“Brasil respeta y es partidario de la negociación y el diálogo. Pero a alguien que nació en Caetés, llegó a San Pablo y comió pan por primera vez a los siete años, sobrevivió siendo criado por una madre con ocho hijos y se convirtió en presidente, no es un gringo quien le va a dar órdenes”.
La contundente sentencia, con una referencia autobiográfica, pertenece al presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y el “gringo” aludido en el mensaje no es otro que su homólogo de Estados Unidos, Donald Trump.
Las discrepancias entre ambos mandatarios no son nuevas, pero derivaron en la actual escalada luego de que el inquilino de la Casa Blanca anunciara su decisión de imponer aranceles del 50% a la importación de productos brasileños si el gigante del Mercosur no cumple una serie de exigencias.
La más insólita de ellas es la de frenar el juicio y las imputaciones penales contra el ex presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, sindicado como uno de los responsables de la fallida intentona golpista del 8 de enero de 2023, cuando una turba de seguidores del ex capitán del ejército, tomó por asalto las sedes de los tres poderes del Estado federal en la capital del país, Brasilia.
Campañas sucias: el proyecto de Agost Carreño movió el “avispero” judicial y se fogonea en Diputados
Trump lanzó su primera amenaza de sanciones, que entrarían en vigor en agosto, si no se detiene lo que el magnate republicano definió como una “caza de brujas” llevada adelante por el tribunal de más alto rango de Brasil. Lula le respondió en una entrevista que el mandatario norteamericano no había sido elegido para ser “emperador del mundo”, además de resaltar que “Brasil tiene voz propia, dignidad y no se inclina ante intereses extranjeros”.
La escalada siguió esta semana con una carta con membrete de la Casa Blanca dirigida a Bolsonaro que el propio Trump subió a su red, Truth Social. “He visto el terrible trato que recibe de manos de un sistema injusto que se ha vuelto en su contra. ¡Este juicio debe terminar de inmediato!”, escribió el gobernante que retornó al poder el 20 de enero pasado, cuatro años después de que sus seguidores tomaran por asalto el Capitolio para tratar de impedir la asunción del demócrata Joe Biden, en un hecho de violencia que dejó muertos, heridos y actos vandálicos causados por grupos radicalizados y arengados por el actual mandatario norteamericano, quien -a poco de su regreso al Despacho Oval- los indultó.
Sur global, Brics y después…
Tras la insistencia de Trump para que cesen los procesos judiciales abiertos contra Bolsonaro y el reclamo de “cambiar el rumbo” de parte del gobernante estadounidense, el presidente de Brasil dio una respuesta más amplia y no menos enérgica a través de una cadena nacional en la que aludió a otros planteos hechos por Estados Unidos en materia comercial o en el terreno de las relaciones internacionales.
Lula cuestionó las acusaciones de prácticas comerciales desleales formuladas por Washington y las diatribas y presiones de la Casa Blanca contra las iniciativas en aras del multilateralismo global como el Brics, grupo del que Brasil, junto a Rusia, India, Sudáfrica y China (principal amenaza a la hegemonía mundial estadounidense) es miembro fundador y fue anfitrión en su fase ampliada días atrás.
El ex tornero mecánico pernambucano advirtió que podría llevar las amenazas de Trump a instancias como la Organización Mundial del Comercio (OMC) o aplicar la Ley de Reciprocidad si las sanciones entran en vigencia.
Entre las rispideces bilaterales con la Casa Blanca, Lula repasó en su mensaje al país y en diferentes alocuciones o reportajes de esta semana, amenazas previas de subas de aranceles y reclamos provenientes de Washington que tildó de intolerables.
Entre ellos, la reacción del gobierno norteamericano ante la sanción de la Justicia de Brasil a la red social X, propiedad del por entonces funcionario de Trump Elon Musk, por la difusión de discursos de odio y mensajes de algunos de los vinculados al fallido golpe de 2023. O las más recientes presiones y quejas estadounidenses en torno al PIX, exitosa plataforma creada por el Banco Central de Brasil, clave para el comercio digital, transferencias y servicios de pago electrónico que abarata costos, no requiere de intermediarios como tarjetas de crédito o débito, lo usa toda la población (incluidos turistas argentinos o de otros países) y ha desplazado a otras opciones de entidades privadas o internacionales.
La plataforma tiene una altísima aceptación y respaldo casi unánime entre la población, sin distinciones económicas, sociales y políticas y hacer de su defensa una causa nacional puede además ser una redituable política de Estado de cara a las presidenciales del año que viene.
Soberanías y traiciones
“Son falsas las alegaciones de prácticas comerciales desleales brasileñas. Estados Unidos acumula en más de 15 años un robusto superávit comercial de 410 mil millones de dólares”, afirmó Lula, al tiempo que deslizaba que Trump debe estar muy mal informado.
“Intentar interferir en la Justicia brasileña es un grave atentado contra la soberanía nacional. Somos una Patria soberana”, enfatizó el histórico líder del Partido de los Trabajadores (PT), para luego marcar la cancha y dejar en evidencia no sólo al bolsonarismo, sino a quienes en la oposición variopinta y acomodaticia de los partidos del Centrao buscaban esmerilar su figura y carisma con ayuda externa.
