CULTURA
crítica

Florece porque florece

El autor de estos dieciséis ensayos, desde el primero del volumen (Escribir poesía), nos advierte que en sus páginas no vamos a encontrar la definición de poesía ni un manual para la escritura, aunque sí nos serán dadas las herramientas para entrenar la recepción.

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| cedoc

Poco a poco, la crítica de poesía se bifurcó entre la fascinación ante el canto de los pajaritos y el cientificismo más frío abocado a un desmembramiento del lenguaje y su estructura. En el medio quedó el poema, con su misteriosa efectividad.

Es cierto: no sabemos qué es la poesía. Pero sí podemos (nos dice Alejandro Crotto) reconocerla cuando estamos en su presencia. El autor confiesa que “ante la poesía, tanto más da temblar como comprender” (citando a Baldomero Fernández Moreno), y luego: “¡Qué tanto hay que definir!” (como responde Goethe a Eckermann, al hartarse de conversaciones poéticas infectadas por filósofos de estética que hablan acerca de esencias y definiciones abstractas).

En ese sentido, el autor de estos dieciséis ensayos, desde el primero del volumen (Escribir poesía), nos advierte que en sus páginas no vamos a encontrar la definición de poesía ni un manual para la escritura, aunque sí nos serán dadas las herramientas para entrenar la recepción. Se trata de ser susceptible al corte del verso, al ritmo, la modulación, la elección de palabras y el significado de cada poema y cada recurso dentro de su respectiva tradición: “Desdeñar el aprendizaje de las técnicas de la poesía es ridículo” afirma Crotto, “Solo se me ocurre otra cosa igual de ridícula: creer que bastará dominarlas para escribir poesía”.

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Ahí está, entonces, la frescura y la incisión del crítico, que retoma el cauce analítico del Borges ensayista y el espíritu de romance de Pound; que atraviesa varias tradiciones poéticas y lingüísticas juntas, como con una brocheta, y las va probando, dando sus impresiones y explicando sus efectos una por una. El ritmo de Giannuzzi, el verso libre de Vallejo, Dante traducido al castellano, la oscuridad de Deniz, la “democratización poética” de Whitman, las abstracciones de Wallace Stevens, el objetivismo de Rilke, la métrica de Orozco… El libro incluso se detiene en la forma y contenido de las canciones de cancha del fútbol argentino.

Crotto (poeta, crítico, traductor, y editor) sabe lo que es trabajar con la textura verbal de un poema. Por eso es refrescante encontrar ensayos cuya pasión por la poesía y los poetas se cristaliza en el repaso de los distintos mecanismos que la activan, y que no quedan tapados por una disertación por demás teórica y filosófica que tiende a fosilizar a las grandes figuras y justificar a las no tan grandes.

El título del libro hace referencia a un verso de Angelus Silesius (“La rosa es sin porqué; florece porque florece”) que Borges cita en dos momentos: en su conferencia “¿Qué es la poesía?” y en “Elementos de perceptiva”, publicado en Sur en 1933. En este último, Borges sostiene que es “imprescindible una tenaz conspiración de porqués para que la rosa sea rosa”. Crotto, con pasión y espíritu crítico por igual, se propone acercar algunas herramientas (a poetas y lectores no poetas) que permitan explorar el misterio que hace que estrofa, verso, palabra, fonema, de pronto se transformen en algo más.

Los porqués de la rosa

Autor: Alejandro Crotto

Género: ensayo

Otras obras del autor: Abejas; Qué es el amor; Chesterton; Francisco. Un monólogo dramático; Quiero

Editorial: Mardulce, $ 25.000