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Los futuros próximos de las bibliotecas públicas

Oráculo y depositario del saber y desarrollo humanos, las bibliotecas se encuentran sometidas a una transformación que reconfigura su rol no sólo en relación con los nuevos paradigmas digitales sino en sus visiones y alcances. Un relevamiento del estado de la cuestión con tres de los principales especialistas en el mundo: Hannelore Vogt, Gillian Daly y Alberto Manguel.

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Oráculo y depositario del saber y desarrollo humanos, las bibliotecas se encuentran sometidas a una transformación que reconfigura su rol no sólo en relación con los nuevos paradigmas digitales sino en sus visiones y alcances. | cedoc

En el libro Historia de las bibliotecas (Ediciones Ampersand, 2015), Frédéric Barbier establece un recorrido sobre las evoluciones de las bibliotecas en Occidente. En relación con el presente, un contexto donde convergen nuevos modos de socialización, redes sociales y un mayor individualismo, la función de la biblioteca en tanto institución y representación tiende a desplazarse. Como institución,  “deberá representar el ideal de una sociedad fundada en el derecho natural, la cual plantea el imperativo de la igualdad”. Ese objetivo impulsa un compromiso mayor en la funcionalidad de la biblioteca: ya no sólo se trata de transferencia de contenidos o de preservación y apropiación del patrimonio colectivo, sino que se posiciona como un espacio de interacción.


Razón de ser

Gillian Daly, una de las responsables de la red que asesora y promueve a más de quinientas bibliotecas en Escocia (SLIC), estuvo de visita en Buenos Aires en marzo, invitada por la Fundación Filba y el British Council. En distintas capacitaciones a bibliotecarios y en una conferencia magistral, trasladó la experiencia de gestión en SLIC, sobre todo en relación con la manera de pensar las bibliotecas públicas en un presente proclive a la evanescencia:

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—Creo que el propósito fundamental de las bibliotecas no ha cambiado. La gente dice que, debido a que vivimos en una era digital, no necesitamos bibliotecas, tenemos Google para encontrar información, tenemos Wikipedia, que sabe todo, pero en realidad en la era digital se ha vuelto más importante entender en qué información se puede confiar. Creo que hay más demanda de servicios de biblioteca y de ese ambiente, sobre todo para el tipo de apoyo que una biblioteca puede ofrecer: el acceso a información confiable, pero también sobre las habilidades del personal de la biblioteca y las comunidades de apoyo.

En sintonía, Alberto Manguel, director de la Biblioteca Nacional (BN), considera que las bibliotecas superviven, en tanto su función no es monógama.

—Una biblioteca almacena todo tipo de documentos y textos, cualquiera sea su soporte: papel o pantalla, material o virtual. Desde los principios del lenguaje escrito hemos preservado nuestras palabras en soportes tan diversos como la arcilla, el caparazón de la tortuga, el bambú, el papiro, la piedra, los nudos de los quipus, el pergamino y el papel. Y una biblioteca debe preservar todo esto en la medida en que logre conseguirlo. Los textos virtuales son tan sólo una parte de nuestro acervo y la tecnología electrónica no es la última de las tecnologías que inventaremos para comunicarnos. Vendrán otras que no imaginamos ahora y a ésas también la biblioteca les reserva un lugar.

La Biblioteca Pública de Colonia (CPL) es pionera, no sólo por sus tempranas innovaciones en relación con el paradigma digital, sino por apostar al fortalecimiento de participación. No sólo ofrece un vasto catálogo, impreso y en e-book, sino que también proporciona asistencia en materia de educación y recreación a la población vernácula –cerca de un millón de habitantes– y a regiones cercanas, entre las que se incluyen otros países, como Luxemburgo o Bélgica. En 2015 fue galardonada como la mejor biblioteca del año. Hannelore Vogt, directora desde 2008, es una referente ineludible en la materia: ha escrito varios textos que aportan una nueva mirada sobre el alcance de las bibliotecas y es consultora en la materia en distintos puntos del planeta.

—La educación en el siglo XXI incluye la alfabetización digital, ya que el uso de nuevas tecnologías y redes sociales es esencial para la plena participación social. Las bibliotecas no son sólo lugares llenos de libros, sino que son vibrantes espacios de experiencia. No son sólo salas de lectura y lugares de silencio, sino lugares para conocer y aprender. Estimulan la acción y el hacer, pero también permiten que uno se tranquilice y se inspire. Un ejemplo interesante de esto proviene de Dinamarca. Se basa en las “Four rooms of change” [teoría del psicólogo sueco Claes F. Janssen]. Las bibliotecas deben seguir las tendencias tecnológicas y sociales y ajustar sus ofertas en consecuencia. La gente ya no quiere ser mera consumidora. Ellos quieren crear, ser activos y probar cosas nuevas. Quieren compartir sus ideas y conocimientos con otros.