“Mi indignación es aún mayor por saber que ese ataque a Brasil tiene el apoyo de algunos políticos brasileños… Son verdaderos traidores a la Patria. Brasil no es de los traidores a la Patria y no es subalterno de nadie. Brasil es del pueblo brasileño”.
La línea divisoria estaba claramente trazada y definida. Avalar las amenazas y bravuconadas de Trump sobre el Poder Ejecutivo de otra nación soberana, para que a su vez interfiera en las decisiones del Poder Judicial de ese país en favor de alguien por quien el excéntrico magnate tiene simpatía (aunque evite definirlo como su “amigo”) está lejos de una virtud.
Nacionalismos y negocios
Y si a este orgullo nacional herido se le adosan las fuertes pérdidas o perjuicios económicos que empresarios y productores brasileños sufrirían si se concretan las medidas anunciadas desde Washington, es fácil entender que dirigentes y hombres de negocios nada cercanos a Lula cerraran filas en torno al carismático ex líder sindical en esta pulseada.
Presa de ese dilema fue el gobernador del estado de San Pablo, Tarcisio Gómes de Freitas, eventual figura de recambio en el bolsonarismo, que ante las reacciones de industriales de la poderosa Fiesp o representantes del agro, enfurecidos por los planteos de Trump, seguramente archivó hasta nuevo aviso la gorrita de MAGA, el movimiento (Make America Great Again) del magnate del jopo, con el que no hace mucho se lo veía.
“No hay vencedores en las guerras tarifarias”, sostuvo Lula en las últimas horas, aunque analistas locales y extranjeros consultados por Perfil Córdoba coinciden en que el “favor” que Trump intentó en su estilo hacerle a Bolsonaro terminó por revitalizar y cohesionar al gobierno del líder del PT, cuyos reflejos e intuición política no han mermado con los años.
“Un regalazo que ya aparece en las encuestas”, fue la definición que dio el periodista Hélio Schwartsman en el diario Folha de Sao Paulo. También habló de “regalo para Lula” The New York Times.
Hay quienes especulan con que la intervención de Trump en favor de Bolsonaro fue gestada por Eduardo, hijo del ex mandatario. Diputado en uso de licencia que reside en Estados Unidos, se considera un exiliado político y sueña con una candidatura presidencial en 2026 mientras hace lobby contra las instituciones brasileñas ante Trump y su gobierno.
Pero la intención de Eduardo Bolsonaro de amedrentar por interpósita persona al ministro de la Corte brasileña Alexandre de Moraes, que lleva el caso de su padre, y hacer un tiro por elevación a Lula y su gobierno, objeto demandas y críticas pese al crecimiento de la economía por encima de las previsiones en los últimos cuatro o cinco trimestres, a los números altísimos de empleo y a una inflación que el mes pasado estuvo entre el 0,4 y el 0,6%, se volvió como un boomerang contra el ultraderechista.
Pegados y despegados
Pocos políticos, ni siquiera los otrora fieles como Tarcisio, querrán expresar solidaridad con el “Mito” y aparecer en esta historia avalando un eventual castigo arancelario que impactará en los productores que abastecen un tercio del café que se bebe en Estados Unidos, o a quienes exportan el jugo de naranja, toneladas de pescado o los insumos de automóviles, aviones, acero o petróleo, que a diario se embarcan desde la potencia sudamericana hacia la del norte.
Para colmo, la carta de Trump a Bolsonaro del jueves tuvo como respuesta al día siguiente una batería de acciones ordenada por el juez De Moraes, quien dispuso medidas cautelares por coacción, obstrucción y atentado contra la soberanía nacional del ex gobernante brasileño, que deberá quedarse en su casa entre las 19 horas y las seis de la mañana del día siguiente de lunes a viernes y todo el día en los fines de semana y feriados, además de ser monitoreado con una tobillera electrónica y no poder usar redes sociales ni comunicarse con embajadores, autoridades extranjeras, ni aproximarse a sedes de embajadas o consulados.
En respuesta a todas estas medidas, el gobierno de Trump sancionó al magistrado y retiró a él y a su familia la visa de ingreso a Estados Unidos.
Mientras, la causa que involucra a más de 34 personas como presuntos integrantes de la trama golpista avanza con el impulso del fiscal general de Brasil, Paulo Gonet Branco, quien sindicó a Bolsonaro como “el principal articulador y el mayor beneficiario” de la fallida intentona.
Queda por determinar si aquel intento por desconocer y/o subvertir el resultado de las elecciones de octubre de 2022 también incluía el asesinato del presidente Lula y su vice y ex gobernador paulista por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), Geraldo Alckmin, además de un integrante del Supremo Tribunal Federal, la máxima corte brasileña.
Las penas a los imputados, en caso de condena, podrían llegar en algunos casos hasta los 43 años, aunque el cumplimiento efectivo sería de no más de 30. Mucho tiempo en una historia a la que la irrupción intempestiva de nuevos y viejos protagonistas convierten en otra trama de final abierto, intrigante e impredecible.