Se corrió a Brasil antes de que Lula se fuera a Cannes. Alberto Fernández, más canoso que la cana blanca dirían los hermanos Expósito, se entrevistó con quien hoy es presidente y ayer estuvo preso. Al revés de lo que le podría ocurrir al argentino si prosperan las denuncias y pruebas en la monumental causa de los seguros. Si bien Fernández pregona objeciones a Javier Milei vía Lula o el socialista español Pedro Sánchez, pocos lo registran como emblema opositor en ese rubro ideológico: más bien se ha invisibilizado desde que abandonó la Casa Rosada, un caso de progresiva omisión histórica. Y de exangüe representación, solitario además en la vida: Fabiola y uno de sus hijos parecen establecidos en la madre patria. Al exmandatario le corresponden consejos y sabiduría de quien estuvo en prisión y volvió al gobierno, como otras figuras del siglo pasado, de Ben Bella a Sukarno, de Gomulka a Kenyatta, entre otros consignados –por ejemplo– en el libro De la cárcel al poder de Lengyel Emil. Juntos, Lula y Alberto, comparten un mismo resentimiento: Milei, aunque también desprecian a Mauricio Macri con la misma obsesión, hoy atenuada porque el ingeniero boquense se ha esfumado por colgarse la camiseta argentina para ver si hoy clasifica en el torneo que podría convertirlo en representante argentino para competir en el Mundial de Bridge, en la categoría senior, a realizarse en octubre.
Lula olvidará las afrentas de Milei si el argentino le pide disculpas públicamente
Como jefe de Estado, el brasileño olvidará las afrentas de Milei para un futuro encuentro entre presidentes siempre que su actual colega argentino se disculpe públicamente con él. Exigencia personal y de Itamaraty: solo habrá perdón si reconoce el error de haberlo tildado de “ladrón”, “delincuente” y otras desgraciadas excecrencias por haber estado en presidio. Dicen que los chinos, más rudos en la diplomacia, también demandan una retractación pública para que impere la cordialidad entre los dos países. Amén de que no refinancian el swap. Por ahora, Milei se muestra renuente en los dos casos. Tal vez por la autosatisfacción del espectacular crecimiento de su popularidad en el mundo: si Maradona fue un fenómeno universal de identificación nacional en diez años de ejercicio deportivo, de Argentinos Juniors al Napoli, Milei encarna un proceso semejante a la velocidad de la luz en apenas seis meses. Lo confesaba ayer el propio Lula en la presentación de un documental sobre los últimos años de su carrera política, en el Festival de Cannes, filmado bajo la tutela de Oliver Stone y la producción de un argentino famoso por otras películas realizadas en Hollywood desde hace más de 30 años, Fernando Sulichin (al mismo tiempo, en el festival del balneario francés se estreno este fin de semana una obra de la hija de Gabriel Hoschbaum (América TV) sobre los “vuelos de la muerte” en los tiempos del proceso militar).
Otra entrevista reciente, tampoco mencionada en los medios, involucra a Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof. Reunión que aguardaba buena parte del opositor peronismo para zanjar diferencias, evitar agresiones y corregir un distanciamiento obvio desde que el gobernador se imaginó candidato presidencial para 2027. Sin preguntar a la jefa, claro. No fue satisfactoria la tenida si uno piensa en la unidad, dominó el hielo antártico en una conversación en la que se discuten liderazgos, tensa la doctora para controlar el partido, designar cargos electorales y dominar los ingresos por el último comicio, mientras el dogmático gobernador se reconocía en campaña para la presidencia convocando a otros colegas provinciales para su empeño. Curiosa la falta de entendimiento entre ambos cuando los objetivos son distintos: ella promueve la concentración de tareas en el distrito bonaerense, su “tierra santa”, y él se interesa por expandirse al resto del país para su despliegue político.
Atención: nadie descarta que Cristina aparezca en una boleta partidaria en la próxima elección. En esa pugna, en defensa propia, Cristina avala a su desteñido hijo Máximo con La Cámpora, mientras a Kicillof lo rescatan personajes ya desencantados con la viuda de Néstor y su destino. Caso Aníbal Fernández o quien se sospecha también posible aspirante presidencial, Guillermo Moreno: ambos se destacan por las picardías de sus declaraciones y el formulario de jubilación que le quieren extender a Cristina. “Ya está en edad obligada, ya que el retiro voluntario” no la atrae. En esa ruta se incluye Andrés Larroque, remanente de una Cámpora en escisión, uno de los que litigan por la gobernación junto al más predilecto de Kicillof: Carlos Bianco. Si bien hay algún que otro intendente con pretensiones, muchos observan los movimientos propios de Sergio Berni: nadie lo cuestiona ni le encuentra defectos, es como si navegara sin luces dentro del peronismo. Hizo muchos favores o guarda muchos secretos.
Massa prepara su segundo libro, que tendrá como padrino literario a Jorge Asís
Quien no revela el mejor trato con la exmandataria es Sergio Massa, de escaso poder territorial, pero con cierta autoridad sobre lo que fue su aparato. Ella le respeta su contumacia. No se ha resignado a la pelea por la Casa Rosada, reconoce que la insistencia produce resultados (puede mencionar como ejemplos a Salvador Allende o al mismo Lula). Reúne a su gente, la instruye, en pocos días volverá a la escena pública. Así como el 22, en el Luna Park, Milei presentará su último libro, el exministro estrenara su segundo texto (el primero fue escrito por el encuestador Guillermo Oliverio) todavía en etapa de corrección y pulimiento por parte de un ghost writer, como ocurre en estos casos.
Eso sí, ya se garantizó un padrino literario de fuste para envolver en papel de regalo y moñito de seda su publicación: a pedido, Jorge Asís será quien lo acompañe en su nuevo debut editorial. Un caballero el escritor, él mismo siempre definía a ese hombre distinguido y noble como los seres que abogan por las causas perdidas.
