CULTURA
Séptima parte

El arte conceptual y la sociedad de consumo

Nace el “Mundo del arte”, formado por curadores, coleccionistas, directores de museos, ese ecosistema que determinará qué es arte. La desaparición del cuerpo se produce en la obra de arte, pero también desaparece el cuerpo del artista en la ejecución. La obra ya no se “descubre” por el artista en un proceso complejo de conciencia y de cuerpo, de imaginación y evolución en la ejecución manual, donde se desvela lo que no fue pensado, donde se “descubre” con la mano algo oculto para la imaginación original. Nueva entrega de la serie.

Marina Abramovic 11092025
Imagen del registro audiovisual de “Rhythm 0”, obra de arte conceptual y performance de Marina Abramovic desarrollada en Estudio Morra, Nápoles, Italia. Duración: 6 horas, Año: 1974. A su lado “Rhythm 0” de Marina Abramovic, 1975 (fotografía, 1994, impresión en gelatina de plata con panel tipográfico insertado). Solomon R. Guggenheim Museum, New York Gift, Willem Peppler, 1998. | Collage

El Pop y una advertencia

En los ´50 hay en Occidente un cambio muy importante; el paso del capitalismo clásico a la sociedad de consumo. Las profundas observaciones de sociología económica en “La ética protestante y el espíritu del capitalismo” (Max Weber, 1920), han perdido vigencia y sus valores ya no circulan en la sociedad. Nacen la obsolescencia programada, la publicidad, el diseño y la moda.

La obsolescencia programada determina la disminución paulatina de la funcionalidad del objeto y la necesidad de su reemplazo. A su vez, el diseño y la moda, comunicados con la publicidad, provocan la obsolescencia estética y de nuevo la necesidad de reemplazo. Son todos medios y lenguajes destinados a “envejecer” los objetos, provocando la necesidad del cambio y en consecuencia el consumo casi ilimitado.

En el arte el Pop es la advertencia sobre el materialismo desenfrenado que provocará el cambio de la estructura económica y de los valores sociales. En el Pop reaparecerá el cuerpo, pero no como cuerpo simbólico, ni clásico y bello, ni romántico. El cuerpo en el Pop mostrará la abundancia, las imágenes multiplicadas y ridiculizadas, los gestos esquematizados, la representación de la belleza con la imagen de los cómics. Una verdadera advertencia sobre lo que nos sucederá: la caída del espíritu y del misterio a manos de la abundancia y del materialismo.

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El cuerpo también aparece como objeto de consumo, multiplicado o con gestos exagerados, simbolizado con imágenes estereotipadas o caricaturas de belleza. Todavía está la intervención del artista, hay pintura, un relativo alejamiento del control del intelecto, con lo que esto implica en términos de entrega emocional. Aun así, el erotismo no está presente, la imagen Pop del cuerpo se exhibe como publicidad o como historieta, los cuerpos del Pop son como las latas de sopa, símbolo de abundancia y consumo.

El Pop nos avisa que en el futuro la meta no será ser, sino poseer. El Pop es entonces un arte con significado, se puede leer, no nos hace vibrar, y está ausente la belleza entendida como referencia al espíritu. Pensamos que el Pop es todavía una manifestación de resistencia del arte frente a la sociedad de consumo, una advertencia respecto de la quiebra de los valores, pero ya es un arte conceptual, sus obras llegan a través del intelecto, no por la vibración inexplicable de la metáfora. Por eso Arthur Danto considera al Pop como el primer paso decisivo hacia un arte conceptual.

El arte conceptual

En los ’60 renacerá Dada. Los ready made de Duchamp de principios del siglo XX reaparecerán en los ‘60 y pretenderán una revolución en el arte, que ya no representa el mundo, ni la naturaleza, ni al hombre, ni su interior, ni a Dios, ni al temor, ni al placer, ni al amor, ni al odio, ni al mito, ni a la razón, ni al misterio, ni a los héroes, ni a los santos, ni al deseo erótico, ni a las vírgenes, ni…

Como dijimos al principio de este ensayo, después de la Caída o después de la partida de los dioses en Mekoné, (según se prefiera la mitología de los hebreos o la de los griegos), perdimos el lenguaje angélico, el lenguaje que contenía el objeto y nos permitía hablar con Dios o con los dioses.

“Si (como afirma el griego en el Cratilo) / el nombre es arquetipo de la cosa / en las letras de 'rosa' está la rosa / y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'. (…) / Adán y las estrellas lo supieron /en el Jardín. La herrumbre del pecado / (dicen los cabalistas) lo ha borrado /y las generaciones lo perdieron”. Jorge Luis Borges, El Golem.

Nos quedó el intelecto, la razón, un pobre consuelo. La razón tiene dos instrumentos para entender: el concepto que significa y la imagen que representa. Pero sabemos que, con estos instrumentos precarios, podemos acercarnos al Misterio, con los mensajes herméticos que trae Hermes o con los mensajes proféticos. Son “mensajes que están atrás de los mensajes”, metáforas, no se “entienden”, no pertenecen al lenguaje ni a la razón, están destinados al alma o a la emoción, según se prefiera.

