CULTURA

El misterio sobre los restos de Cristóbal Colón

A pesar del ADN y las pruebas genealógicas, el gran Almirante seguirá surcando los mares de la incertidumbre.

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Después de haber conocido glorias y fortunas, Cristóbal Colón, eligió un humilde sepulcro franciscano para ser inhumado ya que el almirante había tomado los hábitos menores de esa orden. En esta condición murió y fue enterrado en Valladolid, el 20 de mayo de 1506. Tan inadvertida pasó su muerte, que en los registros de la ciudad no figura su acta de defunción.

Entre 1506 y 1514 los restos del almirante recibieron el primero de los muchos traslados que habrían de sufrir. Fue llevado al monasterio Cartujo de Las Cuevas (Sevilla) y enterrado, cerca de su hermano Diego. Treinta años después de haber pasado a mejor vida, sus restos viajaron a la ciudad que tantas venturas y desgracias le diera, Santo Domingo.

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En 1541 el cuerpo del almirante fue depositado cerca del altar mayor, a pesar de la resistencia del obispo y cierta reticencia popular, que todavía recordaba su desacertada actuación de años atrás. Pronto todos los muertos de la familia Colón se agruparon alrededor del célebre almirante. Todo parecía indicar que el almirante había encontrado un lugar para descansar en paz junto a los suyos, pero no fue así.

Por el tratado de Basilea, la ciudad de Santo Domingo fue cedida a Francia. Ni los españoles, ni los descendientes del almirante deseaban dejar sus restos en mano de los franceses por lo que prontamente fueron trasladados a La Habana pero en 1877, se descubrió accidentalmente una urna que tenía esta inscripción "Varón ilustre y distinguido Cristóbal Colón”. ¿Era o no Colón? La Academia Española de Historia, sostenía que Cristóbal estaba en La Habana. Los dominicanos, por su parte, insistían que ellos tenían al almirante

Para complicar el enredo, los cubanos optaron por independizarse de España. Y la Madre Patria les dijo: quédense ustedes con su hermosa isla y sus doradas playas, nosotros nos llevamos a Colón a Sevilla. Y a Sevilla fue a parar el almirante o quienquiera que fuera.

Contamos ahora con dos monumentos a ambos lados del Atlántico, y varios lugares que reclaman su derecho, porque ahora en Valladolid dicen que los franciscanos no entregaron los restos de Colón. Y los cartujos después de demostrar un caótico desorden administrativo, afirman que Colón todavía está entre ellos… por error. Los huesos encontrados en la catedral de Santo Domingo fueron trasladados en 1992 al “Faro a Colón”, un monumento construido por el gobierno dominicano, para conservar los restos del Almirante.

A fin de esclarecer esta novela de enredos se ha propuesto comparar el ADN de los supuestos restos de Colón, tanto en Sevilla como en Santo Domingo. Pero, en enero de 2005, las autoridades dominicanas, pospusieron la apertura de la tumba por razones que no precisaron (pero que podemos adivinar).

En agosto del 2006 el equipo de investigadores dirigido por José Antonio Lorente, médico forense de la Universidad de Granada concluyó qué los huesos de Sevilla son los de Colón, luego de comparar el ADN con el de su hermano Diego y su hijo Hernando. Pero los huesos que existen en la capital andaluza no llegan a 300 gramos, por lo que los investigadores estiman que un porcentaje residual se puede encontrar en Santo Domingo… O en Valladolid o en la Habana o vaya uno a saber dónde.

A pesar del ADN y las pruebas genealógicas, el gran Almirante seguirá surcando los mares de la incertidumbre.

(*)  Historiador. Especial para Perfil.com