El represor Luciano Benjamín Menéndez falleció en la mañana del martes a los 90 años en el Hospital Militar de la ciudad de Córdoba, donde permanecía internado desde el 7 de febrero. El delicado estado de salud que atravesaba el exjefe del Tercer Cuerpo de Ejército entre 1975 y 1979 no impidió que la Justicia avanzara en su juzgamiento por violaciones a los derechos humanos y delitos de lesa humanidad. Además, enfrentaba un proceso en el Juzgado Federal N° 1 de Córdoba.
Menéndez fue el militar que más condenas tuvo por su accionar en la dictadura militar que padeció el país entre 1976 y 1983: recibió 13 sentencias a perpetua. Como exjefe del Tercer Cuerpo fue la máxima autoridad en Córdoba durante los años del terror y estuvo a cargo de la represión en Jujuy, Salta, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, San Luis, Santiago del Estero y Tucumán. Bajo el mando de “el Chacal”, “la Hiena” o “Cachorro”, tal como se lo conoció por aquellos años, funcionó en Córdoba el destacamento de Inteligencia 141 General Iribarren, del que dependía el centro clandestino de detención La Perla, por donde pasaron unas 2.500 personas.
Según testigos que declararon en los juicios que debió enfrentar, Menéndez solía visitar ese campo de exterminio y algunos señalaron haberlo visto presenciando fusilamientos. De los cientos de represores que fueron juzgados en el país, Menéndez no se privó de usar el banquillo de los acusados como tribuna para continuar defendiendo la política de sangre y fuego desplegada por la Junta Militar, basada en el terrorismo de Estado.
Desde ese espacio supo decir que “era objeto de una persecución que lleva más de 30 años” y que solo declararía ante jueces militares, por lo que esos procesos “carecían de valor jurídico”. “Estos juicios son inconstitucionales, ya que el artículo 18 de la Constitución Nacional indica que no se puede juzgar por hechos anteriores al proceso por jueces que no sean designados por el Consejo Supremo de la Fuerzas Armadas, por lo cual son incompetentes, ya que somos militares que derrotamos al régimen marxista”, sostuvo en uno de los primeros juicios.
Desde ese espacio supo decir que “era objeto de una persecución que lleva más de 30 años” y que solo declararía ante jueces militares, por lo que esos procesos “carecían de valor jurídico”. “Estos juicios son inconstitucionales, ya que el artículo 18 de la Constitución Nacional indica que no se puede juzgar por hechos anteriores al proceso por jueces que no sean designados por el Consejo Supremo de la Fuerzas Armadas, por lo cual son incompetentes, ya que somos militares que derrotamos al régimen marxista”, sostuvo en uno de los primeros juicios.
Fiel a su estilo, aquel que hasta lo llevó a cuestionar a los miembros de la Junta Militar por considerarlos “blandos” en su lucha contra “la subversión”, Menéndez precisó que “en caso de haber alguna responsabilidad de parte de los militares, soy el único responsable de las actuaciones de mi tropa por lo que a mis subordinados no se les puede acusar de nada y deben ser liberados inmediatamente”.
Como si el tiempo se hubiera detenido en la década del 70, supo decir ante los jueces: “Tengo derecho a creer que formo parte de un plan principal del marxismo que vencimos hace 30 años y esos terroristas marxistas del extranjero conducidos por países como Cuba y otros, son los que asaltaron la República en los años 60 y 70”.
Como si el tiempo se hubiera detenido en la década del 70, supo decir ante los jueces: “Tengo derecho a creer que formo parte de un plan principal del marxismo que vencimos hace 30 años y esos terroristas marxistas del extranjero conducidos por países como Cuba y otros, son los que asaltaron la República en los años 60 y 70”.
El “Cachorro” también será recordado por su participación en algunos operativos en los que se reservaba su “botín”. De hecho, en la Justicia de Córdoba se comprobó, en 2016, que hubo una usurpación de la empresa Mackentor, donde Menéndez fue acusado de allanamiento ilegal y usurpación.
Menéndez, quien nació en San Martín, provincia de Buenos Aires, entró al Colegio Militar en 1943 y ascendió a coronel en 1966. Su controvertido apellido tiene una larga trayectoria entre los militares argentinos: al igual que él, su abuelo había querido iniciar la guerra contra Chile; su padre se sublevó en 1951 contra Juan Perón y su sobrino, Mario Benjamín Menéndez, se rindió en Malvinas.