Nadie puede desconocer los misterios e interrogantes que se tejen desde hace años alrededor de la Galería Norte, algunos de ellos a partir de hechos fundados y otros con una alta carga de prejuicios. Lo cierto es que todo esto cobró valor la semana pasada a partir del hecho policial que se produjo a escasos metros de la galería, donde en una balacera fue abatido Raúl Oscar “Gordo Otto” Cortez, señalado por muchos como uno de los líderes de la actividad comercial que se desarrolla en ese lugar. Si bien el tiroteo pareciera no tener ninguna relación con la tarea que allí se realiza, el episodio de sangre disparó nuevamente las preguntas y especialmente las críticas a todo lo que rodea a la galería. Entrar a la Galería Norte es acceder a un mundo con reglas propias, donde la sensación (o más que eso) es que todo el tiempo se está al borde entre lo legal y lo ilegal.
Según algunas estimaciones unos 100 locales conviven en el paseo comercial, aunque no hay un relevamiento oficial que lo pueda sostener porque, según afirman, entrar a “censar” la galería es una tarea “casi imposible” para quienes tienen que hacer el trabajo de campo. De esa cantidad de comercios, un importante porcentaje se dedica a la venta de celulares.
Un investigador judicial que lideró varios allanamientos en ese lugar no tuvo rodeos al asegurar que “el 80 % de los celulares que se roban en la ciudad terminan en la Galería Norte”.
Zona gris.
Otro aspecto que llama la atención de ese espacio es la falta de información y de datos oficiales. Nadie, a ciencia cierta, sabe o al menos quiere decir si todos los locales están habilitados, a quiénes pertenecen, cuánto y a quiénes se le pagan los alquileres o quiénes son los propietarios de los espacios. Hasta el momento no se ha realizado ningún mapeo fiscal del lugar y los comerciantes del lugar no son demasiado abiertos a brindar detalles de su actividad y miran con bastante recelo a quienes intentan indagar en algunos aspectos. La galería tiene actualmente cinco administradores. Consultados en la Municipalidad de Córdoba sobre la situación de Galería Norte de manera escueta respondieron que habilitar un local en la galería es de “riesgo bajo”, es decir que se necesitan muy pocos requisitos, aunque se negaron a brindar mayores detalles sobre el funcionamiento regular del espacio. Para quienes recorren de manera habitual el lugar aseguran que el subsuelo con el que cuenta el lugar es uno de los núcleos de la ilegalidad, ya que allí van a parar los celulares robados, la ropa y cigarrillos de contrabando, las películas “pirateadas” y desde allí se distribuyen en algunos locales. ¿A quién le corresponde aplicar la autoridad sobre el funcionamiento y actividad de este tipo de centros comerciales? ¿A la Municipalidad, la Afip, la Aduana, la policía o la justicia? Es probable que todos los organismos de control y resguardo tengan que ser responsables de inspeccionar, asegurar y regular de manera cotidiana y efectiva estos lugares.
Daño a la economía formal.
Todos los prejuicios que existen sobre este espacio terminan manchando y perjudicando a quienes tienen en la galería sus comercios apegados a la ley y tienen que convivir a diario con el estigma del lugar. Consultados varios comerciantes de la zona céntrica no tienen pruritos en afirmar “que la Galería Norte le hace un gran daño a la economía formal y que gran parte de lo que allí se vende es adulterado o de dudosa procedencia. Eso es un aguantadero”, sentencian sin medias tintas. Otro aspecto que no puede ser pasado por alto es que para muchas personas trabajar en la informalidad es casi su único medio de supervivencia, y más aún, en una economía en crisis. ¿Es la galería una cueva de contrabando, piratería y evasión impositiva? ¿O es una arbitrariedad que daña al resto? Hasta ahora nadie pudo encontrarle una solución de fondo y definitiva a un lugar del cual todos sospechan pero pocos se animan a enfrentar, por falta de herramientas o de voluntad, aunque lo cierto es que a la vista de todos se ha levantado una estructura que mueve mucho dinero, que es oscura y que lastima el trabajo de muchos que, de buena fe, tienen su actividad allí.
Cómo está la causa judicial
El fiscal José Bringas está a cargo de investigar el hecho d o n d e m u r i ó Raúl Otto Cortez (uno de los administradores de la galería) quien recibió dos disparos en una balacera con la policía. Víctor Hugo Pedraza y Martin Romero son los policías que están imputados de homicidio agravado, aunque se encuentran en libertad. Agustín Cortez Heredia (hijo de Otto) está detenido acusado de lesiones graves por, presuntamente, haber baleado a Nicolás Matías García, en el incidente anterior a la muerte de Raúl Cortez. En tanto, otro de los involucrados, Facundo Marquilla recuperó la libertad. Para la justicia, hasta el momento, el suceso no guarda relación con las actividades de Cortez en la Galería Norte.