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Sin cortesías en la Corte

Lorenzetti - Rosenkrantz
El Gobierno buscó algo de aire fresco con el reemplazo de Lorenzetti. | Cedoc

Como para cerrar un año pródigo en malas noticias, el Gobierno recibirá una más. No será sorpresiva a esta altura, pues Mauricio Macri ya ha tomado nota de que la Corte Suprema hará lugar a la demanda de un jubilado contra el Estado por la actualización de haberes. De hecho, desde hace varias semanas el Poder Ejecutivo viene armando más un esquema de pagos que argumentos para seguir oponiéndose.

En todo caso, lo que la decisión del tribunal expondrá otra vez es la dificultad de la relación Gobierno-Corte. Sobre ella el oficialismo había sembrado expectativas tras el desplazamiento de Ricardo Lorenzetti y el ascenso de Carlos Rosenkrantz a la presidencia.

La Casa Rosada y su "mesa judicial", en especial el influyente Fabián “Pepín” Rodríguez Simón, dieron aire a ese recambio. Corrían a Lorenzetti, satisfacían a Elisa Carrió (enemiga pública del magistrado) y entronizaban al juez más afín.

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En un clima tenso, la Corte Suprema fallaría contra la Rosada para subir las jubilaciones

Sin embargo, pasaron cosas. La Corte dejó de tener una voz cantante que hacía rosca (Monzó dixit) adentro y afuera, como funcionaba el personalismo de Lorenzetti sobre todo en los últimos años de sus doce de gestión. Pasó a ser un cuerpo más autónomo entre sus miembros. Y, por tanto, con mayor imprevisibilidad en sus fallos.

Encima, Rosenkrantz resbaló en varias oportunidades, como en la incorporación de funcionarios actuales bajo su mando o en la coincidencia a veces demasiado explícita de sus decisiones con los deseos oficiales. Estos movimientos provocaron reacciones negativas en el resto de la Corte, que motivaron sentencias en bloque inesperadas, en especial para Rosenkrantz y el Gobierno.

Como parte de esa tensión indisimulable, en las últimas horas se intentó instalar que la Corte iba a postergar el fallo jubilatorio como una gentileza para Macri. Desde el máximo tribunal negaron el rumor. No parece haber espacio para cortesías.