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progreso y tecnología

Utopía, iluminación, internacionalismo

Es posible pensar la transformación de la sociedad a partir del conocimiento: un contexto en el que es posible progresar, acceder a más bienes y una movilidad social ascendente. Al contrario, el pobrismo sería un negocio que beneficia a unos sectores que viven bien. La nueva riqueza es la suma de empresa y saber.

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Contrapuestos. Jessye Norman no solo fue una cantante extraordinaria: también fue un símbolo. Theodore Kaczinsky, el “Unabomber” es casi un opuesto de la artista. | AP / cedoc

El pasado lunes murió Jessye Norman, una soprano extraordinaria que justificaba hacer un viaje a Nueva York solo para escuchar su interpretación de La habanera de Carmen. Jessy nació en Augusta en 1945. Cuando tenía 15 años George Wallace ratificó la prohibición de que los negros subieran a buses para blancos en Alabama, y cuando tenía 23 asesinaron a Martin Luther King. A pesar de la segregación racial, ella se abrió paso hasta ser considerada una de las mejores sopranos del mundo.

Las celebraciones por el bicentenario de la Revolución Francesa culminaron en julio de 1989 con una marcha en la que desfilaron las culturas de Francia, Europa y buena parte del mundo. Cuando pasaron los rusos cayó nieve artificial, los ingleses lo hicieron bajo una lluvia torrencial, cientos de estudiantes norteamericanos marcharon con sus bandas, cerraron la parada decenas de jóvenes chinos que habían sobrevivido un mes antes a la masacre de Tiananmen. Una de las primeras locomotoras de la historia atravesó los Campos Elíseos. Se conmemoraba la toma de la Bastilla, el triunfo de la libertad, la igualdad y la fraternidad, de los derechos humanos, y la victoria de la ciencia sobre el dogmatismo, la del iluminismo sobre la oscuridad. París es la ciudad de la luz. Si se hubiese tomado una foto de la noche en la Tierra a fines del siglo XVIII solo habría aparecido un punto de luz: París. Cuando los satélites observan actualmente el planeta hay apenas dos países sumidos en la oscuridad: Venezuela y Corea del Norte.

Asistieron al evento cientos de miles de personas y 35 jefes de Estado o de gobierno encabezados por Mitterrand, entre los que estaban el presidente Bush, la primera ministra Margaret Thatcher y otros líderes de los cinco continentes. Jessye Norman, negra, mujer, norteamericana, coronó el evento interpretando La Marsellesa envuelta de la cabeza a los pies con una bandera francesa de seda. Todos guardamos un silencio emocionado, las lágrimas rodaban por las mejillas. https://bit.ly/1fGkY3t

Doscientos años antes había caído la Bastilla, cuatro meses después caería el Muro de Berlín. El equivalente de la máquina de vapor de la Revolución Industrial estaba entre nosotros: las computadoras movían la Revolución del Conocimiento. Lo que fue el ferrocarril para la Revolución Industrial del siglo XIX fue la aparición del wi-fi hace veinte años con las transformaciones de la red de 2007.

Hobsbawm dice que el progreso fue posible gracias a que distintos grupos humanos interactuaron, pelearon, intercambiaron conocimientos, porque estaban a la orilla de grandes extensiones de agua que se podían remontar. Los primeros en domesticar animales fueron los habitantes del Creciente Fértil y de los altos del Yang Tse. La cultura andina surgió junto al lago Titicaca y la mesoamericana en torno al lago de Texcoco. El Mediterráneo separó y conectó a las culturas que fueron la base de Occidente. Los seres humanos progresamos cuando superamos la aldea y nos comunicamos con distintos grupos.

Europa está conformada por países pequeños en los que existe una variedad de culturas que hablan idiomas y dialectos que profundizan la diversidad. Sin embargo, hasta el siglo pasado muchos países se comunicaban poco y hasta que acabó la Guerra Fría fue difícil saber lo que ocurría en muchos de ellos. La televisión derrumbó barreras e internet condujo a una globalización desordenada, incontenible y acelerada.

Lo que fue el ferrocarril para la Revolución Industrial del siglo XIX, fue la aparición del wi-fi hace veinte años. 

