“Estamos inmersos en un momento muy crítico en Bolivia. Evo está preocupado por lo ocurrido y por lo que pueda suceder en el futuro. Busca que se pueda participar en las elecciones en condiciones de igualdad, los candidatos del MAS y de todas las fuerzas”.
Las palabras son de Hugo Siles, exministro de Autonomías de Bolivia, quien viajó días atrás desde Santa Cruz de la Sierra para reunirse con Evo Morales, y recaló en la Córdoba donde estudió y se graduó como Licenciado en Relaciones Internacionales a mediados de los 90.
En medio de una agenda con urgencias políticas y reencuentro con camaradas de la Universidad Católica, Siles dialogó con PERFIL CORDOBA sobre el presente de su país.
—Bolivia aguarda el anuncio formal sobre quiénes serán los candidatos del MAS que Evo prometió hacer hoy desde Argentina. ¿Qué nombres y perfiles se barajaron?
—Hay nombres que surgen a partir de consultas a los movimientos sociales. Allí quienes más suenan son Luis Arce Catacora, exministro de Economía, y Andrónico Rodríguez, vicepresidente de las Seis Federaciones del Trópico de los Cocaleros de Cochabamba. Además de ellos, está David Choquehuanca, ex ministro de Exteriores (a quien parte del MAS apoyó como candidato el jueves pasado); Diego Pary, último en ocupar el cargo de canciller en nuestro Gobierno, y también Adriana Salvatierra, ex presidenta del Senado y actual legisladora. Evo buscó un consenso con organizaciones sociales y asambleas en todo el país para que esos nombres puedan combinarse en candidaturas a presidente, vice y otros cargos. Presiento que Evo preferiría una fórmula con Luis Arce y Andrónico Rodríguez, porque es la combinación entre experiencia en el manejo de la administración pública, de la economía acertada de Arce, y la renovación que significa Andrónico Rodríguez, dirigente cocalero de 30 años, que refleja juventud y mucho arraigo social, de base.
—El candidato tendrá la “bendición” de Evo pero también el desafío de ocupar en mayo su lugar ante las urnas…
—Es muy difícil que cualquier candidato que se anuncie asuma un rol de articulación política como el que tuvo Evo en más de una década. Evo va a mantener su liderazgo en el MAS aparte de ser jefe de campaña. Arce viene de otra formación, en el exterior; es académico, tiene otro perfil político. Evo se formó en la vida, en la lucha, en las calles. Cada liderazgo, ya fuera Arce o Andrónico o Choquehuanca, va a estar caracterizado por las circunstancias. Éste no es un momento similar a aquel en el que el MAS y Evo ganaron las elecciones de 2005 con el 54 por ciento. Pero el MAS tiene como principal argumento el haber logrado cambiar la vida económica, social y política de Bolivia. Hoy la gente sigue viviendo bajo un modelo que modificó estructuras anquilosadas que en el pasado sometieron al país a pobreza, marginalidad, carencia y subordinación. La mejor carta electoral del MAS es la realidad económica.
—El liderazgo de Evo explica que el MAS haya buscado su reelección, pero ¿no fue este el paso en falso que esperaban sus detractores para dar el golpe?
—La decisión de ir a referéndum para modificar el artículo 168 de la Constitución y permitir la reelección de autoridades estuvo signada por riesgos. Por un lado le abrió a la oposición la posibilidad de una estrategia para debilitar la imagen de Evo. Internamente, al no tener una figura sucesoria, se buscó garantizar el proceso político boliviano. Se había visto lo que pasaba en Brasil, Argentina o Ecuador, los riesgos que traía el debilitar a gobiernos progresistas. Y en el MAS no se encontraba una figura de recambio. Las organizaciones sociales promovieron que Evo fuera otra vez candidato. Recuerdo bien que él no quería estar en un nuevo escenario electoral y siempre dijo que se retiraría. Pero era muy difícil dejarlo suelto si no había sucesor natural que garantizara cohesión interna. También era previsible que esa veta de la oposición se activara, y se activó con ayuda externa. La oposición nunca tuvo luces para estrategias como la de inventar un hijo de Evo. Esas cosas tuvieron financiamiento y lograron fijar la duda sobre algo que no habían podido penetrar nunca: la ética del presidente.
—¿Qué papel tuvieron la OEA y su secretario general, Luis Almagro?
