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Una peligrosa combinación

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Una típica familia rica y distinguida, pero ineficaz, vende el diario más importante de la capital política de Occidente empobrecido, en terapia intensiva. Lo compra un típico magnate de la era de la información, sin linaje pero con enorme talento empresario. La venta del Washinton Post a Jeff Bezos, dueño de Amazon, es uno de esos acontecimientos que tienen todo para convertirse en símbolo. Será recordada como un punto de inflexión en la historia del periodismo, la marca del fin de una época de los grandes medios masivos y de sus baronías.

El precio pagado completa este símbolo: US$ 250 millones, un precio de liquidación, tanto por el diario (talentos, bienes) como por su influencia en la sociedad. Ahora queda más claro que el periodismo masivo no sobrevivirá si no encuentra nuevas fuentes de ingresos, ajenas al periodismo, porque ese negocio hace mucho que decrece. La Nación y Clarín experimentan desde hace mucho con ventas de opcionales y con sus clubes de lectores. Nada que cambie su panorama de dificultades.

Bezos puede perfeccionar esa tendencia porque sus intereses económicos son mucho más diversos. Si bien él compró el Post a su nombre, Amazon puede ser un vehículo muy eficaz para negocios editoriales (periodismo, bases de datos, suscripciones, etcétera) y para negocios de otros rubros: servicios de turismo, ocio. Muchos diarios intentan hacer comercio electrónico sin resultados interesantes. El Post, con Amazon (¿o debería decir Amazon con el Post?), tendría una enorme potencia. Esta es una tendencia firme, si bien en sus comienzos. El tabú está a punto de caer. Sólo falta que alguien se anime y tenga éxito.

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El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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Esta tendencia implica un periodismo cada vez más flexible porque es menos rentable. Los grupos de medios son una adaptación a esa realidad: la rentabilidad que pierde un medio se compensa con las de otros. Es el caso del Grupo Clarín, cuyo diario ha perdido importancia interna relativa: décadas atrás producía más del 60% de los ingresos. Hoy rondaría el 30%.

Otro recurso de los grandes medios es poner su influencia para negocios propios o ajenos. Siempre ha sido así en los grandes medios. Es malo para los lectores y malo para la calidad de la política, por más que el sistema lo tolere y contenga.

Bezos prometió no meterse en la línea editorial del Post. Habría que tomarlo con pinzas. En Estados Unidos recuerdan estos días que no dudó un instante en cerrar un servidor de WikiLeaks en Amazon a pedido del gobierno de Obama. Por otro lado, Amazon está construyendo un centro de datos para a la CIA por US$ 600 millones.

El periodismo tradicional se debilita pero toda encuesta muestra que conserva una enorme influencia sobre la sociedad. Fea combinación.

La experiencia del Post será digna de estudio también porque Bezos prometió innovar. El oficio lo necesita. El diario tiene talentos y tendrá plata. Pero quizá le juegue en contra la cultura de los diarios tradicionales, donde el poder lo tienen los periodistas… tradicionales: han ganado su prestigio en el periodismo de siempre; ven el cambio como una amenaza y frenan o neutralizan a los que lo promueven. He visto eso aquí y en otros países.

*Periodista (@rguareschi).