“Mi padre se proponía hacer de mí un ingeniero. Él lo era. Mis hermanos también. Yo he querido ser pintor, más bien, lo quiso algo que hablaba muy hondo en mi alma. Y por este imperativo creo haber sido pintor antes de pintar”, decía el artista que eligió Loza Corral para vivir y dar vida al grueso de su obra.
En el marco de los 140 años de su natalicio –que se cumplieron el 11 de abril pasado– la Provincia declaró a 2022 como ‘El Año de Fernando Fader’ y anunció una serie de actividades conmemorativas. Estas incluían, además de la puesta en valor de la Casa Museo en Ischilín –para lo que se invirtieron unos seis millones de pesos–, la creación del Camino de los Pintores del Norte Cordobés, una gran muestra en el Museo Superior de Bellas Artes Evita – Palacio Ferreyra, prevista para septiembre y que no se concretó.
Esas actividades estaban bajo la supervisión del excoordinador de Museos y Patrimonio, Guillermo Alonso, quien fue apartado de su cargo en el marco de la ‘renuncia’ de Nora Bedano y los rumores que envolvieron su gestión. A partir de eso, fue el propio museo quien tomó en sus manos la tarea de poner en pie esta gran muestra que dará cuenta del acervo del pintor. Nada se sabe sobre el relevamiento en que trabajaba Alonso y que daría a conocer el legado Fader en Córdoba.
PINTURAS. ‘Las colchas’ (óleo sobre tela, 1919) y ‘Regando la huerta’ (óleo sobre tela, de 1920).
Mirada y espíritu de pintor. Ahora, bajo la curaduría de Constanza Molina, profesora de la Facultad de Arte de la Universidad Nacional de Córdoba, en el museo se encuentran trabajando en el montaje de esta exposición que pondrá en exhibición 42 piezas del artista, entre pinturas y dibujos. “Fernando Fader ha sido muy importante en la conformación de un arte nacional a principios del siglo 20 y gracias a sus años viviendo en Córdoba, sus sierras constituyen uno de los paisajes identitarios de lo nacional. Dejó inmortalizadas esas tierras de Ischilín, Loza Corral, Deán Funes, Ojo de Agua y otras rutas del arte cordobés. Pudimos corroborar el enorme legado social de su paso por el norte ya que la mayoría de los pobladores de Ischilín, Deán Funes y Loza Corral que entrevistamos, tenían una anécdota de algún pariente relacionado con el artista”, dice Mariana del Val, directora del museo.
En efecto, Fader solía renegar de los pintores de la ciudad que creían que pintar un paisaje era simplemente ir a esos lugares, plantar el caballete y ponerse a pintar. Él decía que la naturaleza no se entregaba de manera inmediata, que al paisaje no solo había que verlo, sino también conocerlo.
En materia curatorial, la idea de esta muestra es poder poner de relieve dos grandes momentos en la vida de Fader: “El primero es de carácter más bien biográfico, el Fader que se cría en una familia de clase alta, de origen europeo, con mucha fortuna y buen pasar económico; sus primeros años de formación entre Europa y Mendoza, sus primeros vínculos con el campo del arte local y su pensamiento sobre cómo debía ser el arte nacional. Y un segundo momento, de carácter más bien afectivo, donde recupera ciertas memorias de su vida en Córdoba.
El Fader resiliente, luego de quedar en la ruina y enterarse de su enfermedad, su vida en Ischilín, el cambio en el modo de pintar, su relación con el paisaje y la gente del lugar, su vínculo con la enfermedad”, resume Molina.
Las obras en exposición provienen en su mayoría de las colecciones de la Provincia de Córdoba. “Pero además hay tres coleccionistas privados que nos prestaron obras de su propiedad para poder exhibirlas en esta muestra”, agrega del Val.
La muestra, que ocupará el tercer piso del museo, contará con personal de acompañamiento para los visitantes y animadores de sala. “La idea es inaugurar el próximo 14 de diciembre; dependemos de lo que diga Protocolo de Gobierno. Y la muestra va a poder verse hasta marzo de 2023”, finaliza.
COLECCIONES PRIVADAS. ‘Mujer desnuda delante de la estufa’ y ‘Los dos bueyes’, dos obras aportadas por coleccionistas privados para su exhibición.
