CULTURA
Entre madera hierro y cerámica

Carmela Blanco abrió su taller y compartió el proceso oculto detrás de sus esculturas

Durante un estudio abierto la escultora presentó nuevas piezas y explicó el proceso técnico y material que sostiene su producción basada en objetos hallados y reutilizados.

Carmela Blanco
Carmela Blanco abrió su taller y presentó nuevas obras en metal y cerámica | Prensa

La artista Carmela Blanco abrió las puertas de su casa taller en la zona norte de Buenos Aires en un estudio abierto que reunió a público, curadores y colegas para presentar su obra reciente y compartir una demostración de su método de trabajo. El encuentro se realizó el martes 18 de noviembre en un formato que combinó recorrido guiado, música en vivo y un diálogo directo con la artista sobre la transformación de materiales reciclados y encontrados.

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Desde el ingreso el espacio mostró la fusión entre vida cotidiana y producción artística. Troncos estacionados durante años, metales erosionados, fragmentos de máquinas y cerámicas en distintas etapas de secado convivieron con herramientas y mesas de trabajo. Blanco definió el lugar diciendo que era su casa y su taller a la vez y agregó que estaba “muy contenta de que estén acá y de poder compartir mi manera de trabajar”.

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El eje conceptual de la jornada giró en torno a la reutilización de materiales con historia previa. La artista explicó que siempre se sintió atraída por objetos desgastados y sostuvo que le interesa “buscar en los materiales la vejez y el uso que ya pasó”. También indicó que cuando encuentra piezas erosionadas entiende que “tienen un trabajo espectacular imposible de hacer de cero” y por eso prefiere integrarlas a su obra respetando esas marcas.

Durante el diálogo con PERFIL contó que su proceso de recolección combina azar e intuición. Dijo que a veces encuentra piezas caminando y otras veces recibe objetos de vecinos que saben que trabaja con descartes. “Paro en los volquetes y mucha gente me trae cosas” afirmó mientras señalaba un sector donde guarda maderas, hierros y elementos de campo. También explicó que algunas piezas permanecen guardadas durante años porque “sé que en algún momento me van a inspirar”.

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La artista destacó además la influencia de su formación con Ricardo de la Serna. Recordó que el escultor le enseñó a escuchar la veta de la madera y dijo que cuando comienza una talla “la madera te dice otra cosa y hay que seguir ese mensaje”. Describió ese vínculo como un diálogo constante y sostuvo que no se enoja cuando una pieza se quiebra porque parte del proceso consiste en aceptar la dirección que marca el material.

La curadora del proyecto, que trabaja con Blanco desde hace años, definió la muestra como el resultado de una curaduría afectiva. Durante la presentación explicó que para acompañar un proceso creativo debe existir un vínculo de confianza y afirmó que la curaduría “tiene que ser afectiva y viva”. También detalló que el recorrido se organizó respetando la lógica espacial del taller y sostuvo que cada sala funciona como un capítulo distinto dentro de un mismo universo.

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Entre las obras recientes se presentaron Egipcia, El guiño y Cerebro mágico. La curadora describió "Egipcia" como una combinación de metales de distintos orígenes y señaló que en "El guiño" se integran aspas de un ventilador antiguo y fragmentos de reja sobre un palet encontrado. Sobre Cerebro mágico indicó que la artista utiliza arcilla cocida y hierros reciclados para crear un diálogo entre forma y pensamiento en lo que Blanco define como “lo mágico de lo mecánico”.

El recorrido incluyó esculturas hechas con maderas de quebracho recuperadas de durmientes ferroviarios y piezas a pared como Ciudad de la furia donde la transparencia y la tridimensionalidad permiten ver el muro a través de la obra. La curadora destacó que Blanco suele “prestigificar materiales de descarte” y que la artista encuentra potencia artística en lo que otros consideran desecho.

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En uno de los momentos más participativos de la visita la curadora invitó al público a interpretar una pieza formada por tres figuras sentadas. Cada postura representaba una emoción y los asistentes propusieron lecturas antes de conocer las respuestas de la artista. Blanco reveló que las sensaciones eran ansiedad, seguridad y sensualidad, la curadora señaló que el ejercicio buscaba mostrar cómo una obra admite múltiples interpretaciones sin perder la narrativa original del artista.

Carmela Blanco

La presentación incluyó una demostración en vivo de talla en madera sobre un tronco de morera encontrado frente a su casa. Ante el grupo de asistentes, Blanco explicó que la pieza era extremadamente dura y afirmó que no abandona un proyecto aunque requiera tiempo. “Mi proyecto es traspasarla entera” dijo mientras mostraba el avance del trabajo. También describió cómo alterna gubias y limas para seguir el dibujo natural de la madera.

La artista compartió su rutina diaria y remarcó la necesidad de sostener un ritmo constante. Contó que trabaja todos los días seis horas o más y que empieza la jornada entrenando para proteger la espalda. Afirmó que no distingue entre domingos o feriados y sostuvo que el taller es su lugar en el mundo. “No me importa qué día es” comentó ante los asistentes.

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El sector dedicado a la cerámica reveló otro aspecto de su método. La artista explicó que una pieza debe secar entre diez y quince días antes de la primera horneada y que luego se realiza una segunda cocción. Para agilizar los procesos acumula elementos como bocas ojos y zapatos moldeados previamente. Según indicó este sistema le permite contar con piezas listas cuando una idea aparece.

Entre las anécdotas de oficio relató un episodio ocurrido en Italia cuando una escultura se desoldó durante un traslado. Blanco recordó que en un taller local le dijeron que era imposible reparar la pieza y relató que pidió intentarlo. “La soldé yo misma y no lo podían creer” aseguró. La obra quedó seleccionada en un premio internacional y hoy forma parte de una colección en Madrid.

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La biografía compartida en el encuentro reconstruyó su comienzo en el arte desde la infancia. Blanco recordó que a los seis años su madre insistió para que la aceptaran en el taller de la artista japonesa Kazu Takeda y relató que una de sus primeras obras fue vista por un director del Teatro San Martín que la invitó a un programa infantil. Años más tarde estudió con Filgueira Otamendi y Poli Costa y recibió premios en el Salón Nacional el Salón Homenaje a la Mujer y el Salón Estímulo Tarbut.

Durante la charla también se habló sobre su relación con el mercado internacional. Blanco afirmó que en algunas ferias predominan obras vinculadas a estéticas pop y fluorescentes y reconoció que su producción no siempre encaja en esas tendencias. Frente a esa situación sostuvo que no realiza trabajos para adaptarse a una moda y afirmó que “no hago algo para que se venda, hago lo que puedo decir”.

La actividad dejó una imagen clara del espacio donde Blanco trabaja y del modo en que el descarte se convierte en obra a través de un proceso sostenido en el tiempo y en la escucha sensible de cada material.

DCQ