CULTURA
Entrevista a Kjell Westö

El monstruo que llevamos dentro

Considerado por la crítica de su país como el mejor escritor en lengua sueca, Kjell Westö (Helsinki, Finlandia, 1961) pasó por Buenos Aires para presentar su última novela, “Espejismo 38” (Nórdica). En diálogo con PERFIL, confiesa haber aprendido español para leer a los escritores hispanohablantes que tanto le gustan, como Cortázar y Borges.

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Encuentros. Tapa del libro publicado por Nórdica; con Espejismo 38, Kjell Westö se alzó con el prestigioso Premio de Literatura del Consejo Nórdico en 2014. | CEDOC

De visita en Buenos Aires por segunda vez, “el mejor escritor en lengua sueca”, finlandés según la prensa de su país, Kjell Westö, habló –en impecable castellano– con PERFIL, a propósito de su última novela, Espejismo 38 (Nórdica), que vino a presentar hace unos días. Un título que remite a un año en especial y a un momento histórico confuso, aquel en el que se vivía con la certeza de que “un fantasma recorre Europa”. Y el clima ominoso que se respira en la novela y que contrasta con las buenas intenciones del protagonista, el civilizado y progresista abogado Claes Thune, lo expresa muy bien. Pero no sólo es el fantasma de la intolerancia, de la violencia o de la locura el que acecha a sus personajes, sino el del secreto que, como todo lo reprimido, retorna, en un final que, aunque sorpresivo, estaba presente desde el comienzo, agazapado.

Su autor, oriundo de un país con el 95% de hablantes en finlandés (y con uno de los estándares de vida más altos del planeta) pero con una educación bilingüe producto de largos años de dominio sueco, elige inscribir su obra en la lengua materna, que no es otra que la lengua del cuerpo: “Soy bilingüe sueco-finlandés, pero mi infancia está ligada al sueco, mi familia era totalmente suecohablante, así que soy capaz de escribir en ambos idiomas pero tengo un registro más profundo, más emotivo, en sueco”.

El español llegó después, de la mano de la literatura. “Aprendí español en la Sociedad Finlandesa Española, acá en Helsinki. Es que viví medio año en Portugal, entonces aprendí un poco de portugués, pero la pronunciación me costaba mucho y decidí probar con el español. Además, una razón para aprenderlo fue que tengo tantos escritores hispanohablantes que me gustan, y muchos de ellos argentinos, como Julio Cortázar y Jorge Luis Borges, o Eduardo Galeano, que también me gustaba mucho leer, y ése fue un motivo muy importante para mí para aprender español”.

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En cuanto a Espejismo 38, es un relato decidida y voluntariamente instalado en la Historia. Sus personajes leen, escriben, cavilan, publican, discuten sobre política y viven (o han vivido) atravesados por ella o por los efectos de una política enrarecida y que amenaza con estallar, como efectivamente ocurrió muy poco tiempo después y que convirtió, una vez más, a las mujeres en botines de guerra.

—¿Cómo fue el proceso de investigación para la escritura de la novela? Más allá de los sucesos conocidos, ¿te encontraste con hechos desconocidos de la historia de tu país que hayas querido utilizar para la ficción?

 —Yo había escrito antes por lo menos dos novelas cuyos acontecimientos estaban situados a principios del siglo XX, una es Donde una vez caminamos, que también está traducida al español, por lo que la investigación ya la había hecho, conocía los acontecimientos de la guerra civil del 18, entonces no fue difícil escribirla, porque ya sabía muchas cosas. Pero me ocurrió que cuando investigaba para esta novela, aunque conocía casi todo lo importante, una cosa que me sorprendió fue que las mujeres del bando de los rojos, que fueron encarceladas en campos de prisioneros, lo que me sorprendió, decía, es lo jóvenes que eran, tenían 16, 17, 18 años. Es un horror que se castigue a gente tan joven, gente que no había hecho cosas crueles, la verdad, a veces lo único que habían hecho era tratar de sobrevivir. Pero el hecho de ser comunistas las convirtió en peligrosas.

—Y el año 1938 parece tener un peso propio. ¿Por qué lo elegiste, ves algo allí que resuene en la actualidad?

—Desgraciadamente, tengo que decir que hay demasiadas similitudes con la actualidad. Escribí el libro en 2011 y 2012, y ya entonces sentía que había similitudes y, por desgracia, por lo menos en Europa, veo que han crecido en estos años que han pasado.

—¿Qué es lo que más te interesaba a la hora de escribir, la trama psicológica o la historia política?

—La trama psicológica y sobre todo el trauma psicológico. La psicología humana es algo que me ha interesado trabajar en todos mis libros.

Y el grupo de amigos del protagonista que forma el Club de los Miércoles es el laboratorio donde explorar el impacto, en la intelligentzia europea, de una Historia que asistió al surgimiento de Hitler, y en la que los protagonistas –el tolerante y civilizado Claes Thune y su distante y rígida secretaria, Matilda Wiik– parecen no encajar. Aunque su autor tiene sus preferencias: “Para mí, la protagonista es Matilda Wiik, ella es la persona más importante en el libro, definitivamente”.

—Las personas, las sociedades, ¿todos tendríamos un otro monstruoso?

—Creo que hay una minoría de seres humanos de buen corazón, pero creo que la mayoría tiene ese otro monstruoso y, aunque muchos de nosotros no estemos en situaciones tan peligrosas y no haya cosas que hagan aflorar ese monstruo, me temo que en situaciones de crisis, como definitivamente es la guerra, la mayoría de nosotros saca el monstruo que tiene escondido.