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2 años de Perfil Córdoba

La fatiga democrática

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Diagnóstico. "Esta fatiga democrática unida al malestar con la política impacta negativamente en los niveles de confianza de las instituciones, y afecta en especial a los partidos políticos". | Cedoc Perfil

Cuatro décadas después del inicio de la Tercera Ola, la democracia en América Latina está bajo fuerte presión: cae el apoyo a la misma, se dispara la insatisfacción y crece el número de indiferentes mientras el apoyo a gobiernos autoritarios se mantiene estable en un 15%.

Según los datos de Latinobarómetro 2018, el nivel de apoyo a la democracia perdió cinco puntos y se ubica en el 48%, el peor indicador desde la crisis de 2001.

El porcentaje de indiferentes (entre sistema democrático y autoritario) trepó del 16% al 28%. La insatisfacción con la democracia pasó del 51% al 71%, mientras la satisfacción descendió del 44% al 24%.

Esta fatiga democrática unida al malestar con la política impacta negativamente en los niveles de confianza de las instituciones, y afecta en especial a los partidos políticos.

En efecto, el alejamiento de los votantes con los partidos sigue en aumento, así como el enojo con las élites políticas tradicionales, lo cual facilita la irrupción de candidatos populistas y anti-establishment tanto de derecha como de izquierda.

Los recientes triunfos de Andrés Manuel López Obrador en México, de Jair Bolsonaro en Brasil y de Nayib Bukele en El Salvador, son tres ejemplos del fenómeno.

Este descontento democrático coincide con el deterioro que experimenta la calidad de la democracia en nuestra región.

Según el Índice Democrático 2018 que elabora The Economist, solo Uruguay y Costa Rica califican como “democracias maduras”. Nueve países son considerados “democracias defectuosas”, entre ellos Argentina. Otros cuatro -Guatemala, Honduras, Bolivia y Paraguay- son tipificados como regímenes híbridos. Por último, Nicaragua, Venezuela y Cuba son calificados como autoritarios.

¿Cual son las causas principales de esta fatiga democrática? Como bien señala Daniel Innerarity, “la política ha entrado en una zona de señalización escasa”.

Por un lado existen razones estructurales: el tránsito de una vieja a una nueva sociedad, la aceleración tecnológica y los cambios disruptivos, están provocando que las instituciones y la política hayan quedado desfasadas. Tenemos instituciones del siglo 19, con paradigmas del siglo 20, para gobernar sociedades complejas del siglo 21.

Por el otro, la falta de resultados. En mi opinión, los latinoamericanos no están pidiendo más autoritarismo. Lo que demandan es que sus gobiernos los escuchen mejor, gobiernen con transparencia y den respuesta oportuna y eficaz a sus expectativas y demandas. Piden eficacia, empleos de calidad, mejores servicios públicos, lucha frontal contra la corrupción y seguridad ciudadana.

Por ello, para lograr aumentar el apoyo ciudadano a la democracia y la satisfacción con la misma los dirigentes políticos deberán ser capaces de poder mejorarle la calidad de vida a la gente. Una nueva agenda.

Este nuevo y complejo escenario regional, en el que el populismo y la polarización asoman como dos de las principales amenazas, demanda una agenda renovada de reformas enfocada a mejorar los niveles de representación, garantizar la gobernabilidad y fortalecer la democracia.

Los objetivos de esta nueva agenda pasan por garantizar una ciudadanía efectiva, aumentar la participación ciudadana, recuperar la legitimidad y credibilidad de las instituciones y asegurar la plena vigencia del estado de derecho para sentar las bases de una democracia de nueva generación, de mejor calidad y mayor resiliencia, entendiendo por ello la capacidad de los sistemas sociales para afrontar crisis y desafíos complejos así como sobrevivir a ellos, innovar y recuperarse.

Esta es la nueva agenda que el liderazgo político latinoamericano necesita debatir con urgencia, inteligencia e innovación, dirigida a recuperar la complicidad y confianza de una ciudadanía que se identifica con la democracia, pero que descree de sus instituciones y está frustrada con la política y sus élites.

Daniel Zovatto es director regional de Idea Internacional