Los primeros diagnósticos ya están sobre los escritorios y empezaron a ser preocupantes. En el cálculo más conservador, el sector agrícola cordobés podría enfrentar pérdidas de más de US$1.000 millones como consecuencia del nuevo ciclo climático de La Niña.
Esta proyección significa alrededor de un 23% de la pérdida total de US$4.350 millones que el Departamento Económico de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) estima por el impacto de la sequía en 65% del núcleo agrícola (unas 28 millones de hectáreas).
“Se perdería algo más que en la sequía del 2012 (cuando la falta de lluvias esfumó US$882 millones en Córdoba), pero recién estamos en las estimaciones preliminares sin saber a ciencia cierta la extensión en tiempo que tendrá esta vez el fenómeno”, explicaba a PERFIL Córdoba un asesor agro financiero.
Si bien el dato ya es alarmante, solo toma en cuenta la disminución promedio de rendimientos sin contemplar aún el impacto económico que habrá por deterioro en la calidad de los granos.
Para evitar “la timba de números” en el análisis de la situación, los expertos aconsejan seguir de cerca las actualizaciones de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), de la Bolsa de Comercio de Rosario. Según la GEA de la última semana, la falta de agua recortará 5,5 millones de toneladas de producción en soja (cuyo total nacional quedaría en 46,5 millones) y restará 4,9 millones de toneladas de maíz (que terminaría en 35 millones totales para el país).
Panorama cordobés. En ese contexto, la Guía Estratégica para el Agro estimó rendimientos que evidencian los problemas productivos en marcha: la soja tendrá en Córdoba un rinde promedio de 27,2 quintales (frente a los 33,7 que se lograron en la campaña del año pasado y lejos de los 38,1 obtenidos en el ciclo récord de 2014/15). La producción total de este grano en la provincia se proyecta en unas 12,63 millones de toneladas.
Para el maíz, en tanto, Córdoba recibió el mayor ajuste de rinde de toda la zona núcleo respecto a la estimación de hace un mes: caerá en 13,3 quintales por hectárea, por lo que ahora se calcula un rinde de 68,3 quintales (el año pasado fue de 88,5 quintales). De este modo, la producción total sumaría unas 13,73 millones de toneladas.
Sin embargo, la dimensión del deterioro de la producción aún está en proceso. “Lo que resta de febrero tendrá las mismas características que las semanas anteriores: lluvias aisladas de montos bajos a moderados”, explica José Luis Aiello, experto en clima de la Bolsa de Comercio de Rosario. “Las necesidades hídricas del 70% de la soja trepa por encima de los 140 milímetros. Las esperanzas de incrementar el peso de los granos en soja de primera estaban puestos en las lluvias de esta semana, que no llegaron”.
La situación que están relevando los especialistas en diferentes zonas del núcleo agrícola es angustiante.“El cultivo (la soja) se encuentra muy deteriorado, con importantes áreas con pérdidas totales de plantas. Solo algunos (productores) han realizado tratamientos para control de plagas. El resto aguarda alguna lluvia para aplicar, sino abandonarán los cultivos”, indica el informe GEA de este jueves. Son imprescindibles al menos 50 milímetros para mantener la sobrevivencia de las plantas.
Ecuación de precios y costos. Siendo Argentina uno de los principales productores mundiales de soja, la sequía en curso hizo subir los precios. En el Mercado a Término de Buenos Aires, (MATba), la soja a noviembre 2018 cotizaba a US$ 316,90, en el cierre del 22 de febrero; a iguales fechas, Chicago ofrecía US$377,64. Para el maíz, el precio MATba de noviembre se fijó en US$168,70; mientras, Chicago, a diciembre de 2018 ofertó US$156,39.
Esto, que en principio podría ser una buena noticia para el productor local que logre sortear la sequía con un aceptable rendimiento promedio, podría neutralizarse por la excelente cosecha de Brasil que tenderá a bajar la cotización internacional. Según la consultora AgRural, Brasil produciría 112,9 millones de toneladas de soja en la temporada 2017/2018, un alza respecto a la previsión de noviembre, que fue de 110,2 millones.
Si a esto se agrega el hecho de que los costos en la economía nacional no logran estabilizarse, la ecuación de negocios para el productor cordobés se está volviendo compleja. Sobre todo, para aquellos que cerraron contratos de arrendamientos de campo a precios que hoy podrían no ser sostenibles.
"En campo propio se necesita un rinde de 31 quintales de soja de primera (implantada en noviembre) y 16 de soja de segunda (en diciembre) para salir hecho", señala el productor y asesor de Grupos CREA Julio Lieutier. En campo alquilado, cuya renta equivalga a 16 quintales por hectárea de soja, se deben alcanzar 43 quintales de soja de primera y 22 de segunda, para cubrir los costos, analiza el experto.
Haciendo números finos, en este marco y con el rinde que está dejando la sequía, un productor sojero de la provincia sólo estaría salvando la situación con la soja de segunda, con campo propio o alquilado, y siempre y cuando La Niña no se ponga más ruda.
IMPACTO FISCAL
Los US$1.000 millones que podrían costar el paso de La Niña por la zona productora de granos más potente de la provincia (y los más de US$4.000 millones en toda la zona núcleo del país) no tardará en derramar su impacto a las cuentas fiscales, tanto nacionales como provinciales.
Según cálculos de la consultora Agritrend, con una pérdida de ingresos en dólares de entre US$3.000 millones y US$4.500 millones, la Nación tendría que sacrificar alrededor de US$600 millones en retenciones.
Por el lado de la Provincia, basta recordar que el Presupuesto 2018 prevé ingresos por el Impuesto Inmobiliario Rural por $4.311 millones, cifra que no contempla los descuentos de hasta el 50% que pueden acumularse por ser un contribuyente cumplidor (30%), pagar en cuota única (10%) y hacerlo on line (10%).