CULTURA
El diario íntimo de una generación

De Londres a Buzios: Kreimer, el primer escritor del punk en habla hispana revela su diario íntimo

Con “Buzios era un hospital de tránsito”, Juan Carlos Kreimer cuenta la tensión entre una vida paradisíaca y el exilio suyo y de tantos argentinos. Dos nouvelles cuyo punto de partida son las anotaciones de sus vivencias.

Juan Carlos Kreimer
Juan Carlos Kreimer | Cedoc Perfil

Buzios era un hospital de tránsito es el libro que incluye dos nouvelles de Juan Carlos Kreimer. La primera, "De ninguna parte", cuenta su llegada a Londres en 1976, experiencia que lo convirtió en testigo privilegiado del movimiento cultural de la época y que lo llevaría a ser el primer biógrafo del punk en habla hispana. La segunda historia, llamada como el libro, cuenta el cruce entre un contexto paradisíaco con las almas en pena de gran cantidad argentinos exiliados políticos o exiliados de sí mismo.

La obra publicada en este ejemplar es un testimonio de época, basado en lo que el escritor anotó en aquel momento. Si bien "De ninguna parte", ya había sido editado, había quedado en un pequeño reducto de circulación, por lo que unirlo a “Buzios…” era una buena oportunidad. 

Esta obra lo obligó a releer sus anotaciones de más de cuarenta años atrás y sobre ese proceso, contó a PERFIL que “sentía mucha ternura por aquel que había sido porque era la época en la cual estaba muy perdido en la vida porque se habían roto muchas ilusiones, muchas utopías, acá estábamos en la época del proceso militar, el rock se había desbandado, todo mis amigos estaban cada uno en un país diferente, cuando no muerto o desaparecido”.

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Juan Carlos Kreimer

 

En ambas historias el protagonista (¿el mismo Kreimer?) está buscando algo, el completo No future que encuentra en Londres lo estimula, pero no logra llenar de sentido su presente, marcado por un profundo vacío y la espera de una carta que nunca llega, en esa ciudad donde “siempre llueve o es como si lloviera”, describe. En la segunda historia, el escenario brasileño, la playa, calidez y las facilidades de vivir con mucho tiempo libre, sexo, alcohol, sin preocupaciones, es completamente diferente. Sin embargo, algo le falta.

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Aunque el narrador busca emociones que le den sentido a ese “estar” –una pasión, un amor, la escritura-, las contradicciones lo perturban. La llegada de su madre, la posibilidad de reconstrucción del vínculo, marcan un antes y un después de la historia. 

Esa búsqueda se concretaría en la vida de Kreimer en el aprendizaje y la divulgación de una vida "humanista", como él mismo nombra. Esa sintonía lo impulsó a crear la revista espiritual “Uno mismo”, se transformó autor de culto en más de diez países por su Bici zen, entre otras aventuras.

Entrevista con Juan Carlos Kreimer

-Juan Carlos Kreimer, usted llegó a Inglaterra con 30 años, con una edad que le permitía absorber más conscientemente lo que sucedía en esa gestación del punk.

-Sí, y venía también de haber vivido el primer ciclo de rock en Argentina, con lo cual había visto cómo los rebeldes de entrada son muy rebeldes y después, poco a poco, el sistema los va chupando. Los neutraliza.  

-Y ahora, tanto tiempo después, ¿por qué decidió volver a ese material?

-Vamos por partes, primero escribí el texto que se llama "De ninguna parte". Fue una novelita que escribí en formato de diario, que fue rechazada por muchas editoriales en su momento, pero que una editorial encontró que detrás de lo que yo estaba contando estaba este movimiento que estaba naciendo y me pidió el libro del punk (Punk, la muerte joven).  Esa novelita yo la había perdido y varios punks locales me preguntaban por ese libro porque había aparecido citado en algunos reportajes. Y antes de la pandemia, Patricia Pietrafiesa, que tiene un sello llamado Alcohol y fotocopias, lo publicó como un fanzine y la verdad que, aunque no fue un gran tiraje, tuvo mucho éxito acá, en España, en Colombia y en México.

En ese entonces, Planeta me había reeditado Bici Zen y se interesaron por esa novela, pero como era muy breve me preguntaron si tenía otra. Yo tenía otra a medio editar, la de Buzios y en el verano pasado lo finalicé.


-¿Y qué sintió al retomar esos diarios que son, en algún punto, de otro Juan Carlos?

