CULTURA
crítica

Entre aparecidos, en sueños

La voz cantante se aferra para escapar y no hay contradicción; otras veces es una invasión de polillas la que hace el trabajo sucio.

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| cedoc

Cuando uno termina de leer Poemas de amor y otros trastornos es posible visualizar un friso clásico donde están representadas las odiseas de amor de una vida: tan entrañables y variopintas, tan entreveradas con hojas y flores, tan suculento el manjar. Pero la heroína es mujer y se retrata a sí misma, algo que de clásico no tiene nada, y es un libro, portátil como memoria enamorada. Es el primero de poesía para Rosana Gutierrez y ya desde el título quedamos avisados, no hay traición: el amor crece, pese a toda advertencia, “herido, sucio, hermoso”; con las banderas de peligro en alto, contraindicado en prospectos y novelas: crece, no hay con qué darle.

Si es cierto que las palabras tienen una vibración y un espíritu, estos poemas escritos en un rioplatense contundente –que no se priva de tirarle un par de besos al lunfardo– son una apuesta, o un ruego, a que escribir calme.

En el transcurso hay viajes por patios propios y ajenos donde caben cómodas todas las edades: está el de la abuela, el de casa, el que quedó en boceto, el exuberante, el seco –ni una ansiada gota, ese verano– y en todos rebasa una variedad vegetal que ensambla perfecto con siluetas humanas y sus fantasmas, así, en un plural amplio y un singular único cada vez. Hongos, pulgones, adormideras, humo dulce, árboles y flores como un hilo encerado que enhebra las hojas de un diario íntimo a la vista de todos. En ocasiones, la voz cantante se aferra para escapar y no hay contradicción; otras veces es una invasión de polillas la que hace el trabajo sucio: hay que espantarlas, hay que ahuyentar cualquier intento de materializar en ausencia, es inútil, y sin embargo…

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Con un humor que desacraliza lo que nombra y una valentía que se sacude de encima cualquier prejuicio –porque aun en pleno siglo XXI, ¿cuántos amores y encuentros cercanos es aceptable declarar en una existencia femenina?–, Rosana Gutierrez nos detalla una paleta de experiencias, la del amor fundante: “En casa siempre se recordará/ el día de mi nacimiento/ como el día en que ganó Rector/ el caballo preferido de papá”; la del amigo que partió pero se hace presente a diario; la de la amistad entre mujeres –una de las pocas certezas–; la del hombre con quien podía “hacer tantas cosas importantes/ como casas, hijos, perros”; la del triángulo aquel que flota como un amor de primavera –aquí, allá y en todas partes–.

Entre aparecidos, o en sueños que ya no se habitan pero se desean, el cuerpo del amor prefiere “la brevedad de la espuma/ el sabor dulce aullando/ al final de la garganta”, y se ejercita para no espantar el instante “en noches de abrir la carne, de estar/ alineados, de ser imanes perfectos”.

Al final se habla de un cierre hermético pero sabemos que eso no es posible, no para el engranaje que mueve al mundo, aunque enseguida puntualiza y eso nos alivia: “Tengo acá unos versos/ que son como frutas/ maceradas en licor (...) Voy a dejarlos guardados/ en lugar fresco y oscuro/ hasta que pierdan sentido/ y el sabor de tu nombre/ se disuelva, se me olvide”.

Poemas de amor y otros trastornos

Autora: Rosana Gutierrez

Género: poesía

Otras obras de la autora: Tutiplenes y otros frutos de mar; Cacería de guanacos y otros deportes de riesgo

Editorial: Del Camino, $ 18.000