 

Distopía, pobrismo y oscuridad. Los libros Un mundo robot de Javier Serrano y The Game de Baricco Alessandro hablan de la inteligencia artificial, la robótica, la realidad virtual, la impresión 3D y la nanotecnología, que llevan a la humanidad a una época de prosperidad y transformación inimaginables. El cambio asusta a las mentes conservadoras. Algunos quisieran detenerlo o al menos limitar su avance, temerosos de los efectos catastróficos que aparecen en las películas distópicas de ciencia ficción. El miedo ha alentado al neoludismo, que celebró su segundo congreso en Ohio en 1996 y se expresa a través de distintas corrientes dispersas por el mundo. Sus bases ideológicas son: condena al consumismo, abandono de la tecnología, atacar a quienes la producen, llevar una vida modesta, sabotear los adelantos tecnológicos. El neoludismo se inspira en el pensamiento de Theodore Kaczynski, Unabomber, matemático graduado en Harvard que se fue a vivir en la montaña sin luz, agua, ni otras comodidades de la modernidad, preconizando la vuelta a la “vida salvaje” mediante la destrucción total de la sociedad industrial. Kaczynski envió 16 bombas a universidades y aerolíneas y mató a tres personas e hirió a otras 23. Permanece en una prisión de máxima seguridad desde donde manda sus manifiestos. El neoludismo está conectado con movimientos antiglobalizadores, el anarcoprimitivismo, la ecología profunda y grupos religiosos que rechazan las vacunas o las transfusiones de sangre, condenan el capitalismo y ensalzan la pobreza. Los distópicos tienen un problema: la mayoría de la gente quiere consumir, gozar de más comodidades, mejor medicina, disfrutar de las ventajas de la tecnología.

La producción del futuro. Lo contrario de la distopía es la utopía, que cree que con los avances de la ciencia se puede vivir mejor. Desde hace años el mundo se urbaniza porque los campesinos emigran buscando los beneficios de la ciudad. Los datos del Banco Mundial dicen que desciende el porcentaje de personas que trabajan de un campo que está cada vez más mecanizado y requiere más inversión. Pocos quieren imitar a Theodore Kaczynski y remontarse a vivir sin agua ni electricidad. El pobrismo es un negocio de minorías que viven bien, pero no es popular. Hacer una reforma agraria que afecte al campo, la principal fuente actual de riqueza de Argentina, sería un atentado en contra del país. Contamos con una producción agrícola y ganadera que compite con las mejores del mundo. Debemos estimularla, fomentarla, darle garantías.

Con la Revolución Industrial llegaron las fábricas y con ellas una forma de ver la vida y organizar la sociedad. Con la Revolución del Conocimiento nace un nuevo tipo de empresa en el que existen otras relaciones entre trabajadores y empleadores, los límites de las empresas son más difusos. Los empresarios de la edad industrial trataban de apropiarse de toda otra empresa que se les cruzara por delante. Mercado Libre, una empresa modelo de la nueva época, no quiere absorber a los que comercian a través de su sitio. Por el contrario, estimula que aparezcan miles de emprendimientos de todo tipo que son de personas que quieren ser libres para producir lo que se les ocurra, sin jefes ni horarios. Ofrece servicios para alentar a los emprendedores para que crezcan y se reproduzcan, porque esa es la base de su propio éxito.

Las personas con mentalidad arcaica tratan de asaltar a estas empresas para quedarse con un pedazo de su ganancia, pero en Argentina han logrado desarrollarse con éxito. Hay una colmena de empresas .com que para desarrollarse necesitan que cambie una legislación pensada para las fábricas, los productores y la clase obrera del pasado. Argentina está poblada por gente con inventiva, que no tiene por qué temer a la globalización. Si esas empresas han logrado prosperar a pesar de los problemas que les pone el corporativismo, crecerán mucho si no las asaltan, y beneficiarán en lo inmediato a decenas de miles de personas preparándonos para la competencia en el futuro.

Silicon Valley. La nueva riqueza conjuga a empresas y productores de conocimiento. En Estados Unidos el símbolo de la época es Silicon Valley, una zona de California que aloja a corporaciones dedicadas a la tecnología, miles de pequeñas empresas en formación, universidades y centros de investigación. El Silicon Valley de China se llama Shenzhen, ciudad con casi 12 millones habitantes donde Deng Xiaoping estableció hace cuarenta años la primera zona abierta a la inversión extranjera y la iniciativa privada. Actualmente es el cuarto puerto más activo del planeta, ha tenido desde 1980 un crecimiento anual promedio de 23% del PBI. Aloja a 8 mil compañías chinas de alta tecnología y a 275 de las multinacionales más grandes del mundo.

Bangalore es el Silicon Valley de la India por la cantidad de empresas tecnológicas y de internet que alberga. El país es uno de los grandes exportadores de software del mundo y trabaja en íntima conexión con los países industrializados.

¿Por qué Argentina, donde han nacido varias de las empresas .com más importantes de la época, no puede fomentar este rubro? ¿ Por qué hay tantos argentinos trabajando en la NASA, en Silicon Valley y en las grandes empresas tecnológicas del mundo? ¿Qué hacemos para que vuelvan a su país? ¿Por qué no tenemos nuestro propio Silicon Valley que nos permita competir por la vanguardia en la Revolución del Conocimiento? Tal vez la mejor respuesta a estas preguntas la dio Jorge Fontevecchia en su artículo de la semana pasada. http://bit.ly/neurosis-destino-argentina.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.