- Por momentos sentí que estaba leyendo la historia de otro, entonces fui muy respetuoso y no traté de imponerle quién soy ahora. En "De ninguna parte" no toque ni una coma, nada. En el otro, había algunas reiteraciones y había algunos huecos que los completé. Sentía mucha ternura por aquel que había sido, porque era la época en la cual estaba muy perdido en la vida, porque se habían roto muchas ilusiones, muchas utopías, acá estábamos en la época del proceso militar, el rock se había desbandado, todo mis amigos estaban cada uno en un país diferente, cuando no muerto o desaparecido. Entonces sentí mucha alegría de poder ser fiel a ese momento y lo publico como una selfie de ese entonces.

-En el relato de Búzios, sobre todo, aparecen muchas personas, algunas conocidas, como Charly García, y otras que usted sabrá quiénes son. ¿No tuvo temor a la hora de publicar de que hubiera gente que se leyera ahí porque hay gente con la que tiene una posición muy dura, cínica?

-No, no, porque siempre fui muy respetuoso, muy cuidadoso de cada uno, al cual mostré en su parte más dura y está anunciado en el título,¿no? Que estábamos ahí sin saber dónde estábamos, nos parecía que estábamos en el paraíso y estábamos todos curándonos de heridas muy fuertes.

-Una de las personas que usted conoció fue Miguel Grinberg, otro ser fundamental en la promoción de la contracultura de la vida espiritual ¿Qué recuerdos tiene de él?

-Ufff … A Miguel le debo mucho de lo que soy porque yo era la oveja negra de mi familia y cuando lo conocí a él, a los 16 años, de alguna manera me tomó como hermano menor y yo entré a los grupos de él, de su revista "Eco contemporáneo" y después me cambió la vida y fuimos amigos hasta que murió en 2022. Hemos hecho revistas alternativas, hemos hecho programas de radio, hemos trabajado con grupos de rock, hemos ido al Tigre, hemos viajado, hemos compartido muchos momentos, muchas noches en la calle Corrientes, muchas horas de cine, teníamos una revista de cine. Era un hombre muy generoso, muy bueno, demasiado bueno, demasiado entregado, muy idealista y yo era más pragmático muchas veces. Me enseñó mucho a ser yo mismo y a no importarme que los demás no lo entendieran. Eso le pasó a él también, cuando empezó a hablar de la ecología decían “¿con qué se come eso?”, y aquí también fue un pionero en muchas cosas.

-Hablando de enseñanzas, qué libros siente que le marcaron un antes y un después.

-Cuatro o cinco libros que  me gustaría llevarme de viaje, si podría leer en el otro plano, el primero es El extranjero de Camus, me dio vuelta, lo leí a los 16 años, un verano, estaba en Mar del Plata con mis padres y mi mamá me dijo: “Mirá, se murió el hombre, el autor del libro que estás leyendo”. Yo no podía creerlo. Otro libro de esa época que leí, que me impactó mucho, que me lo regaló Miguel, era Zen en el arte del tiro con arco de Eugen Herrigel y después me influyeron mucho los escritores beat que traduje, como Allen Ginsberg, Jack Keoruac, William Burroughs. Y uno que me impactó fue otro autor que era mayor que ellos, que era Henry Miller. 

En cuanto a libros más actuales, Cometierra de Dolores, reyes me gustó, también los libros de Cabezón Cámara y hay un autor que se llama Fabián Martínez Siccardi que escribió Los hombres más altos y Margot en el lago Cardiel que escribe sobre la cultura mapuche vista desde los blancos, la convivencia de los peones mapuches de una prosa y una ternura que no puede ser.

-¿Y ahora está por escribir algo?

-No puedo no estar escribiendo, no puedo dejar de escribir. Hace tres años yo publiqué El artista como buscador espiritual, en el cual planteaba los vínculos entre la creación artística, los estados que se alcanza y los estados que alcanzan las personas que buscan un sentido trascendente a la vida y después de que lo publiqué, y también se publicó en España y se sigue editando, me di cuenta que tenía mucho mucho más material para hacerlo mucho más profundo, material más personal que vine juntando. Y estoy haciendo un libro sobre para qué pasamos por la vida. Porque en los últimos años yo tuve algunos accidentes físicos, cardiovasculares, estuve cerca de partir también, murió mi mujer y mi hermano y he entrado en ese mundo intermedio y se me han revelado muchas cosas que estaban en mí, pero para las que no tenía palabras, y ahora empecé a tener palabras y como soy un comunicador me decidí a escribir sobre eso.


No recuerdo el haber conocido, el dejarme llevar, así, consciente. Lo hice, sí, pero no por elección, como parece ser ahora. Como perspectiva, por más fascinante que pueda ser, también me produce cierto escozor. Yo vine a esta vida para algo, no elegí ser un pez, ni una planta, ni una roca: me materialicé en este cuerpo y en esta mente para traer y dejar algo. ¿Qué…?” (Fragmento de Buzios era un hospital de tránsito).

RB/fl