Daly coincide en la importancia de las bibliotecas en la construcción de la ciudadanía, sobre todo en relación con las coyunturas político-mediáticas:

—Creo que son importantes para la democracia y creo que muchas de las cuestiones que estamos viendo a nivel mundial, en este momento, apuntan a que las personas están mal informadas sobre las decisiones políticas que están tomando. No sé si sucede lo mismo en Argentina, pero los medios están influyendo negativamente. El presidente Trump sigue tuiteando noticias falsas. Cualquiera puede publicar en un blog, sin antecedentes ni investigación, y puede ser considerado un hecho. Todas las librerías de la red son diferentes, pero estamos tratando de estandarizar los procesos, queremos que sea una experiencia mucho más igualitaria para que todos nuestros ciudadanos tengan acceso a los mismos apoyos para la educación, para el aprendizaje y para todas las otras necesidades a través de la vida.

Uno de los proyectos que desarrolla SLIC es “Every child a member”,  que fomenta la membresía desde niño, ya sea desde el nacimiento mismo o en la escuela. También sucede lo mismo en Colonia, a través del programa Bookbabys:

VOGT: Es importante comenzar con los niños tan pronto como sea posible. Por un lado para inspirarlos a leer, por otro lado las sinapsis para el lenguaje en nuestro cerebro se están desarrollando mejor en los primeros seis años de nuestra vida. Bookbabys es un programa especial para niños pequeños que es perfecto para comenzar el aprendizaje permanente y crea una relación especial con las bibliotecas desde muy temprana edad. Este es un tipo de terapia de biblioteca donde madres con niños de 0-2 años visitan la biblioteca una vez por semana para cantar canciones, decir rimas, bailar y divertirse mucho.

Manguel considera que se trata de una experiencia potencial para llevarse a cabo en la BN:

—Es una divisa excelente que a cada niño, junto al certificado de nacimiento, se le dé una tarjeta de lector para que la noción de identidad no sea sólo la de pertenecer a una determinada nación sino a la comunidad universal de lectores.


De la transacción a la interacción

Capacitaciones para el desarrollo de habilidades, asesoramiento en la confección de currículos, clases de comunicación, sesiones de información sobre salud, inclusiones a personas desprotegidas [ver recuadro], eventos culturales. El listado de las iniciativas que apuntan a la igualdad de oportunidades puede ser exhaustivo.

Según el sitio web de Mep Library, que reúne a miembros parlamentarios de la Unión Europea, en Europa más de cuatro millones y medio de personas acceden por primera vez a internet en una biblioteca pública y cerca de dos millones de usuarios lo hacen usualmente porque es el único espacio que tiene acceso gratuito. En un contexto donde la cifra de analfabetismo en la UE es del 20%, alrededor de un millón y medio de personas se acercan a las bibliotecas para capacitarse y luego aplicar a determinados trabajos. Aunque quizá no tenga el mismo grado de privaciones que otros países, en Escocia un 20% de la población no tiene acceso, fundamentalmente en las comunidades alejadas.

DALLY: queremos asegurarnos de que todo el mundo, sin importar de dónde procedan, tengan la oportunidad, y eso es muy difícil porque los dispositivos digitales suelen ser caros y todo se mueve tan rápidamente. Eso significa que es muy difícil para las personas mantenerse al día, lo mismo para las bibliotecas. Así que estamos muy enfocados en la capacitación de nuestro personal para que podamos estar al día con todas estas nuevas tecnologías.

En Argentina, gran parte de las bibliotecas populares nucleadas en Conabip permite el uso de computadoras en red y tiene clases de apoyo escolar o encuentros con artistas. Para SLIC, uno de los grandes desafíos para llevar adelante una biblioteca es concientizar a aquellos que por pudor –que no sepan leer o necesiten algún tipo de apoyo– no se acercan a la biblioteca.

V: En una era de comunicación digital y redes, se necesitan espacios para que las personas se reúnan y se comuniquen en persona. Junto a la casa y el trabajo, las bibliotecas se están convirtiendo cada vez más en un “tercer lugar” donde esto es posible. La importancia de las bibliotecas como lugares de encuentro es cada vez mayor. Otra distinción es que las bibliotecas, además de ser extremadamente democráticas, son una de las pocas plazas libres del comercio.

La concepción  de Vogt puede tomarse como un reverso o reescritura de  la frase de Nietzsche; en este caso,  donde termina la biblioteca, empieza el mercado. Desde 2013, CPL fomenta la participación interactiva del público mediante el Makerspace, laboratorios de creación y espacios de intercambio donde, por ejemplo, se digitalizan discos o se desarrollan podcasts. La biblioteca se convierte en catalizadora de experiencias creativas. En sintonía, SLIC ha realizado, en los últimos años, el hackatón Future Libraries, en el que distintos equipos de estudiantes, graduados o entrepeneurs, desarrollan innovaciones de productos o servicios para las bibliotecas. Tanto CPL como SLIC ofrecen, como un modo de vincular la participación y el ecosistema digital, infraestructura que va desde iPads, impresoras 3D, anteojos de realidad virtual o cúteres láser.