Llamamos poesía a las metáforas construidas con conceptos y llamamos arte a las que formamos con imágenes. El arte conceptual, como lo indica su nombre solamente pretende significar. Intenta escribir una nueva literatura no alfabética. Los artistas conceptuales buscan generar una experiencia en el mundo de las ideas, sin que medie en ella la elaboración artística, ni el valor plástico de los objetos, es un arte sustancial de las ideas, la información y el conocimiento, donde el sentido está en el contenido conceptual desarrollado y no el objeto en sí mismo. El fin buscado es el entendimiento, no la metáfora.

En la mayoría de los casos el título contiene una leyenda explicativa porque la obra ni siquiera se expresa. En realidad, en lugar de la obra se podría escribir un ensayo. Es lo que hacen los curadores. El cuerpo ya no estará presente; en la mayoría de los casos se trabaja con objetos de la vida cotidiana. Danto nos refiere a la “indistinguibilidad” del arte, porque los objetos comunes no transmiten otro mensaje que su propia objetividad.

Nace el “Mundo del arte”, formado por los curadores, los coleccionistas, los directores de museos, ése “mundo” determinará que es arte. La desaparición del cuerpo se produce en la obra de arte, pero también desaparece el cuerpo del artista en la ejecución. La obra de arte ya no se “descubre” por el artista en un proceso complejo de conciencia y de cuerpo, de imaginación y evolución en la ejecución manual, adonde se desvela lo que no fue pensado, adonde se “descubre” con la mano algo oculto para la imaginación original.

Se ha perdido la intervención física del artista que lleva adelante la capacidad de realización, el instinto del cuerpo, el canto de la imaginación. “Ho visto un angelo nel marmo ed ho scolpito fino a liberarlo” nos dice Miguel Ángel después de esculpir el David según dice la tradición y Leonardo en los Cuadernos; “el pintor tiene el universo en su mente y en sus manos.” (La bastardilla es nuestra.)

Este proceso de desvelo, de descubrimiento que describen los dos grandes, que se produce en la transformación de la cerámica, la piedra, el bronce, la pintura o cualquier otro soporte, ya no estará más en el arte conceptual. Pilas de calzados, salas con cajas de cartón ordenadas simétricamente, o tiradas al azar, cuartos oscuros con una luz puntual o excrementos, la célebre banana pegada con cinta en la pared, un inodoro de oro que “homenajea” al mingitorio de Duchamp, polvos de colores en el piso, un equipo de potabilización de agua que invoca la ecología, son típicas manifestaciones del arte conceptual.

Muchas veces predomina la crítica política y social, el arte toma partido contra el orden vigente y se pretende revolucionario, paradójicamente en medio de ferias convocadas por y para el mercado, infringiendo el principio de no contradicción. Nacen los happenings y las performances, una especie de teatro adonde el cuerpo está presente intentando explicaciones, significados o crisis:

En Rythm 0 la artista se coloca en una habitación con un cartel que dice que ella es el objeto; hay además 72 objetos, desde una rosa hasta una pistola cargada y permite que los espectadores que los usen en su cuerpo, en otra performance se derrumban baldes de arena que están apilados uno encima de otro, en otra un artista se masturba debajo de una rampa de un museo mientras ve pasar a los visitantes, una mujer se duerme en una caja de cristal expuesta a los espectadores, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York otra mujer permanece inmóvil y en silencio durante horas…

Hay una desvalorización del cuerpo que ya no muestra el azoramiento frente al misterio, la reverencia de lo santo, la valentía del héroe, el sufrimiento del mártir, la seducción erótica del desnudo, las profundidades del mito, la miseria de la cobardía. La indiferencia del público no interesa, interesa la opinión de los coleccionistas, de los curadores y del mercado, que influye decisivamente en la valoración de los artistas, el “Mundo del arte” de Danto.

No existe la crítica negativa, que ha quedado reemplazada por el aplauso sistemático o por la indiferencia del público. Los curadores nos explican la obra con un lenguaje de altísima complejidad, impenetrable para el público que atónito y respetuoso, temiendo la crítica, permanece en silencio ante textos incomprensibles para la gente común. La sociedad de consumo campea, hay “industrias culturales”, se “consume” arte o cultura como si fuese un producto industrial cuyo destino es el comercio, el arte ya no es nuestro medio de penetrar el misterio, no es la metáfora que nos golpea y nos emociona, tampoco es la belleza ni el horror, ni la claridad, ni la confusión. El arte es parte de la “industria cultural”.

El arte “sirve” para la “sanación” o para la educación o para la crítica social o política o para otros fines, que no refieren al alma ni a la emoción. El arte ya no es un fin en sí, no es aquello que nos ilumina desde el inicio en el neolítico. En la sociedad de consumo el arte tiene que “servir” para algo, para una finalidad que ya no es su suprema función de expresión de la conciencia, atribulada por el misterio.

¿El aura de Walter Benjamin reposa ahora en el mercado? ¿O reside en el lenguaje de los curadores que nos explican lo que vemos? En ese escenario es evidente que el cuerpo no puede tener intervención, es un objeto más, como en la “performance”.

*Coleccionista de arte y presidente de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes