Cuando deje su mandato, en tres semanas, el presidente Mauricio Macri deberá enfrentarse a la evaluación que él mismo pidió: la de los números de su gestión. Y el golpe será duro porque se irá con una pobreza en el orden del 35%, desocupación por encima del 10%, presión tributaria en torno al 49% (como en 2011) y una inflación acumulada que será holgadamente de tres dígitos. Muy lejos quedará la presentación de octubre de 2017 cuando las autoridades del Banco Central -con Federico Sturzenegger a la cabeza- anunciaban una meta de inflación para 2018 de 10%, con un margen de maniobra de +/- 2%.
Desde la consultora Orlando J. Ferreres estiman que, para el período de noviembre de 2015 a septiembre de este año, la inflación acumulada es de 220%, en tanto que para Abeceb estará en el 237%. Además, hay estimaciones aún más negativas de cuál será el número final de la inflación acumulada en la era Macri, en función de cuánto se mueva en los últimos dos meses de este año.
Al tomar como referencia la estimación de Ferreres, el 220% -la más conservadora- es un valor muy por debajo del incremento que tuvieron componentes vitales del consumo de los argentinos. En concreto, la Canasta Alimentaria Básica, que mes a mes mide el Departamento Estadísticas y Tendencias del Centro de Almaceneros de la provincia de Córdoba, creció entre diciembre de 2015 y octubre de 2019 un 313%.
Es decir que los precios de la canasta alimentaria que se miden en Córdoba en 1.000 puntos comerciales (Ver ‘Dónde y cómo se mide’) crecieron, en cuatro años, un 30% más que una inflación acumulada que supera el 200%.
Año más año. Según los datos aportados por el Centro de Almaceneros a PERFIL CORDOBA, en 2016 los precios de la Canasta Básica Alimentaria tuvieron un incremento del 41,55%, a 2017, el incremento acumulado era de 73,07%, para 2018 la suba acumulada era de 185,65% y hasta octubre de este año la suba acumulada era de 313%.
“En los últimos años registramos que, mes a mes, el incremento en los alimentos casi siempre duplicó el porcentaje inflacionario que se informaba. En octubre, la inflación estuvo un poco por encima de 3% y los precios relevados en Córdoba en canasta básica subieron más del 6%. Si a esto se suma que los salarios no acompañaron los incrementos tenemos un poder adquisitivo en caída que ha limado el consumo”, explica Vanesa Ruiz, gerente General del Centro.
Para la directiva, uno de los fallos de la gestión económica oficial fue focalizarse en las distorsiones de la macro, dejando de lado la micro economía. “Entonces todo movimiento económico que hubo en el país impactó en los precios de los alimentos. Pasó con los combustibles. Aún con congelamientos de combustibles la logística siguió subiendo y eso fue a precios. Todo fue a alimentos”, remarca.
Los que más subieron. Para el período analizado, la otra foto preocupante es que los productos que más subas registran son los más demandados por parte de las familias vulnerables.
El ranking de desbande de precios lo lidera el aceite de girasol con un 377% de suba, luego la harina de trigo 000 con 365% de aumento, en tercer lugar, la leche fluida que subió 317% en las góndolas, el queso cremoso subió 272% y los fideos secos 249%, entre las subas más resonantes.
IVA, una gota. En ese contexto, la definición de quitar el IVA a los productos de la canasta alimenticia, que tomó el Gobierno nacional tras el resultado en las PASO, aparece como una medida necesaria que se aplicó casi como un placebo, por su tardío suministro.
“Después de la última devaluación el incremento en los precios de los alimentos fue de un 8,3% en un mes. Con la quita de IVA a alimentos la suba se contrajo un poco más de 2%, pero después volvieron a subir. Se tomó una medida muy poco seria en medio de una espiral inflacionaria. Las familias lo percibieron solo un mes y medio, nada más”, dice Ruiz.
Déficit de locales. El circuito específico de los almacenes no solo convive con el malestar por la suba permanente de los precios. El Centro de Almaceneros también reporta a Came sobre la evolución de las altas y bajas de los comercios. En ese sentido, esa balanza -que venía más o menos equilibrada se distorsionó este año.
Desde la entidad remarcan que, desde agosto de 2018 a septiembre de 2019 –el último corte realizado– cerraron 665 almacenes y abrieron 286 locales, es decir tienen un déficit propio de 379 comercios. En octubre cerraron 62 bocas y abrieron 14 y las ventas cayeron, en volumen, 9,75%. El otro dato es que, en promedio, de cada almacén dependen 2,5 familias.
Dónde y cómo se mide
Para la confección de los costos de la Canasta Básica Alimentaria se constataron durante octubre 2019 un total de 50.000 precios de 50 artículos relevados en 1.000 unidades comerciales de distinta tipología y formato: 700 almacenes y autoservicios de Córdoba Capital y Gran Córdoba (180 barrios); 70 supermercados de origen local en Capital; seis Hipermercados; 20 sucursales de grandes supermercados y formatos de cercanía; 154 autoservicios y almacenes del interior provincial en 50 municipios y comunas; 50 supermercados del interior provincial.
En tan solo un año se incrementó un 45% el consumo de menudencias
Con la prolongación de la crisis el cambio en la composición de la canasta alimentaria básica sigue mes a mes. Y el deterioro en la diversidad, calidad y valor nutritivo de los productos que se consumen es indisimulable. Hay caídas e incrementos muy pronunciados en tan solo un año.
Por caso, en la categoría lácteos la caída en quesos cremosos fue del 24,9% entre octubre de 2018 y octubre de 2019. Postres y flanes cayeron 23% y yogures firmes y bebibles bajaron 20,6%. En contrapartida, los alimentos lácteos a base de leche subieron 7,6% y las infusiones en saquitos como té y mate cocido crecieron 41,2%. En panificación, las facturas y los bizcochos bajaron 26,2% y el pan criollo 24,5% y subió el pan francés un 20,7% y el pan rallado y rebozador un 6%. Las frutas y verduras de hoja verde bajaron un 23% y la papa creció un 32,7%.
En carnes se ven caídas pronunciadas, que se enfrentan a fuertes incrementos de productos antes descartables: el pescado en conserva cayó 37%, la carne vacuna un 22,5%, los embutidos frescos un 22,8% y el pollo bajó 8,35%. La carne de cerdo subió 5%, pero la suba más fuerte la marcan las menudencias vacunas, con un 20,93% y las menudencias de pollo que subieron en la demanda un 45,83%.
“No hay que olvidar que los servicios, que antes eran un componente familiar dentro de la canasta total de una familia, subieron mucho y eso complicó aún más la posibilidad de consumir y de comprar productos nutritivos de la canasta de alimentos. Entonces tenemos fuertes variaciones en el consumo. Antes la carne vacuna se reemplazó con pollo y ahora estamos reemplazando el pollo con menudencias, hígado, mondongo alitas de pollo, rancho, cogote. La dieta cambió profundamennte”, remarca Ruiz.