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Qué representa el traspié de Javier Milei

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Por primera vez, las encuestas muestran una importante caída en la imagen positiva de Javier Milei. | Pablo Temes

Cass Sunstein es un abogado estadounidense, especializado en derecho constitucional y economía conductual. Docente de la Universidad de Harvard y de la Universidad de Chicago, se destacó por la publicación de “Yendo a los extremos. Cómo podemos unir o dividir con nuestras mentes”, un inteligente ensayo publicado hace algunos años pero que permitió anticipar el clima de época reinante en estas horas: la polarización extrema.

A partir de un estudio empírico, este cientista social que integra la Academia Estadounidense de las Artes y de las Ciencias comprobó que existen personas que pueden manifestar una opinión moderada sobre un determinado tema, pero que luego de una fuerte discusión reforzarán esa posición con una mayor virulencia.

El autor sostuvo que esta tendencia a inclinarse hacia los extremos ayudaba a explicar en Estados Unidos el odio hacia el mundo musulmán, la invasión a Irak, la negación del calentamiento global y también otros diversos temas de agenda política sensibles, como la portación de armas o el rechazo a la inmigración.

Sin embargo, este intelectual que fue asesor del presidente Barack Obama, también advertía que el verdadero problema no residía en la manifestación de posturas exageradas, ya que es posible encontrar matices dentro de ese comportamiento social, sino en dilucidar cómo se habían construidos esas valoraciones para tratar de comprender por qué terminan convirtiéndose en planteos que se tornan categóricos e irreconciliables.

Así se podría distinguir un “extremismo justificable”. Es el que se fundamenta en la observación planteada en base a la información obtenida y el consecuente proceso de análisis elaborado a partir de la deducción lógica. Tal sería el caso, por ejemplo, de los activistas que militan por los derechos civiles, los que condenan al racismo o denuncian la violencia de género.

Pero también podría aparecer el “extremismo injustificado”. Es propio de aquellos que sufren de una “epistemología lisiada”, en términos de Sunstein, porque aunque no presentan un gran caudal de información sobre los temas que debaten, o sus puntos de vista están apoyados en datos distorsionados o fuentes que no son válidas, o son dueños de argumentos que se sostienen en base a fake news, eso no impide, no obstante, que puedan asumir posiciones intolerantes.

Javier Milei puede haber sido presa de esta “diversidad de segundo orden”

La solución para este tipo de “grupos extremistas”, advierte Sunstein, es contraponerlos a una “diversidad de segundo orden”, en la que los sectores altamente polarizados discutirán abiertamente en la esfera pública para favorecer a un intercambio de ideas y, de esa manera, permitir que la deliberación termine desenmascarando los prejuicios.

Javier Milei puede haber sido presa de esta “diversidad de segundo orden”. Es que en pocas semanas, la estrella libertaria que venía creciendo exponencialmente en todas las encuestas argentinas parece haber alcanzado su pico y empezó a descender en la apreciación del humor social argentino.

Por lo menos, eso es lo que se desprende del sorprendente trabajo que Zuban Córdoba ha difundido esta semana, donde se revela un aumento de diez puntos en la imagen negativa del líder de La Libertad Avanza. Y todo eso en menos de un mes.

La imagen positiva de Milei, que era del 47,3% en marzo, alcanzó el 47,7% en abril y cayó al 41,1% en mayo. Mientras que la imagen negativa pasó del 41,1% en marzo, al 40,3% en abril, para trepar hasta el 51,4% en mayo. Es un punto de inflexión que puede, claro está, revertirse, pero que enciende las alarmas en el tablero de control del autoproclamado luchador contra “la casta”.

“El derrotero discursivo en el que el dirigente entró en las últimas semanas, importando al debate público argentino issues que tienen poca o nula pregnancia, como la discusión sobre la portación de armas o la venta de órganos, probablemente expliquen su pobre performance de este mes –se explica en el estudio de Zuban Córdoba–. Eso, y el natural desgaste que cualquier figura sufre al someterse a procesos de sobreexposición. En Argentina, tener el centro del ring es a la vez una bendición y una maldición. Lo dijimos en nuestro informe anterior: su fortaleza es también su debilidad”.

La imagen negativa pasó del 41,1% en marzo al 51,4% en mayo.

Es posible dar cuenta del inicio del traspié de Milei hacia fines de mayo, cuando se refirió al uso de armas de fuego por parte de civiles en la Argentina. “Estoy a favor de la libre portación de armas, definitivamente”, aseguró el legislador un día después del tiroteo en una escuela de Texas que dejó a una veintena de muertos y sacudió al mundo.

En declaraciones al programa Verdad Consecuencia (TN) el anarcocapitalista justificó su postura: “Como seguidor de Gary Becker y adherente  a su teoría y a la evidencia empírica, cuando a una actividad le bajás el costo y aumenta el beneficio, esa actividad se expande. Cuando prohibís el uso de armas, los delincuentes por más que se lo prohíban la usan igual. Aumentan los beneficios esperados y hay más delincuencia”.

Más tarde, el periplo negativo mileiano se profundizó hace tan solo un par de semanas en los estudios de Periodismo Puro (Net TV), cuando Jorge Fontevecchia invitó al economista a debatir junto con Juan Grabois. “Una persona podría vender un brazo si así lo quiere, porque es libre de hacer lo que quiera con su cuerpo”, sostuvo el libertario y luego profundizó en otros medios su postura a favor de lo que denominó como la “liberalización del mercado de venta de órganos.

En pocas horas, la polémica escaló y hasta el propio Incucai se vio obligado a fijar una postura al respecto: “La donación de órganos garantiza la equidad en el acceso al trasplante para toda persona que lo necesite, independientemente de su condición social o económica”.

En agosto del año pasado, cuando se inició la campaña para las elecciones legislativas que catapultaron a Milei como la sorpresa electoral argentina, en este espacio se hizo hincapié en la idea de problematizar la figura del político que venía a cuestionar el status quo. En la columna titulada “La banalización de Milei” se señalaba que el candidato había sido invitado entonces a varios ciclos de radio y televisión porque generaba rating y audiencia segura para una industria sedienta de espectadores, pero que el tratamiento periodístico era liviano con el invitado y no se complejizaba su discurso cuando se encendía la luz de la cámara.

En ese temprano momento de repentino fulgor de la estrella de Milei, que recién comenzaba a brillar, ya se advertía que era indispensable interpelar al fenómeno que representaba el político outsider con preguntas (y repreguntas) que ayuden a poner en real dimensión cada una de sus propuestas y así permitir que los votantes pudieran elegir con información y responsabilidad. Es que de eso se trata la democracia. La banalización, en cambio, puede ser muy peligrosa.

El 54,2% asegura que no lo votará, pero un 40,3% declara que puede votarlo

Entonces, Milei tenía una intención de voto del orden del 10%. Ahora, en cambio, la misma encuesta de Zurban Córdoba advierte que, a pesar del mal paso, el diputado sigue siendo una figura muy potente en el mapa político: aunque el 54,2% asegura que no lo votará, un 40,3% declara que puede votarlo.

Es cierto que falta mucho aún para la elección presidencial de 2023 y solo Milei sabe cómo puede desarrollar su campaña en el tiempo restante. Pero semejante panorama amerita recordar el legado político del genial Juan José Linz.

En La quiebra de la democracia el célebre politólogo español que denunció los crímenes del franquismo advirtió que el mayor desafío que enfrentan los regímenes democráticos es tratar, a toda costa, de impedir la abdicación de los moderados. Porque, si eso ocurre, solo triunfan los extremos.