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¿Se rompen las coaliciones?

Frente de Nadie y Desunidos por el Cambio. Hipótesis sobre cómo afectaría el quiebre de una coalición a la otra, después del 14/11 y camino a 2023.
Frente de Nadie y Desunidos por el Cambio. Hipótesis sobre cómo afectaría el quiebre de una coalición a la otra, después del 14/11 y camino a 2023. | Frente de Todos/Pablo Cuarterolo

La química de la política tiene sus particularidades, pero comparte los principios generales de la física. La cohesión es la fuerza que atrae y mantiene unidas a las moléculas de una misma sustancia. La polaridad es fuertemente cohesiva. Por ejemplo: ¿qué pasaría con Juntos por el Cambio si el Frente de Todos implosionara? Ante la eventual desaparición del kirchnerismo como amenaza, ¿se mantendría unido el radicalismo con el PRO o la tentación de cada sector de construir una nueva mayoría sumando para sí la diáspora peronista, crearía nuevas fuerzas de carácter atractivo?

1982: partido militar. 2002: el radicalismo. 2022: el peronismo. Cada veinte años se agota un paradigma

La historia reciente ya lo demostró varias veces cuando el peronismo careció de una fuerza que amenazara seriamente su hegemonía se dividió haciendo externa la competencia interna. Como tantas veces se ha dicho, al radicalismo no lo unió con el PRO el amor sino el espanto de una Cristina Kirchner perennemente dominante.

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Hace más de un año que Jaime Duran Barba pronostica un 2023 donde el Presidente no surja de un candidato de las coaliciones, así como están conformadas actualmente y PERFIL publica hoy un reportaje a los politicólogos Pablo Touzon y Federico Zapata autores de “Un país sin fortalezas”, uno de los análisis más agudos sobre las PASO publicado en la revista digital Panamá de la que ambos son directores, junto a la consultora Escenarios, en la que ponen en duda la continuación del bicoalicionismo. La tesis se resume en la frase “fracking social”, una forma de deshilachamiento del tejido social en las bases que habitualmente adherían a cosmovisiones que hoy estarían extinguidas.

Empíricamente, lo mismo manifiesta Facundo Manes después de recorrer en campaña durante meses el conurbano bonaerenses: no existe más la asociación de identidad de clase con el peronismo, los votos que él obtuvo en los alrededores de la Ciudad de Buenos Aires eran del panperonismo que votaron a Alberto Fernández en 2019 y por Sergio Masa en elecciones anteriores. Y, aunque en sentido ideológico opuesto, en la Ciudad de Buenos Aires se puede decir lo mismo con el fenómeno de Javier Milei, quien obtuvo aún más votos  en los barrios humildes con un discurso antiEstado, equivalente a decir antiperonismo.

Esa desatadura de identidades bajo la concepción de las categorías anteriores, ¿despolarizará a la sociedad? Las crisis como la de 2002 producen big bangs que rompen con la polaridad de los enlaces. En 1982 la derrota en la Guerra de Malvinas determinó el fin del partido militar que había gobernado con interrupciones durante medio siglo. La crisis del 2002 se llevó puesto al radicalismo y la pregunta que cabe es si una eventual crisis en 2022 afectaría de igual forma al peronismo. Como si en la Argentina contemporánea los paradigmas ordenadores se agotaran cada 20 años. Al mismo tiempo, como si antes de que renazca el nuevo paradigma fuera necesario pasar por un ciclo de atomización: primero implosión, luego hegemonía, después polarización, nueva implosión.

Hegemonías transversales: 2007 kirchnerismo +  PJ + diáspora radical. 2023 ¿larretismo + UCR + diáspora panperonista?

Volviendo a la metáfora química, las fuerzas de atracción que predominan en los sólidos al estar expuestas al calor se debilitan cambiando el estado de lo sólido al líquido, donde hay tantas fuerzas de atracción como de  repulsión. Algo parecido a lo que le sucede hoy al Frente de Todos. Pero la exposición a más calor transforma el estado de lo liquido en gaseoso. ¿Será esa la situación del Frente de Todos posterior al 14 de noviembre al calor de las pasiones de la derrota? Una pequeña muestra se tuvo en el enfrentamiento de Sergio Berni con Máximo Kirchner tras las PASO.

Hasta ahora fracasó el intento de un tercer sector, que termine dirimiendo el empate hegemónico polar. En 2007 el desempate se dio por transversalidad: kirchnerismo-peronismo + diáspora radical. ¿El desempate de 2023 se producirá por otra transversalidad: larretismo-UCR + diáspora panperonista? Las dos fuerzas negativizantes son el kirchnerismo y macrismo. El 60% que origine un nuevo ciclo de hegemonía con capacidad transformadora podría también constituirse sin macrismo ni kirchnerismo.