Una obra de Pierre‑Auguste Renoir, expoliada por los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, fue vendida esta semana en París por más de 300.000 euros luego de ser devuelta a los descendientes de su legítimo dueño.
El cuadro, titulado Laveuse —“Lavandera” en francés—, fue pintado hacia 1916 y mide apenas 30 × 35 cm. En él se advierten tres figuras femeninas trazadas con manchas de color, frente a una superficie acuática, en un estilo que se aparta del Renoir más clásico para acercarse a una sensibilidad casi abstracta.
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Originalmente perteneció al marchante de arte judío Alfred Weinberger, húngaro radicado en París durante los años veinte, cuya colección también incluía otros cinco cuadros de Renoir y una obra de Eugène Delacroix. En 1941, con la ocupación nazi en Francia, sus bienes fueron confiscados por la organización saqueadora del régimen, privando a su familia de un patrimonio cultural y personal.
Tras el fin de la guerra, la obra fue incluida en los registros oficiales de obras saqueadas, pero su rastro se perdió. Durante décadas, “Laveuse” permaneció desaparecida del circuito oficial, su identidad diluida entre cambios de nombres y propietarios sucesivos.
En los años ochenta, la pintura reapareció cuando un coleccionista la adquirió de buena fe en una galería parisina. Aparentemente legítima, contaba con documentación habitual (certificado de autenticidad, licencia de circulación, etc.).
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El hallazgo decisivo se produjo recientemente, durante un inventario sucesorio: el heredero, al revisar los antecedentes de la obra, detectó indicios de su procedencia ilícita. Notificó a la casa de subastas que estaba por venderla —la operación fue suspendida de inmediato— y se iniciaron los trámites para su devolución. Finalmente, "Laveuse" fue restituida a los descendientes de Weinberger.
La subasta: restitución, memoria y valor
Una vez recuperada, la familia decidió confiar nuevamente su venta a la casa de remates Hôtel Drouot. El 5 de diciembre de 2025, en un ambiente cargado de historia, la obra alcanzó €303.312 (gastos incluidos), superando su estimación previa.
La operación fue presentada como un “ejemplo de restitución culminado con un resultado sólido”: la venta no sólo valida el valor artístico de la obra, sino que reconoce su pasado. Para muchos en el mundo del arte, este remate demuestra que la memoria histórica puede rescatarse —y revalorizarse— sin que el mercado pierda vigencia.
Más aún: el caso se inscribe en una tendencia creciente de redescubrimientos de obras saqueadas. Que “Laveuse” recupere su nombre, su historia y su legitimidad es una señal de que todavía hay espacio para justicia, memoria y reparación.
LV / EM