CORONAVIRUS
Solidaridad y coronavirus

RSE en cuarentena: 3 cosas que deben hacer las empresas y 3 cosas que no

Estrategias que sirven y otras que fallan o no alcanzan en materia de Responsabilidad Social Empresaria durante la cuarentena.

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CORONAVIRUS. Las empresas se encuentran frente a la opción de ayudar en serio o actuar con oportunismo. | Néstor Grassi

Entre los múltiples efectos de cambio cultural que también produjo la pandemia de Coronavirus,  la cuarentena y el aislamiento, también puede anotarse un cambio en el cínculo entre empresas y sociedad. Vuelve al protagonismo de un concepto que había sido relegado: el de la Responsabilidad Social Empresaria. La parálisis de gran parte de la actividad y la necesidad concreta de los sectores más vulnerables de la población, sumada a la urgencia que implica la necesidad de tomar decisiones evitando burocracias, abre un desafío al mundo de las empresas y de los empresarios, que se complejiza ante la dificultad económica previa que no dejó de acrecentarse en este lapso. La Responsabilidad Social Empresaria, que se suma a la de los ciudadanos expresada en el #QuedateEnCasa implica un nuevo paradigma que, tal como sucede con otras cuestiones, quizás constituya la base de es futuro diferente del que se habla a nivel global durante toda la crisis. 

¿Por qué se habla de Responsabilidad Social Empresaria? Básicamente, porque ante el desafío de la situación, con la ley, con las leyes, no basta: se trata de ir más allá (en realidad, más acá, más cerca de las personas) con el efecto de mitigar carencias que son más que económicas. 

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Julián D´Angelo, Coordinador Ejecutivo del Centro Nacional de Responsabilidad Empresarial de la UBA, señala que “Hace nueve años, con el recuerdo reciente de la crisis económica de 2008 y de la gripe A, Bower, Leonard y Paine, de la Universidad de Harvard (EEUU), publicaron el libro “Capitalismo en riesgo: repensar el papel de los negocios”, donde incluyeron a las pandemias en una lista de las once amenazas para el capitalismo global: “el estallido de una enfermedad infecciosa no tratable podría afectar rápidamente al comercio y a los mercados financieros en todo el mundo”. Virus más resistentes, una economía de mercado globalizada que permite y promueve el libre tránsito de personas por prácticamente todo el mundo, y la inacción de los gobiernos, es el combo que destacan los autores para el origen de las posibles crisis sanitarias que atravesará el mundo”.

Es este contexto de tantos cambios, es mucho lo que se necesita y mucho lo que hay que hacer. Pero también en la gestión de la responsabilidad también existen los errores no forzados, que pueden tener el efecto inverso al buscado. D´Angelo señala que “El Foro de Convergencia Empresarial, integrado por entidades empresarias, profesionales, fundaciones, ONGs y organizaciones representativas de distintos credos religiosos, publicó una Carta Abierta a los Líderes Empresarios apelando a la responsabilidad social y al compromiso para tomar las medidas necesarias que garanticen el “distanciamiento social” y, al mismo tiempo, se garantice la prestación de los servicios esenciales para los argentinos”.

En pocos días, se cumplirá el primer mes de cuarentena. En este contexto, es observable una cantidad de acciones e iniciativas. Se suele hablar de greenwashing, como el conjunto de acciones de sustentabilidad cuya intención es más de comunicación que con el fin de producir efectos reales. También existe por estos días una suerte de socialwashing. 

Hay, sin embargo, claves que permiten distinguir estrategias que sirven y otras que no.

3 cosas que deben hacer las empresas:

  1. Articular: En una sociedad como la Argentina (en los países capitalistas, en general), las empresas tienen una ventaja sobre el estado. La toma decisiones puede ser más rápida y menos burocrátrica. Por eso, ante la compra de insumos se puede actuar con mayor celeridad. Pero lo que diferencia a las acciones reales de RSE sobre lo que podríamos denominar como “beneficencia” es el origen y la intención de las inversiones que se hagan. En un contexto de crisis le cabe al Estado determinar prioridades. Y el rol de las empresas es encontrar los canales de comunicación para que las acciones sean conducentes. A veces, la organización del gobierno es poco receptiva o lenta. Pero la estrategia solo llega a obtener resultados en la medida que se produzca la conección entre las partes. La pandemia ofrece casos de éxito de tal articulación, especialmente en el interior del país.

  2. Generar voluntariado: la sociedad expresó adhesión a las decisiones en materia de salud del gobierno. Las empresas tienen la oportunidad de transmitir al conjunto de su organización ese espíritu. Educar en materia de prevención e involucrar a los empleados en las acciones que se asuman, hace que los mensajes se viralicen y crezcan. La tecnología puede jugar positivamente en este sentido.

  3. Mantener contacto permanente con la sociedad civil: en este contexto, especialmente en lo referido a lo social, el gobierno estableció una primera referencia en las organizaciones sociales y religiosas. Curas villeros, pastores evangélicos, cooperativas y merenderos pueden ser la puerta para acciones más efectivas.

3 cosas que no deben hacerse:

  1. Evitar el oportunismo: la sociedad está atenta a los matices entre quienes realmente ayudan a las comunidades necesitadas y quienes aprovechan la situación con otros fines.

  2. Olvidar el eje de cada negocio: la responsabilidad social se basa en profesionalizar las acciones sobre la sociedad. Por tanto, la clave está en no contradecir lo que se hace con la labor habitual de las organizaciones.

  3. No tener en cuenta la escala. En general, y mucho más en el particular de la situación reinante, es esencial que las acciones de Responsabilidad Social cumplan con la función de llegar a más gente. Si bien cada ayuda es valiosa y produce efectos, hay que cuidar dónde y cómo se invierte. Las mejores decisiones son las que afectan positivas a más gente

 MC