Perfil
CóRDOBA
LA ECONOMÍA DE MILEI

Reforma Tributaria: cómo eliminar los “malos impuestos” e incentivar la rueda de la economía

El laberinto impositivo que representa el sistema tributario argentino atenta contra el desarrollo productivo, al caracterizarse por impuestos distorsivos, regresivos y anti productivos. Sin embargo, se presenta hoy la oportunidad de simplificarlo para dar lugar a un mejor desarrollo económico y de la administración tributaria.

La reforma tributaria que busca implementar Milei
La Reforma Tributaria que busca implementar Milei | Cedoc

Actualmente el sistema tributario argentino es una maraña de impuestos, en su mayoría altamente distorsivos y regresivos, que llevan la presión tributaria al 28% del PBI, ubicándose entre una de las más altas de América Latina y con una contraprestación en servicios y bienes públicos claramente deficiente.

El problema es que además de la gran cantidad de impuestos, varios de estos son malos impuestos, porque distorsionan las decisiones de los agentes económicos cuando deciden invertir, generar empleos, movilizar capital de trabajo y usar insumos, a la vez que son inequitativos, porque no llevan a que las personas con mayores ingresos o capacidades contribuyan proporcionalmente más al sistema impositivo. Como ejemplos de estos impuestos distorsivos se encuentran las cargas sociales (que penalizan la formalidad de empleados), el uso del dinero digital (impuesto al cheque), la exportación (retenciones), y un remanente de impuestos que penalizan la producción y la inversión.

Reforma laboral: peor es nada

Así, en el sistema tributario argentino conviven más de 160 impuestos, y su diseño y administración está en manos de los tres niveles de gobierno, que fijan diferentes reglas tributarias y muchas veces se superponen, dado que varios de estos impuestos gravan simultáneamente el mismo hecho imponible, como por ejemplo IVA, ingresos brutos y las tasas municipales, que recaen sobre las ventas. También existen perversos mecanismos de adelantamiento en el pago de los impuestos, tales como los regímenes provinciales de retención y percepción, que son sumamente complejos, alientan la informalidad y generan grandes perjuicios financieros en el sistema productivo.

Superávit financiado con impuestos distorsivos

Hoy en día, el superávit logrado por el gobierno está siendo sostenido en base a malos impuestos, al financiarse principalmente del impuesto país, ubicado en primer lugar en el ranking de la recaudación nacional, que encuentra soporte en el cepo cambiario que apresa al país hace varios años, al ser un gravamen que encarece un 30% la compra de divisas para ahorro y los consumos con tarjeta en el exterior.

Al mismo tiempo, también encuentra financiamiento por medio de colocar impuestos a las exportaciones, conocidas como retenciones, lo que distorsiona las decisiones de producción y alienta a la informalidad. Por lo tanto queda en evidencia que este esquema forma parte de una estrategia fiscal insostenible que desincentiva la formalidad y la producción eficiente.

Recaudación total nacional según tributo

 

Un buen impuesto demonizado: el caso del impuesto a las ganancias

El impuesto a los ingresos de las personas es uno de los pilares de los sistemas tributarios de los países más prósperos, no sólo porque es una de las principales fuentes del financiamiento del Estado sino también porque es una de las herramientas más potente que se cuenta para redistribuir progresivamente ingresos.

En los últimos años, en Argentina el Impuesto a las Ganancias ha estado frecuentemente debatido acerca de la forma en la que se debería aplicar, al punto de usarse de manera tibia y pensar en su eliminación, llevando a que el sector público se financie con impuestos más regresivos.

La “Reforma Laboral” puede mejorar la situación de los trabajadores: por qué impulsaría el empleo

Existen varias razones que explican por qué no es conveniente su eliminación. En primer lugar, la parte del impuesto que se cobra a las personas equivale a cerca de 2% del PIB, por lo que eliminarlo significa una gran pérdida de recaudación que, si no se acompaña de bajos niveles de gasto público, generaría mayor financiamiento monetario e inflación. En segundo lugar, la decisión iría en contra de las políticas llevadas a cabo por los países desarrollados que tienen el fundamento de evitar distorsionar las decisiones económicas de producción, para que recaiga sobre las fases finales de los procesos productivos, y no al inicio o en el transcurso de ellos como sucede en Argentina, buscando gravar los ingresos de las personas y empresas, y otorgar mayor progresividad al sistema.

Actualmente, en el proyecto de Ley de Bases se abordaron aspectos para mejorar su aplicación incorporando detalles acerca del ingreso desde el cual se comienza a pagar, su progresividad y las reglas para actualizar sus parámetros, tendiendo a incorporar las mejores prácticas a nivel internacional.

¿Qué cambios deben tenerse en cuenta a la hora de pensar en una reforma impositiva?

El objetivo final de la reforma impositiva debería ser la simplificación y la unificación de los impuestos, esenciales para fomentar la inversión, estimular el crecimiento económico y mejorar la competitividad.

Marcha atrás con el aumento de las prepagas: se cristaliza el 40% de pérdida en la medicina privada

Para esto, es necesario diferenciar aquellos impuestos eficientes, de modo que puedan reemplazar a los que se consideran distorsivos, desalientan la producción, tienen impactos regresivos en la distribución del ingreso y son permeables a altos niveles de evasión.

Tomando el ejemplo de una venta, la misma es gravada tanto por el IVA, los ingresos brutos y las tasas municipales, pero a pesar de gravar lo mismo, sus impactos y niveles de evasión son muy diferentes, siendo el IVA el mejor instrumento. Por lo tanto, el IVA debe absorber a los impuestos internos e Ingresos Brutos.

Generalizando a los demás impuestos, la sustitución de los malos impuestos por los buenos, creará un entorno más favorable para la producción, mejorará el funcionamiento de la economía, reducirá la carga burocrática sobre los contribuyentes y el Estado y disminuirá los niveles de evasión.