CULTURA
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Filmarán una biopic sobre la vida de Franz Kafka

Bajo la dirección de la polaca Agnieszka Holland (Europa Europa, 1990), se anunció la realización, que podrá verse en 2023, de una película biográfica sobre el genial escritor checo, muerto en 1924... en Kierling, no en Berlín.

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Kafka. A izq. el escritor checo. A der., la directora polaca Agnieszka Holland, en quien recae el proyecto. | cedoc

Hoy mismo, en el marco de la Belinale, Festival de Cine de Berlín, los productores del proyecto cinematográfico Kafka –Marlene Film de Sarka Cimbalova y Film and Music Entertainment de Sam Taylor y Mike Downey– anunciarán formalmente el proyecto de biopic (película biográfica), el fin es encontrar socios para la financiación del mismo que dirigirá la cineasta polaca Agnieszka Holland. La noticia se esparció a través de un comunicado el pasado miércoles, como ya es clásico, a la velocidad de la luz de internet, donde todos los medios reprodujeron el siguiente párrafo entusiasta: “Un deslumbrante mosaico caleidoscópico de una película que dramatiza la vida y la imaginación del famoso escritor en una serie de viñetas independientes que abarcan la vida de Kafka desde su nacimiento en la Praga de antes de la guerra, hasta su trágica muerte en Berlín en 1924 y las escenas del futuro que imaginó”. Debemos advertir que en el final cometen un error, y que no es kafkiano (sobre lo que volveremos más adelante): Franz Kafka, enfermo de tuberculosis, en los últimos meses de su vida sufre varias internaciones, la última en el sanatorio Dr. Hoffmann de Kierling, Klosterneuburg, Austria, donde falleció el 3 de junio de 1924. El error geográfico implica 500 kilómetros entre Berlín y Kierling, también una profunda ignorancia de los productores del film.

La noticia se esparció a través de un comunicado el pasado miércoles

Sin embargo, la directora Agnieszka Holland (discípula de los directores polacos Krzysztof Zanussi y Andrzej Wajda) posee una dilatada carrera profesional que incluye varias nominaciones para el Oscar de la Academia de Hollywood, entre ellas con Europa Europa (1990), film que cuenta con la actuación del alemán Hanns Zischler. Este último estudió la relación de Kafka con el cine y haría bien Holland en contratar sus servicios como asesor para mantener alejados a los productores del guion (la sola posibilidad de que Kafka aparezca bebiendo en un mitin en cierta cervecería de Munich resulta escandalosa). Zischler publicó un libro titulado Kafka va al cine (Minúscula, 2008), investigación sobre las referencias al cine (un arte recién nacido, sin color, mudo y breve) en diarios y notas del escritor de Praga. 

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De allí una anécdota de Franz con Max Brod en París: “Dimos en el bulevar con un portal lleno de bombillitas incandescentes y un pregonero no muy apasionado que digamos. Pero la inscripción que llevaba en la gorra nos atrajo con una magia superior a la que habrían podido suscitar todas sus palabras: Omnia Pathé […] Y ya estamos hechizados ante aquella pantalla temblorosa deslumbradoramente blanca. Nos golpeamos con el codo el uno al otro. Oye, aquí los cines son mejores que los de casa”. 

Pero a medida que amplía su experiencia, Franz se desilusiona del nuevo arte, entonces escribe: “Soy un hombre visual. En cambio, el cine impide la mirada. La fugacidad de los movimientos y el rápido cambio de imágenes nos fuerzan constantemente a echar un simple vistazo. No es la mirada la que se apodera de las imágenes, sino que son estas las que se apoderan de la mirada. Inundan la conciencia. El cine supone ponerle un uniforme a un ojo que hasta entonces había ido desnudo”.

De lo que no existen dudas es de que el cine le debe más a Kafka que lo que este le ofreció en sus inicios, al menos como experiencia estética. Sobre esto reflexiona Guillermo Cabrera Infante en un artículo también titulado “Kafka va al cine”, y que forma parte del libro Cine o sardina (Alfaguara, 1997): “James Joyce ha sido torpemente explotado o, peor, homenajeado con incompetencia disfrazada de ditirambo. Marcel Proust todavía espera la búsqueda de su tiempo perdido por una cámara que mire y recuerde mientras pasea por el camino de Swann. Pero ya hay un cine kafkiano sin Kafka: ese conocimiento es un reconocimiento. […] Parecería que Kafka alcanzó su culminación en el cine con El proceso, de Orson Welles, película en la que Welles confesó haber adaptado la novela ‘con bastante libertad’. Welles estaba mejor equipado para llevar El proceso al cine que el literal Joseph Strick con su Ulises de Joyce, al que sin embargo destruyó al rodarlo en una Dublin actual haciéndola pasar por genuina. Pero Welles cometió un crimen sin perdón y para el que el castigo vendría antes que el veredicto: redujo toda la ambigüedad de la novela a la desaforada realidad de una pesadilla”. Para concluir, kafkianamente: “Una película muy anterior de Orson Welles, La dama de Shanghai, resulta más kafkiana que El proceso”. 

La deuda con la obra de Kafka sigue pendiente, esperemos algo digno del cine con esta biopic que prometen filmar en 2023.