“Falleció Mario Spiropulos, estoy muy triste. Desde hace varios días, estaba internado en Buenos Aires”. El mensaje del periodista Ramón Gómez, ‘El Negro’, interrumpe la rutina de la escritura matutina. La primera reacción es revisar el historial de WhatsApp y repasar el saludo de Fin de Año -lleno de buena onda y de mejores augurios- que ‘El Griego’ me envió en diciembre pasado desde Estados Unidos, donde estaba radicado desde hace muchos años y manejaba una empresa constructora.
Por esas cuestiones de la tecnología, el audio ya no está. Lamento no haber advertido que había que apretar alguna tecla para anular la “duración predeterminada” de esos chats. De inmediato recuerdo la caja de vinos caros, carísimos, que me regaló en una de sus últimas visitas a Córdoba y que todavía estoy reservando para alguna ‘gran ocasión’. “Esto es en agradecimiento mío y de mi familia por la nota”, me dijo aquella vez. ‘La nota’ fue una entrevista telefónica que -'Negro' Gómez mediante- Perfil Córdoba publicó el 28 de agosto de 2022. Por entonces, Spiropulos llevaba 12 años sin hablar con la prensa.
Aquella vez repasó su vínculo con la Academia, y contó que llegó a ser presidente casi por casualidad: “En 1976 me llamaron de una lista para que fuera de segundo y acepté porque desde ahí podía acompañar sin descuidar mucho mi trabajo. El día antes de la elección nuestro candidato tuvo un inconveniente y ahí me enteré de que no iba a presentarse”. “Yo era un joven empresario del barrio e hincha, pero no era muy conocido y alguna gente tenía dudas. Gané las elecciones y lo primero que dije es ‘de acá no se va nadie’ y sume a miembros de todos los sectores”, añadió.

Bajó su gestión, Racing de Nueva Italia llegó a jugar los torneos de la AFA y logró el histórico subcampeonato del Nacional ’80. “Fue algo inolvidable. Aquella vez se conjugaron varias cosas: un plantel de chicos del club que tenían una gran vocación, y un DT como Alfio Basile que los ayudó a terminar de formarse. Estuvimos muy cerca de alcanzar un logro histórico para el fútbol del interior. Lástima que en esa época los segundos no clasificaban para la Copa Libertadores de América. Eso nos hubiera dado un prestigio único como institución”. De los protagonistas de aquella campaña destacó las figuras de Basile (“su contratación fue el acierto más grande que tuve como dirigente”) y de Roberto ‘Pato’ Gasparini (“hoy es el ídolo histórico de Racing y lo tiene más que merecido, ya que reúne todas las cualidades, como jugador y como persona. Fue un privilegio haberlo tenido conmigo”).

“Quizá tendría que haber puesto más énfasis en una idea que tenía y que era la creación de una escuela de dirigentes, para formar a las nuevas generaciones y darles más herramientas a muchos pibes que venían trabajando con entusiasmo en los clubes. Esa puede ser la única asignatura pendiente. Después dejé al club sin deudas, sin juicios y con un predio de 16 hectáreas en Villa Esquiú, y con un estadio remodelado al que le pusimos el nombre de ‘Miguel Sancho’ para homenajear en vida a un gran dirigente y muy buena persona, cuya familia es muy fana de Racing”, sostuvo a modo de balance de su gestión dirigencial.
Y también habló de la Córdoba a la que llegó desde La Carlota cuando tenía cuatro años, y que tanto añoraba a la distancia: “Se extraña mucho. No hay como la idiosincrasia del argentino, y del cordobés en particular. Por el fútbol y los negocios me tocó recorrer muchos lugares y siempre me pregunté dónde me hubiera gustado nacer, y la verdad es que a mi país no lo cambio por nada, aun con los quilombazos que tiene. Córdoba es mi lugar en el mundo, donde estudié, trabajé, armé una familia y también pude hacer una experiencia muy linda como dirigente deportivo”.

En medio del apuro por terminar esta nota, recuerdo las charlas de café que compartimos en su última visita a Córdoba (“¡Huguito, por fin podemos conocernos y hablar personalmente”!), una mano a mano y otra con el colega Federico Jelic. “No ando muy bien de salud, pero ya voy a salir”, repetía cada tanto, mientras contaba de la fallida venta de Gasparini al Milan de Italia, reconocía que le podría haber ido mejor en Estados Unidos con un mejor dominio del idioma inglés o preguntaba por algunos personajes del fútbol de Córdoba que fueron sus contemporáneos.
Cara a cara, sin grabador de por medio y acompañado por su esposa Miriam, disfrutaba hablar largo y tendido (“¿hacemos otro café”?), y variado. Recordando cuando ‘los milicos’ lo metieron preso en el Cabildo en el comienzo de la última dictadura, repasando sus anécdotas con Diego Maradona o Daniel Willington, o contando que su hija fue la primera Melina de Argentina (“Por Melina Mércuri, una cantante griega”) y que cuando advertía que alguien llevaba ese nombre en algún contingente de compatriotas se acercaba para decirle que era gracias a él. Al mismo tiempo, hacía planes para ver en vivo y directo a la Selección Argentina en la Copa América 2024. Y para armar la próxima juntada: “Ando medio achacado, pero ya voy a estar mejor y voy a volver por más tiempo”. El último saludo de Fin de Año repitió el anhelo de un próximo café.