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Un fútbol cada vez más desigual

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Cavani. Un jugador de nivel mundial en Boca. | AFP

En el partido por la Copa Libertadores del miércoles pasado, hubo un solo equipo en la cancha: Boca. ¿A qué salió Racing? Difícil saberlo. A defender no pareció. A Jugar de igual a igual, tampoco. A atacarlo a Boca, menos. Flotó durante todo el partido, mientras Boca, con sus limitaciones, tuvo varias jugadas de gol, dominó el partido de punta a punta, pero se llevó poco. Se cumplió, tal vez, el chiste que hacíamos la semana pasada: Boca solo gana cuando juega mal. El miércoles jugo aceptablemente (aunque es un equipo liviano, faltó esa cosa de empujar y llevarse al rival por delante de local) y se llevó un amargo cero a cero.

Entre tanto, Cavani demostró su jerarquía (el pase con el pecho a Merentiel fue una delicia), y pensando en él, pensaba también en esto: en Boca, entre otros, juega un gran jugador de nivel mundial, Cavani, claro; más jugadores mundialistas (que llegaron a jugar finales como la del Mundial 2014 con Argentina) como Chiquito Romero y Rojo (el matoncito que siempre se manda alguna para ser expulsado esta vez zafó de casualidad). En Racing están (lesionado) Roger Martínez y Juanfer Quintero, entre otros. ¿Cómo hace el fútbol argentino para llegar a tener esas figuras? O, mejor dicho, ¿cómo hacen Boca, River y Racing? Porque San Lorenzo e Independiente están quebrados, como la Argentina misma. Quiero decir: San Lorenzo e Independiente expresan mucho mejor la realidad económica argentina que Boca, Racing y River. Una pregunta: hoy sábado, ¿alguien puede prever cómo va a estar la situación económica la semana que viene? Por ni pensar en el mes que viene. O en después de las elecciones (apenas dentro de dos meses). Sabemos, sí, que Argentina es un país cada vez más desigual, que la inequidad y la injusticia social han llegado a niveles obscenos.

Nunca me gustó la idea de que el fútbol refleja a la sociedad. No creo que sea así. Por ejemplo, las barras bravas son un problema específico del fútbol. Problema que, obviamente, cruza la política, la economía, la sociedad. Pero que es algo propio del fútbol. Sin embargo, a riesgo de ir en contra de lo que pienso, creo que, como en tantos otros ámbitos, el fútbol argentino también se está volviendo cada vez más desigual. Equipos chicos que necesitan plata y venden rápido a pibes que no están aún a punto caramelo. Por dar un ejemplo, Perrone, de ahora 20 años, de Vélez fue vendido al Manchester City –donde solo estuvo de suplente en dos partidos, eso fue todo lo que “jugó”–, que esta semana lo dio a préstamo a Las Palmas, de España. Tal vez el día de mañana triunfe, pero por ahora anda rotando por equipos sin ninguna relevancia. Y por otro lado, equipos que compran a Cavani, o River que estuvo cerca de comprar a Luis Suárez. Entre medio, cuando aparecen equipos que con bajo presupuesto juegan bien (como Talleres o Argentinos Juniors o siempre Defensa y Justicia), la cosa se vuelve más interesante, más cercano a lo que nos gusta. 

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Fuera de eso, Cavani, ya grande de edad y tal vez algo tocado muscularmente, demostró que es un jugadorazo. Veremos qué nos depara la revancha del miércoles que viene.