CULTURA
UN detective PARTICULAR

El Indiana Jones del mundo del arte que recupera obras robadas

El rescate de los caballos de Hitler en Spandau (cuatro toneladas de bronce que se consideraban desaparecidas), un cuadro de Dalí y otro de Picasso, cinco pinturas del Museo Westfries, el anillo de Oscar Wilde y el mosaico de Marcus Aurelius fueron encontrados por Arthur Brand, investigador neerlandés de delitos contra el arte, nacido en 1968. Es autor de dos libros que se han traducido a catorce idiomas, y una serie televisiva se ocupa de narrar sus hazañas.

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Brand. Arriba: el detective neerlandés junto a Retrato de Dora Maar, de Picasso, que logró recuperar. | cedoc

Esta semana trascendió la recuperación de documentos de los siglos XV al XIX, relacionados con el inicio y la historia de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC), sustraídos hace diez años de los Archivos Nacionales en La Haya, Países Bajos. Para la Unesco estos archivos forman parte de su colección de patrimonio documental “Memoria del Mundo”. El conjunto consta de 25 objetos, descubiertos en un ático de una persona que, inválida, los recibió como garantía de un préstamo a un empleado de los Archivos Nacionales, hoy fallecido.

Entre ellos se encuentra un informe de la primera reunión de la VOC en 1602, que incluye lo que se cree que es el primer logotipo corporativo del mundo. Otro documento detalla una visita de la VOC al emperador mogol en la India en 1700. Y también el diario de navegación del almirante Michiel Andriaenszoon de Ruyter (1607-1676), escrito de su puño y letra. Allí relata su primera experiencia naval bélica en la batalla del Cabo de San Vicente de 1641, donde los holandeses ayudaron a los portugueses contra los españoles.

De Ruyter luchó en tres de las cuatro Guerras Anglo-Holandesas, conflictos navales librados entre los siglos XVII y XVIII. También lideró la famosa incursión en Medway en 1667, que supuso una humillante derrota para la armada británica. No obstante, el resto de los documentos refieren a la expansión colonialista y esclavista de la Compañía –algo así como la primera empresa multinacional de la historia humana–, donde se detallan las distintas estrategias comerciales y militares, excedidas en crueldad y ambición indeclinable.

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“Al leer este material me sentí como si hubiera entrado en La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson”, dijo Arthur Brand (1968), investigador holandés con oficinas en Ámsterdam y bautizado como el Indiana Jones del mundo del arte. Y agregó que esos textos “contienen una visión fascinante de los acontecimientos de esa época en lugares como Europa, India, Indonesia, Sudáfrica y América Latina”. En sí, Brand fue el artífice de esta recuperación junto a la policía de Países Bajos.

En lacónico tono, un vocero de los Archivos de la Haya expresó: “Gestionamos más de 145 kilómetros de archivos, más de 15 millones de fotografías y 300.000 mapas y dibujos. Con estas cifras es imposible tener un inventario completo de todos los documentos”. De allí que ni siquiera sospecharan el faltante documental. Pero la inoperancia burocrática es mayor, paciencia.

A principios de marzo pasado, Brand también fue noticia porque gracias a un hallazgo casual en una publicación de arte de Países Bajos llamada Vind, dio con la pintura Mujer portando brasas de Pieter Brueghel el Joven (siglo XVII), a exponerse en el Museo Gouda de ese país. Esta obra estaba desaparecida desde 1974, cuando se la sustrajo del Museo Nacional de Gdansk, Polonia, país que a la fecha lleva un proceso legal por recuperarla. En la Polonia comunista hubo una investigación infructuosa con un muerto: Romuald Werner, agente de aduanas que antes del robo había expresado su preocupación por la fuga ilegal de arte a través del puerto de Gdynia.

Volvamos a la burocracia, en este caso, ignorante supina. A fines de abril se descubrió que en el municipio de Maashorst, sur de los Países Bajos, tiraron a la basura una valiosa serigrafía de la exreina Beatriz realizada por Andy Warhol, junto con otras cincuenta obras de arte. Esto ocurrió durante una renovación edilicia del ayuntamiento. El Warhol formaba parte de su serie “Reinas Reinantes” de 1985, pieza valuada en 50.000 dólares. Consultado al respecto, Arthur Brand dijo que era un símbolo de un problema más amplio: las organizaciones y los gobiernos tienen una mala supervisión de sus colecciones de arte.

Pero Brand es más que el aventurero Indiana Jones, es un Sherlock Holmes del arte. Los resultados así lo sugieren en la reseña biográfica de su último libro, De kunstdetective. Deal met de maffia: de bloedstollende zoektocht naar een eeuwenoud mozaïek en de ring van Oscar Wilde (El detective del arte. Trato con la mafia: La emocionante búsqueda de un mosaico antiguo y el anillo de Oscar Wilde), publicado el año pasado: “Tras estudiar español e historia, Arthur Brand se especializó en el comercio de arte y antigüedades, y se convirtió en el detective de arte más famoso del mundo. Sus descubrimientos, entre ellos los caballos de Hitler (dos caballos de bronce de tres metros de altura y dos toneladas de peso del escultor nazi Josef Thorak, especialmente fabricados para Adolf Hitler), un cuadro de Dalí (Adolescencia, 1941) y otro de Picasso (Retrato de Dora Maar, 1937), cinco pinturas del Museo Westfries, el anillo de Oscar Wilde y el mosaico de Marcus Aurelius fueron noticia mundial. El valor total de los casos que Brand ayudó a resolver se estima en más de 250 millones de euros”.

Su libro anterior, Los caballos de Hitler. La increíble historia real del detective que se infiltró en el submundo nazi, se tradujo a catorce idiomas, entre ellos el español. En ese mismo año la televisión de Países Bajos exhibió una serie en seis capítulos basada en sus investigaciones: El detective del arte.

Pero Brand alimenta este prestigio con declaraciones que iluminan el lado oscuro del mercado de arte global: “Por un lado están la policía, las compañías de seguros y los coleccionistas; por el otro, los delincuentes, los ladrones de arte y los falsificadores. Hay dos mundos distintos que no se comunican. Así que me coloco en un punto intermedio”. Y al estilo Marlowe: “Nunca infrinjo la ley porque siempre trabajo con la policía y nunca entrego a mis informantes. Si no, te matarán a tiros. Y si les dices a las personas que pueden saber dónde vives, confían en ti”.

Por último: “Todas las fuerzas policiales con las que trabajo –holandesas, inglesas, italianas, alemanas– me han dicho: ‘Arthur, somos amigos. Hemos resuelto muchísimos casos. Pero al final, eres un idiota’. Y, por otro lado, los informantes dicen: ‘Arthur, cumples tu palabra. Pero todos estamos de acuerdo en que eres un idiota’”.