Director tan personal como cínico, a Robert Altman lo único que le interesaba era filmar: “Soy muy afortunado en mi carrera. Nunca he tenido que dirigir una película que no haya elegido. Mi amor por el cine me ha dado entrada al mundo y a la condición humana”, aseguró el director frente al mismo Hollywood que siempre combatió, cuando recibió la estatuilla este año por su trayectoria en el séptimo arte.
Director, productor, guionista de toda su obra, a Altman le valió el calificativo de autor por la treintena de películas que filmó a lo largo de su vida, aunque su carrera comenzó como documentalista y con filmes industriales y anuncios publicitarios, antes de llegar a su tan ansiado debut con The Delinquents, en 1957, y previo paso por una carrera de ingeniería que abandonó y por una decisión de alistarse en el ejército que también desechó.
Su carrera cinematográfica despegó un poco tarde, a los 45 años, con una película humorística sobre la guerra, M.A.S.H, que le valió la Palma de Oro en Cannes en 1970. Y que, con el correr de los años –55 de carrera– aunó en uno de los estilos más característicos entre los cineastas modernos: a menudo trabajó con enormes grupos de actores, fomentó la improvisación y el diálogo superpuesto y rodó prolongados planos secuencia en los que la cámara pasaba de un personaje a otro.
Incluso, Altman mixturó los géneros cinematográficos tradicionales, como cuando dinamitó el western en su película John Mac Cabe, en 1971, con los protagónicos a cargo de Warren Beatty y Julie Christie. E impuso su marca en crónicas sociales y satíricas de su país, los Estados Unidos con Nashville (1975) o A wedding (Un matrimonio) en 1978. Al año siguiente, realizó Quintet, un thriller metafísico.
También conocido por su franqueza ante la situación política –en el 2000 declaró que la elección de George W. Bush a la presidencia de su país sería un “un terrible revés para la sociedad estadounidense”–.
Pero no todo fue cine, en la carrera de este director que también le dio cabida a la pantalla chica con series como Alfred Hitchcock Presents y Bonanza, y en la adaptación de la popular serie M.A.S.H a la gran pantalla, con la que su carrera tomó vuelo propio.
Sin embargo, en una de las últimas entrevistas que brindó sugirióm que se aburría de la “muerte y que lo único que lamentaría “es que un día veré la luz al final del túnel y no podré seguir haciendo cine”. Hoy su lamento se hizo realidad.