—Almagro dijo que no podía discriminar a Evo del proceso electoral porque en la jurisprudencia de la región había casos similares y no podía ir contra eso. Nosotros vimos las encuestas y si bien Evo tenía desgaste y merma de apoyos, éstos seguían muy por encima de los de muchos presidentes en condiciones de ir a una reelección. Eso lo leyó la oposición y Almagro, que siempre representó intereses contrarios a que Evo pudiera mantenerse en el poder democráticamente. El Tribunal Constitucional había cerrado el debate jurídico, pero el debate político estaba abierto y la oposición aprovechó para introducir dos términos en la discusión: democracia y libertad. La democracia se cualificó en Bolivia en estos 14 años en lo social, lo político, lo económico. El referéndum de autonomías y la participación de sectores invisibilizados durante décadas son las mejores muestras. Democracia y libertad son dos valores republicanos que crecieron, pero son los que más se utilizaron contra Evo. Después, Almagro hace circular a las 4 de la mañana del 10 de noviembre, el dictamen de la OEA que debía salir tres días después. En medio del caos, divulgó ese informe que incendió más el país.
—¿La caída del sistema de cómputos el 20 de octubre fue el casus belli con el que la oposición cantaría fraude? ¿Cree que fue urdida para causar lo que vino después?
—El sistema de votación en Bolivia está flanqueado por una supervisión de todas las fuerzas políticas. No hay forma manual de hacer fraude. Y si alteras informáticamente algo, salta también porque no coincide con resultados del proceso físico. El 20 de octubre a las 21.30, con menos del 10 por ciento del cómputo oficial, Carlos Mesa ya hablaba de fraude. No solo de estar en segunda vuelta sino de “fraude”. A las 22 empezaron a circular mensajes de WhatsApp sobre guerra civil, enfrentamientos, desabastecimiento de combustibles y alimentos. Eso circulaba en las redes, con millones de mensajes y videos falsos de quemas de instalaciones e industrias. Así como en 2016 se generó el montaje del supuesto hijo del presidente, el 20 de octubre se instaló un fraude que no existió. Ni el informe de la OEA se animó a poner “fraude”. Habló de “debilidades en la cadena de custodia”, de “un sistema informático permeable”... Hablan de 300 actas irregulares sobre 35.500. Aún así Evo renunció tras pedir anular la elección y nuevos comicios. Pero, sin que termine el escrutinio, ya habían metido presos a vocales del órgano electoral… Almagro y lo que representa fue el eslabón final de esa cadena que terminó enterrando todo un proceso y derivó en esto que vivimos hoy.
Córdoba, referencia y destino
Hugo Siles Núñez del Prado llegó con 21 años a Córdoba para cursar la Licenciatura en Relaciones Internacionales en la Universidad Católica de esta ciudad. Vivió aquí entre 1989 y 1995 y, aunque su historia y formación continuaron en Bolivia, nunca se desentendió del todo de la Docta. Por eso cuando a de fin de 2019 emprendió, junto a su pareja, un largo viaje en auto desde Santa Cruz de la Sierra pensó no solo en reunirse en Buenos Aires con Evo Morales, de quien fue ministro y viceministro, sino también en visitar a amigos y colegas.
“Primero viví en la zona de La Cañada, entre San Luis y Montevideo, cuando ese lugar no tenía el boom comercial y de esparcimiento de hoy. Después me mudé a Alberdi, en Deán Funes al 800”, dice Siles en medio de las noticias y llamados desde su país. Mientras evoca viajes a Córdoba, conferencias en la Católica o eventos en los que conoció al exintendente Ramón Mestre, y al actual, Martín Llaryora, su teléfono no deja de vibrar.
Desde La Paz, el exministro de Gobierno Carlos Romero denuncia hostigamiento en el hospital adonde fue derivado por una descompensación sufrida al regresar a su casa, tras semanas como “huésped” de la Embajada argentina. Romero temía acciones del gobierno de facto que este viernes se concretaron con su prisión preventiva.
—¿No tiene miedo de lo que pueda sucederle a su regreso a Bolivia?
—No tengo ningún proceso judicial que implique alterar mi vida pública. Pero hay preocupación porque hoy existen en Bolivia persecuciones, amedrentamientos, ausencia de garantías. No son condiciones normales y no se puede hablar de tranquilidad.