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CóRDOBA
DT TODORRENO

Gustavo Coleoni, un técnico ganador

El ‘Sapito’ disfruta de su Córdoba tras la obtención del ascenso a la Primera Nacional con San Miguel. El DT reflexiona sobre las virtudes de su carrera dirigiendo y sobre qué pasará con su futuro en el actual contexto del país.

Coleoni
UN LÍDER. Coleoni tiene una trayectoria relevante en el fútbol argentino. “Soy un entrenador con liderazgo de cercanía y sé gestionar”, se describió. | Prensa San Miguel

“Este es un nuevo día / para empezar de nuevo / para buscar al ángel / que nos crece los sueños...”, cantaba Facundo Cabral, y Gustavo Coleoni, como gran admirador de este cantautor argentino, le hace honor a ese clásico: se reinventa constantemente en el mundo del fútbol, dejando su huella en cada rincón del país
y logrando objetivo ansiados durante mucho tiempo por otros. Ese ángel parece que lo acompaña. Por estos días, el entrenador cordobés logró un ascenso histórico y lleno de dificultades con San Miguel en la B Metropolitana, un terreno inédito para él, que conquistó llevando al club centenario a la Primera Nacional después de 23 años. “Para cantar / para reír / para volver / a ser feliz”.

A horas de haber regresado a su ciudad, PERFIL CÓRDOBA dialogó con el ‘Sapo’, quien se mostró pletórico por el logro obtenido, pero reflexivo sobre su presente y lo que se viene.

—Dirigiste mucho en el interior, pero ahora lograste un ascenso con un club de Buenos Aires. ¿Se vive distinto?
—Sí, se vive distinto ganar un ascenso en un torneo como la B Metropolitana, que es de Buenos Aires prácticamente, que no tiene jugadores ni técnicos del interior. Tiene un sabor especial y lo disfrutamos mucho. Nos jugamos un poco la vida.

—¿Por qué?
—Es que nosotros estábamos esperando Primera división, estábamos terciando siempre en clubes de abajo. Teníamos casi cerrado en Aldosivi y apareció Palermo, después en Gimnasia y en ese lapso, pasaban los equipos de Primera Nacional porque nosotros queríamos Primera División. Pero pasó el tiempo y apareció San Miguel, que insistía todos los días. Vinieron a Córdoba, hicieron un esfuerzo grande para llevarse a todo el cuerpo técnico, llegamos a un acuerdo y cuando fuimos allá nos encontramos con una realidad bastante cruel: estábamos últimos, a tres puntos de Los Andes, descendiendo a Primera C. Trabajamos, nos salvamos de descender, y después pudimos armar nuestro equipo, tenía la obligación de ser protagonista, después ascender o no depende de muchas cosas para que se den. Tuvimos la suerte, la capacidad y la oportunidad.

—Tenés muchos logros, incluso más que varios DT que están en Primera. ¿Por qué no estás dirigiendo en Primera?
—No lo sé. Antes me hacía esa pregunta. Pero después me tocó dirigir en Primera, y estuvimos a la altura: jugué una final de Copa Argentina, ganamos, perdimos, empatamos, como le pasa a Sanguineti o Rondina, y me quedé tranquilo que no es una cuestión de capacidad. Es otra cuestión. No creo que sea menos o más que ninguno. Yo tenía que probarme, porque en el café somos todos buenos. Es cuestión de elegir, armar, implantar una idea y obtener resultados. Algunos técnicos trabajan bien, pero no logran resultados. A mí se me dieron los resultados. Ahora es probable que siga en San Miguel.

—¿Seguís en ese club?
—Es que tengo una duda. Si quedarme cuatro meses recuperándome, y disfrutar lo que nunca pude hacer en mi carrera: disfrutar de mis hijos, de mis viejos. Me pasa que cuando llego a Córdoba y estoy disfrutándolos, comienzo a buscar jugadores, me llegan mensajes. Tengo mi equipo de scouting. Pero me pongo a pensar que a nuestro país se le avecinan seis meses muy duros y no me puedo dar el lujo de tomarme ese tiempo. Afronto muchas responsabilidades con mi familia. Es una elección difícil. Seguramente terminaré dirigiendo. Estoy preocupado con lo que le viene, la clase media es la que más va a sufrir. Me están llamando para renovar con un contrato bárbaro y me voy a quedar en mi casa a descansar; no creo que amerite hacerlo. Pero la duda está.

—¿Alguna vez te llegaron propuestas desde afuera?
—Sí, varias veces, de equipos medios. Pero a mí me cuesta mucho irme. Me cuesta el desarraigo y más a esta edad. Lo primero que me fijo es cuánto demora el avión a Córdoba. Soy un tonto, capaz, pero es mi forma de vida.

—¿Volverás alguna vez a Talleres?
—No lo tomo como revancha o algo pendiente. Lo tomo como una circunstancia de la vida. Una vez fui a ver a Facundo Cabral, un mes antes de que lo mataran, y él dijo: “Si querés servirle a Dios, contale tus planes”. Un poco pasa por ahí. No me quita el sueño, porque no sería fácil para la familia. Mis hijos van a la cancha y es algo relevante en sus vidas y si llego a ser el técnico de Talleres les cambiaría la vida. Por eso no está como prioridad, mi prioridad es mi familia y, por eso, estoy en este ‘tire y afloje’ con algunas cosas.

Cuadro Coleoni