Más allá de la resolución final del conflicto por el aumento de tarifas, la inflación es el tema recurrente. Si bien la suba de precios se desaceleró y cayó al 2% en julio, como el grueso de las inversiones aún no ha llegado, el ingreso de dólares del exterior no alcanza para hacer consistente el efecto derrame –la gente no lo ve– y percibe en cambio que, además de la inflación, le aumentamos los servicios”. Esta es la preocupación expresada por un diputado nacional del PRO que conoce los movimientos del día a día en materia económica.
Un economista de consulta del Gobierno coincide con este diagnóstico: “La inflación núcleo golpea en la modificación de precios relativos (la relación, incidencia y comparación de los valores de algunos productos en relación con otros como, por ejemplo, el valor del pollo en relación con el de la carne, el costo de las bebidas en relación con los alimentos, etc.)”.
Esto lleva a que el consumidor se replantee muchos de sus hábitos y se pregunte cuáles son sus verdaderos bienes de primera necesidad. Hoy no está claro cuál es el valor real de las cosas. Hay casos en los que se verifica una diferencia de hasta un 25% en el precio de los productos de consumo, incluso en una misma zona. “Este fenómeno se va a ir atenuando a medida que la inflación continúe bajando en el tiempo, y el tiempo es hoy un bien escaso”, señala el consultor gubernamental, quien afirma que “la economía real no termina de hacer pie. La explicación del porqué es gráfica: como consecuencia de la inflación, se mantienen las tasas altas. Caso contrario, se debería aumentar la oferta de bienes para compensar el exceso de circulante, pero para esto se necesita más producción que no aumenta porque la llegada de inversiones para impulsar la economía se demora. Mientras esto suceda, seguiremos ligados a la apuesta por lo agroindustrial, cuyos tiempos son más acotados. No está mal como solución transitoria. Pero debe ponerse en marcha el resto de la industria”.
En este contexto una figura que en el inicio de la gestión de Mauricio Macri había cosechado críticas de sus pares en el gabinete a causa de su aparente falta de tacto con la realidad de muchas personas, se ha convertido en el hombre del momento. Se trata del ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, quien ha comenzado a explotar lo que mejor hace: su carácter técnico y expeditivo. “De golpe aparece en todas las reuniones, no sólo en las vinculadas a su ministerio. El Presidente lo lleva de un lado a otro. Parece que el romance no se rompió”, alega con ironía una fuente gubernamental. Lo cierto es que las internas entre ministerios y los celos profesionales están en puja permanente y la figura de Dietrich, al que todos veían como un técnico sin aspiraciones políticas, ha puesto en alerta a más de uno.
Trauma. Mientras tanto sigue su curso tortuoso el traumático tema de las tarifas de los servicios públicos de gas y agua. Al día de hoy no hay una posición unificada entre los miembros de la Corte, cuya definición se espera para los últimos días de esta semana. Más allá de las diferentes posturas en danza, lo que asoma con más fuerza es la idea de un fallo con matices. Esto es, reconocer la potestad del Gobierno para aumentar las tarifas pero obligarlo primero a realizar las audiencias públicas, lo que implicaría retrotraer los precios. Una pregunta flota en el entorno de los jueces supremos: ¿deben ellos absorber la carga social de una medida impopular, mal implementada, cuyo costo político debería ser asumido por el Gobierno? Esto es apenas un indicio de lo que se discute y explica por qué no hay nada definido.
Además, existe un riesgo que parece haber sido percibido por el Gobierno en su marcha atrás en la realización de audiencias públicas “informativas” a las apuradas. Las audiencias necesitan un plazo mínimo de 15 días hábiles para su convocatoria, con la correspondiente información a las asociaciones de consumidores respecto de los planes en cartera, de lo contrario nadie podría en un encuentro realizar un análisis certero de lo que se pretende. De no cumplir con esta premisa, los aumentos podrían ser nueva y fácilmente impugnados en la Justicia, algo que dilataría la llegada de una solución definitiva y arrojaría un compás de espera aún mayor sobre los meses no facturados o en revisión.
La parálisis y las demoras representan el peor escenario. La convocatoria a audiencias públicas para comenzar de cero y consensuar aumentos parecería el camino correcto. La necesidad del aumento y corrección de las distorsiones en las tarifas respecto de los precios del resto de la economía es algo que nadie puede poner en duda. Como consecuencia de los errores cometidos por el Gobierno, muchos legisladores de la oposición parecen empecinados en sacar un rédito político de interpelaciones y trabas poco conducentes que nada aportarán a la resolución del fondo de la cuestión.
Histórica. La frase que José López pronunció en su declaración ante el juez Daniel Rafecas (“esta plata es de la política”) hará historia. Por lo pronto lo deja a él definitivamente ante lo que será su futuro: la cárcel. Pero además la frase tiene aire de mensaje hacia otros. Esos otros son, por una parte, quienes fueron sus superiores –Cristina Fernández de Kirchner y Julio De Vido– y por otra los empresarios que aceptaron formar parte de la matriz de corrupción que tejió el kirchnerismo a lo largo de sus doce años en el poder.
Es importante no olvidar un hecho que es relevante a la hora de darle a López la real dimensión de lo que su figura representaba dentro del esquema bajo el cual se organizó la gestión en tiempos del kirchnerato: el ex secretario de Obras Públicas era una persona de acceso directo tanto a Néstor Kirchner como a Cristina Fernández de Kirchner. Cuando durante el primer mandato de CFK, Kirchner se desempeñó como ex presidente en funciones, son numerosos los relatos de intendentes acerca de los llamados que recibían del ex jefe de Estado en los que transaba obras públicas por apoyo político. Una vez que se acordaba la transacción, quien aparecía en escena era López.
Por último, la agresión violenta sufrida por el Presidente el viernes en Mar del Plata es repudiable. Eso no es democracia.
Producción periodística: Santiago Serra.