En lo que hasta ahora parece ser el momento de mayor tensión de la pandemia sanitaria y socioeconómica, una parte clave de la política argentina dio numerosas señales de que salió del armario: empezaron a expresar mucho de lo que tenían contenido, reprimido.
Protagonistas iniciáticos de semejante destape no fueron otros que los espejados y últimos imanes electores nacionales. Por diferentes motivos, o no tanto, Cristina Fernández de Kirchner y Mauricio Macri salieron a marcar el territorio de su peso político. Hacia afuera, pero sobre todo hacia adentro de sus propios espacios.
La ex presidenta y actual vice provocó un terremoto inédito en el Frente de Todos con un simple tuit. A solo 48 horas de que Alberto Fernández, el compañero de fórmula que ella eligió para encabezarla, recibiera en el acto simbólico del 9 de Julio en Olivos a representantes de las principales entidades empresariales del país y al jefe de la CGT, CFK elogió y recomendó la lectura de la enésima columna del colega Alfredo Zaiat en Página/12 en la que criticó con dureza al establishment local.
Sectores claves de la política argentina empezaron a expresar mucho de lo que tenían contenido, reprimido
Cerca de Cristina se comenta que su mayor incomodidad frente a la ceremonia formal, a las que ella no suele asistir y que fue seguida de una reunión privada entre el Presidente y sus invitados, es que bajaron del convite a último momento a Hugo Yasky, líder de la CTA y uno de los apóstoles sindicales del kirchnerismo.
Todas y todos interpretaron que el mensaje de CFK fue dirigido a Alberto. Curioso, porque sin foto y días antes había trascendido un almuerzo hasta ahí reservado del hijo Máximo, del protegido Wado de Pedro y del ex lejano Sergio Massa con empresarios mucho más poderosos que los que el Presidente recibió en Olivos. Y en la mesa no había gremialistas.
Una de las que se subieron al carro que tiró Cristina fue Hebe de Bonafini. Con su clásico tono agresivo, atacó al Presidente por el que hizo campaña el año pasado y a los convidados del acto del 9-J.
Alberto F decidió dedicarle tiempo y energía a contestarle a Bonafini en una comunicación privada y en un texto público más contemplativo que lo que marcaba inicialmente el termómetro emocional presidencial.
Puede resultar controvertido que el jefe de Estado use su tiempo en estos momentos para estos menesteres, pero fuentes oficiales argumentan que la destinataria principal de su respuesta no fue Bonafini. Ni Víctor Hugo Morales ante su cuestionamiento por el voto argentino en la ONU en defensa de los derechos humanos en Venezuela.
Amén de los violentos intercambios entre Julio De Vido y Juan Grabois por viejas cuitas (en las que no queda exento Alberto F), no es la primera vez ni será la última que desde el cristinismo se corra por izquierda al Presidente. Sí llamó la atención cómo salieron a bancar en público a AF dirigentes “nativos K”, como los ministros Agustín Rossi y Andrés Cuervo Larroque. Señal de que se trató de mucho más que un simple debate interno.
También Macri decidió salir del armario en el que debió meterse, muy a su pesar, tras la derrota electoral y su salida de la Rosada.
La entrevista pública con el Vargas Llosa descafeinado (mientras se prepara para reportaje a medio acrítico a su figura). El tuit “libres” del 9 de Julio para autocreerse que motorizaba marchas en distintos lugares del país. Y el postre fue la polémica escapada a Asunción, que podría haber evitado por vías tecnológicas.
Al estilo Macri, nada de todo esto parece formar parte de una aguda y profunda estrategia política que no sea mostrar que puede aún incidir en la agenda. No les convendría tenerlo de enemigo, resultaría ser el mensaje elíptico para Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal, quienes marcan hoy el liderazgo dialoguista PRO en la oposición.
Macri, que con un ghostwritter arma un libro sobre sus experiencias de gestión en la Ciudad y la Nación, no solo estaría mirando además los comicios legislativos del año próximo, sino sobre todo las balas judiciales que le pican cada vez más cerca, aunque menos de lo que agitan ciertos medios tan farsescamente agrietados como sus opuestos. Esos abandonaron el closet hace rato.
También parecieron abrir la puerta del placard los Moyano, para regresar a sus viejas prácticas de los bloqueos disciplinadores, o extorsivos, según como se quiera contar, esta vez a Mercado Libre.
Y la novedad es que por primera vez salieron del armario buena parte de quienes integran el comité de infectología que asesora al Gobierno. Tras cuatro meses de cuarentena plástica en el AMBA, ahora respaldan flexibilizar en nombre de las necesidades políticas pese a la multiplicación de infectados y fallecidos y la proximidad de saturación de servicios médicos y laboratorios procesadores de tests.
Nada comparable, de todas maneras, con lo que en los próximos días y semanas saldrá definitivamente de un closet que amenaza adquirir un tamaño nunca visto: el de la peor crisis económica de nuestra historia.