Fiscó-Menocó era Fisque Menuco, Pantano Helado en mapuche, uno de los fortines perpetrados en la arrolladora conclusión de la autodenominada Campaña del Desierto. Desde el actual General Roca escribía el teniente Báez en 1880 a Mitre, unos meses después del aplastamiento de los pueblos originarios: “Vivimos casi como los indios, a quienes vigilamos. Aquí nada sabemos de lo que pasa en la patria”, admitiendo temores y desconfianza pese a la victoria militar. A un hombre porteño de “los eslabones más preciosos de las glorias argentinas”, mientras el gaucho Báez se hunde perdido en un espacio exterior, en ese pantano panorámico del Río Negro. Zona estratosférica de fantasmas y pesadillas del nacimiento de la nación, Don Bartolo, Zanja de Alsina, el Martín Fierro, Borges, Valentín Sayhueque, nombres y lugares que son viajes siderales a presencias reales desenterradas por En esa época, de Sergio Bizzio. ¿Puede oírme teniente Báez?
De la pincelada que leyó en una ensayo de Juan José Saer, la chinesca ocurrencia de Adolfo Alsina de construir el colosal zanjón desde el sur de Córdoba a Bahía Blanca que insumió su vida, sus últimas palabras fueron “Namuncurá” en 1877, Bizzio parte a la Patagonia de los fortineros, las cautivas y los indios en malón, reversionando fidedigno un encuentro del tercer tipo. Guionista y dramaturgo en su trayecto literario, el escritor del clásico contemporáneo Rabia (2004), elude las reglas, taxativas en sus otros métiers, y vaga salvaje con un plan que sale mientras narra, a veces de un realismo desaforado como Planet (1998), otras veces de intimismo desbocado en Diez días en Re (2015). En uno de los vuelos abrazados a los aliens, también seres de los márgenes que funcionan dándole voz a quienes no se escucha, los gauchos e indios pulverizados en nuestro pasado, el cacique Maulín recuerda el equívoco del padre que había perdido a su madre pero atisba otra inesperada capa, “ahora, mientras mi madre volvía trayendo en las manos un poncho de lana que había tejido, miré de nuevo a mi padre y fue como si me desintegrara para reintegrarme en su cuerpo y su espíritu, un verdadero “ponerse en el lugar del otro”. Había empezado el deshielo y queríamos verlo.
Literatura, historia y política se combinan en la novela de Bizzio, editada hace veinticinco años y reeditada por cuatro sellos distintos, precursora del gauchopunk, con una originalidad que brilla hueso duro de roer por las diversas direcciones de significación y alegorías. Y bolea un libro pilar de la nacionalidad.
A barrer lo desconocido, al vacío que debía ser llenado de la patria que reclamaba el ignorado teniente Báez, eran las fantasías orientalistas de Sarmiento en el Facundo. Cada uno de los avatares de Sergio Bizzio, como los del sanjuanino que escribía en 1848 en su cápsula chilena, son moldeados por sombras terribles, máquinas teratológicas bien argentinas, que no “tienen antecedentes marcados y conocidos”. “Bueno, vencimos”, suspira el Roca de En esa época asesinando a un solitario indio al galope “comprimido simbólico de la barbarie que debía aniquilar”, en el Facundo del nuevo milenio.
En esa época
Autor: Sergio Bizzio
Género: novela
Otras obras del autor: Perdidos: Rabia; Era el cielo; Chicos; Gravedad; Un lugar precioso; Sabemos lo que pasa por las noches, caracol; El escritor comido; La pirámide; Borgestein; Bongo Fury; Aiwa
Editorial: Interzona, $ 23.900