Cuando en 2012 Charly García se desmayó sobre su teclado en el Orfeo Superdomo apenas comenzaba el show, muchos especularon con el comienzo del fin. Es que el derrotero de salud del músico más importante del rock argentino preocupaba. No daba indicios de que pudiera continuar realizando presentaciones en vivo.
Entre rumores y certezas, la recuperación de Charly es un hecho, aunque persiste el cuidado extremo de su entorno, los pocos shows programados y la inmovilidad del músico en el escenario sean parte del asunto. En este contexto, el formato de show sorpresa cae de maravillas.
Primero en Buenos Aires y ahora en Córdoba, la producción de García pega fuerte en el modo de hacer: anuncia el espectáculo con una semana de anticipación, con pocas entradas que se agotan rápido -15 minutos- en formato reducido, venden plateas y campo al fondo, y se aseguran una buena recaudación por la variedad de precios. Los privilegiados que van quedan felices por la proeza de haber conseguido un lugar y el resto, expectante, hasta el próximo aviso.
Así, la primera función de La Torre de Tesla -nombre del show- transcurrió el miércoles en La Plaza de la Música en un clima de reencuentro y total entrega que seguro mañana en el segundo show -hace falta aclararlo, no quedan entradas- se repetirá.
La pregunta obligada por los ausentes, cuando se asiste a un show de Charly, es el típico “¿cómo está?” Muchos no entienden que, a esta altura de la carrera, no importa demasiado. Si bien se lo ve contenido, amable, y cómodo con su banda en el escenario, hace años que la voz de García no es la de los ‘80. Sus fanáticos multigeneracionales lo saben, no piden más.
“Hoy Charly repasó su historia y su presente”, sintetizaba en referencia al repertorio, el productor del show, José Palazzo, vía Twitter. Say no more.