“Perros ladran por la calle/ Y el día va apagándose” arranca One too many mornings, de Bob Dylan, una melodía de preludios y nocturnidades inciertas, una misa hereje en épica del movimiento continuo, que Rodolfo Edwards hace la rítmica rantifusa en su obra ensayística y periodística, por primera vez reunida. Para leer a la par, en jam callejero, de su antología poética de 2016, editada por Eloísa Cartonera, acá en “esta ciudad [que] es un diagrama de batalla naval/ y yo voy en un barquito/ que acaban de hundir”.
Este poema de Edwards de los 90, poeta, periodista cultural y docente, pero por encima de todo transeúnte enjundioso batiendo un apolillado cazamariposas, atrapando lo sublime y lo bizarro de su ciudad, significa una interpretación lectora a su manera de ejercer la crítica literaria. Empalmando con las palabras de Walter Lezcano, un compañero de ruta, lecturas y bares de Rodolfo, en el magistral prólogo, “desde esa zona estratégica se posiciona Edwards para establecer sus reglas de juego de cómo leer la poesía: con la claridad de sus cercanías estéticas y la seguridad de tener bien claro quiénes son sus enemigos”. Más adelante habla Lezcano de la figura del luchador romano, peleando por la [humana] libertad, festiva y comunitaria, que aquí pueden hallarse en la acotación de Edwards a María Elena Walsh, alguien a la que “siempre se le mojaban los ojos al reírse”.
La observación de Walsh aparece en uno de los tantos textos inéditos del autor de Con el bombo y la palabra. El peronismo en las letras argentinas, un regalo que se agradece, a los cuales se suman ensayos y artículos publicados en importantes jornadas, libros y medios, entre ellos los habituales en PERFIL. Rodolfo Edwards “antojoliza” un territorio donde vale la pena, el regusto que hace la experiencia, un consagrado como Pablo Neruda y Juan Gelman, un poco valorado como Héctor Blomberg y Mario Jorge de Lellis, y varios amigos de revistas literarias como Fabián Casas o Daniel Durand. Y se consagra a una estética y ética del momento donde “la poesía debe ser hecha por todos”.
La última intempestiva, “Pasa que es continuado”, vuelve a hundirse en la poesía del Edwards de Mosca blanca sobre oveja negra (Vox 2007) y Mingus o muerte” (Gog y Magog 2009), aquella que “toma por asalto la hoja en blanco, me trepo por las paredes, busco perspectiva y contemplo todas las batallas de la ciudad. Trazo círculos con un compás de angustia y siempre me veo dando la vuelta del perro. Como el viejo Kant, no puedo salir de mi lugar de origen”. Mi Buenos Aires querido, escucho una rima, un tango y un rock, y siento que soy.
“Tu tienes tus razones/ Y yo las mías/ A ambos nos faltan mil millas/ Y nos sobra una mañana”, finalizaba la citada canción del Premio Nobel Bob Dylan. Augura el lucero del alba spinetteano. Las palabras de Rodolfo Edwards, en el emotivo rescate de poetas e incandescencias, sigue echando raíces en la vereda, saliendo al sol, demoliendo hoteles, para los idiotas fascistas de turno.
Todo es poesía menos la poesía
Autor: Rodolfo Edwards
Género: ensayo
Otras obras del autor: Con el bombo y la palabra; El campeón del baile suelto; Mingus o muerte; Culo criollo; Panfletos de papel picado; Mosca blanca sobre oveja negra
Editorial: Milena Caserola, $ 28.000