tiene conformado su equipo económico, se reúna con la actual autoridad para armonizar la transición, y si vence Massa, no vendría mal que anticipe el nombre de su sucesor en el Palacio de Hacienda: validarlo como presidente no garantiza que alguien lo sostenga como titular de Economía. Ni él mismo. Aun así, tanto una alocución procedente del nuevo elegido como un pacto de conveniencia entre los competidores suponen que se disipen los tornados distinguidos a escasos metros de la superficie.

Cualquiera sea el ganador, el próximo gobierno será diferente del que se va

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Así como el equipo importado de Massa formateará su mensaje en relación con la pieza inaugural de Lula, más urgente a sus necesidades es duplicar la conducción económica: designar a quien lo suceda, calme expectativas, negocie con acreedores, viaje al exterior. Ahora se habla más de Horacio Rodríguez Larreta (que incluiría hombres de otro fuste a su alrededor) que de un Carlos Melconian amparado en los empresarios que solventaron el Plan Mediterránea. Algún día se revisará la contribución a ese proyecto, no fueron cinco pymes cordobesas. También requiere velocidad el anuncio de Milei en ese sentido para saber la naturaleza de lo que acordó con Mauricio Macri y Patricia Bullrich cuando ambos emitieron un comunicado al respecto que no conviene olvidar y que el peso de una victoria tampoco habrá de superar. Por personajes y temas.

El expresidente quizá cierre los ojos ante la designación de Federico Sturzenegger, al que no recomendaría, pero tampoco es capaz de bloquear. Le encanta ahora Luciano Laspina y hasta le sugirió a Milei que se entreviste con Luis “Toto” Caputo, aquel que por sacarles plata a las piedras lo confundieron con un héroe nacional: buen diálogo, ninguna conclusión. Sturzenegger sigue entusiasmando a Milei, les encanta conversar  de teoría monetaria como al resto de la sociedad hablar de fútbol. Algunos de sus excolaboradores como Demian Reidel regresaron sin fecha al país, Flores Piran mantiene su buena relación con un FMI que amenaza dureza ya que “no desea volver a ser cómplice de la Argentina”. Si bien en el organismo se discute sobre el añejo respaldo a Macri, más se debate con la asistencia a Massa: hoy no es santo de la devoción de los miembros del board. Milei, en cambio, atrae más siempre que no invoque la dolarización.

Habrá festejos esta noche sin que se conozca la profundidad de la hipoteca a recibir

Pero este punto, como el cierre del Banco Central, no suele enlazarse con los anuncios de Milei. En el FMI irrita ese anuncio, lo cual no encaja con la nominación de Emilio Ocampo para el BCRA, quien justamente enarbola esas dos promesas. El aspirante libertario tropieza con esta situación, su objetivo quizá requiera etapas. Sturzenegger, quien no parecía coincidir con ambas iniciativas, ahora se revela más contemplativo: se plegó en un paper a una ristra de expertos que estiman “constitucional” la dolarización en contra de la opinión del titular de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, y tal vez  del propio cuerpo. Sería bueno saber si se puede consagrar esa idea por ley (en apariencia imposible por falta de número) y si es eficaz para atravesar la crisis argentina (tampoco reúne número entre los economistas profesionales). Queda entonces un litigio técnico con dos personas de cierta inflexibilidad, Sturzenegger y Ocampo, en más de un caso respetados pero obtusos.

Festejos para uno esta noche sin que conozca la profundidad de la hipoteca a recibir, vulgarmente expresado por Perón cuando dijo: “Veamos lo que se hace cuando se abra el paquete”. O puede celebrar el otro que conoce el inarreglable paquete. Pero la simulación se acaba, con más vértigo de lo que piensan los protagonistas.