En conferencia de prensa, Santiago Muñoz Machado, director de la Real Academia Española, declaró: “Estamos más que dispuestos a favorecer todo lo que sea necesario para que la visibilidad del sexo femenino en el lenguaje se incremente mucho más. Pero no podemos cambiar las reglas del juego porque la academia no es la dueña del lenguaje”.
En el marco de las ponencias, distintas expresiones sobre el tema sacudieron el corazón mismo del evento.
Por caso, la escritora y periodista argentina Luisa Valenzuela disparó frases como: “Temen al lenguaje inclusivo porque amenaza la supremacía masculina y aun el monoteísmo”; “el lenguaje español tal vez no es machista, pero es, al menos, patriarcal” y “la Academia
se ocupa más de la tecnología que de la inclusión”.
Durante el conversatorio entre Soledad Gallego-Díaz y Jorge Fernández Díaz, el periodista remarcó la importancia del lenguaje inclusivo como síntoma, pero se posicionó en contra de quienes quieren imponerlo a la Academia. Al respecto, Gallego-Díaz, quien ha dado impulso desde El País a las políticas de género, señaló: “Lo que se intenta con el lenguaje inclusivo es de mostrar que las estructuras de poder dejan a las mujeres en una posición secundaria. Pero es un movimiento político, no lingüístico”.
En ese instante, Claudia Piñeiro, moderadora del panel entre los periodistas, irrumpió con una precisión: “No conozco ninguna feminista que esté preocupada porque la RAE apruebe el uso del lenguaje inclusivo”.
Al día siguiente, en otra mesa, Piñeiro agregó: “No sabemos hoy si el lenguaje inclusivo terminará siendo adoptado por la lengua española, lo sabremos en el futuro, pero muchos de los que están en contra argumentan desde el lugar de una supuesta superioridad con subestimación y algo de prepotencia. Casi como el conquistador, están imponiendo sus reglas en otro territorio. Y en esta caso y en este siglo, ese territorio no es geográfico sino humano; es la mujer y los géneros no binarios”.