Probablemente Cambiemos Córdoba no se rompa, pero lo más grave es que parece que Cambiemos ya se rompió. No se trata de no creer en las buenas intenciones de los dirigentes de la coalición cuando aseguran que el perdedor acompañará al que triunfe para desalojar del poder a Unión por Córdoba después de 20 años. La cuestión es cuando aparecen en escena los dirigentes de segunda línea, aquellos que hablan sin tapujos al apagar el grabador y se asegura el off. La crudeza de la interna allí cobra su sentido real. Y conviene escuchar con atención lo que se dice.
“Todavía no sabemos si habrá internas, pero esto nos desgastó tanto que vamos a llegar muy mal al 12 de mayo. Y si las internas se hacen, va a ser muy difícil que los que pierdan trabajen para que el ga nador pueda vencer a Schiaretti”, dice uno de los operadores que sigue de cerca los movimientos de Cambiemos, y reitera su hastío por una situación que ya se dilató tanto que hace difícil vislumbrar un final digno.
Si algo le faltaba a esta trama era la judicialización de la interna, que se materializará el miércoles, cuando Mario Negri se presente en la Junta Electoral para afirmar que no existen “las elementales condiciones de transparencia” en la compulsa en la que debe enfrentar a Mestre.
La disputa llegó a un punto de tensión tal, que el secretario General del PRO, integrante de la mesa chica de Marcos Peña, Francisco Quintana, con la prudencia que caracteriza al team Peña, aseguró que si no hay solución inmediata, la UCR nacional debería intervenir en la disputa y tomar una decisión.
Traducido: ¿hasta cuándo el PRO (y Cambiemos) tendrá que padecer una interna entre radicales que de una u otra forma va a afectar al Presidente? Desde la vereda de enfrente siguen atentos lo que sucede en Cambiemos. En Unión por Córdoba están tranquilos porque los números, por ahora, cierran: Schiaretti les ganaría tanto a Negri como a Mestre. Al primero por una diferencia menor.
Aunque no es lo mismo enfrentar a Negri que a Mestre. Por si quedaba alguna duda, en la semana que pasó se disipó: el intendente metió en la campaña en la que él está lanzado desde hace tiempo, hablándole a Schiaretti y no a Negri, la cuestión de la seguridad, con foco en el narcoescándalo en Río Cuarto y con la salud del gobernador, lo que encendió las alarmas en El Panal. “La diferencia de intención de voto con Mestre es muy grande, pero sabemos que una campaña con él es ir al barro”, dicen fuentes cercanas al gobernador.
Nadie cede, nadie se baja y por más que algunos (no todos) intenten disimularlo, Cambiemos se resquebraja. Hasta mayo puede que no se rompa. Con el resultado puesto y la suerte de Macri echada se verá que será de la coalición: si se consolida como una fuerza capaz de crecer más allá de tres dirigentes con peso nacional o si se trata de un sello que se diluyó tras una interna, la cordobesa, en la que nadie quiso (o pudo) encontrar una solución.