Las bibliotecas se pliegan a los entornos digitales con una activa participación en las redes sociales. En Escocia, gran parte de las bibliotecas se comunica con sus usuarios a través de Facebook. Daly cuenta que la biblioteca de Orkney, una de las islas del norte, ha recibido varios premios en todo el Reino Unido por la forma en que utilizan Twitter. El perfil @OrkneyLibrary tiene más seguidores que habitantes de la isla. Hace un año, cuando postearon sobre una actividad de su club de lectura, invitaron a J.K. Rowling a que participase del evento. La creadora de Harry Potter dudó, entonces la biblioteca le ofreció que si ella efectivamente los visitaba, llevarían lemon pie. Rowling no suele participar en eventos públicos, pero una ingeniosa conversación en Twitter posibilitó su visita. La BN también tiene una activa participación en @BNMMArgentina, no sólo en relación con la promoción de sus actividades y sus fondos, sino que también visibiliza archivos de otras bibliotecas y los cronogramas de distintas instituciones culturales argentinas. Manguel considera que cada nueva tecnología tiene influencia sobre la literatura:

—Toda tecnología, todo medio que usa las palabras –escritas, orales, iconográficas–, y por lo tanto todos los medios electrónicos, tienen su lugar en la biblioteca. Por ejemplo, a partir de Twitter, no sólo nacen las “verdades alternativas” de Trump sino también la forma poética similar al haiku japonés, determinada por la extensión de un tuit (140 caracteres) que usan varios escritores hoy, por ejemplo Margaret Atwood.


La nube de Babel

Uno de los tópicos relevantes a la hora de pensar las bibliotecas del futuro es cómo llevan a cabo sus políticas de digitalización. Los tres entrevistados coinciden en que desarrollar un plan masivo requiere una cantidad de recursos impensada, incluso podría demorar una centuria [ver recuadro].

V: Para una biblioteca pública, es importante ofrecer acceso móvil a los datos del catálogo, también a través del teléfono móvil, pero no tanto para ofrecer todo el contenido en línea. En Alemania tenemos un proveedor de servicios donde las bibliotecas pueden adquirir libros electrónicos y ofrecerlos a sus clientes. En Colonia, los usuarios de la biblioteca tienen acceso a 40 mil libros electrónicos. El proveedor de servicios está tratando con las editoriales sobre cuestiones de derechos de copia, por lo que no todas las bibliotecas tienen que hacerlo.

No bien asumió, Manguel declaró en algunas entrevistas la necesidad de actualizar el catálogo y llevar adelante un plan de digitalización del acervo. La BN tiene prevista una campaña para pedir donaciones con el fin de adquirir maquinaria para aumentar el ritmo de digitalización.

—Por el momento, estamos digitalizando obras de dominio público, sobre todo los documentos más frágiles, para permitir su consulta. Y el plan incluye, por supuesto, el acceso público. También estamos colaborando con otras bibliotecas nacionales para negociar cuestiones de derechos de autor, para poder proponer a los usuarios un acceso limitado a obras aún en derechos, lo que en casi todo el mundo se llama “fair use” (“uso legítimo o razonable”) de un texto para consulta, investigación, cita, etc.

La figura del uso legítimo no está tipificada en la ley de propiedad intelectual argentina, algo que en otros países está reconocido. Eso habla de la obsolescencia de la legislación local, pero también suscita discusiones a nivel internacional. El programa holandés de desarrollo Public Libraries 2020 ha impulsado una reforma de la ley de copyright, con la necesidad de ciertas excepciones para las bibliotecas que permitan mayor accesibilidad y una circulación transfronteriza de contenidos.

En varias de sus conferencias y apariciones públicas, Robert Darton –historiador del libro y la lectura– se preocupa porque Google lleva digitalizados alrededor de 30 millones de libros, un acervo de treinta bibliotecas, sobre todo porque detrás de eso hay una lógica comercial. Daly cree que Google es un asistente que aún no conocemos, imprevisibile e inmanejable como sus algoritmos.

—La gente necesita ser consciente de que, si bien el servicio es gratuito, su organización es comercial. De todas formas, creo que hay un montón de ejemplos de Google y otras organizaciones que trabajan bien con las bibliotecas, que tratan de apoyar nuestro trabajo y pueden tener un impacto positivo. En las bibliotecas de Glasgow, tenemos una iniciativa llamada Garaje Google. Google estableció un espacio masivo en la biblioteca y ofrece capacitación en habilidades digitales a los usuarios de la biblioteca.

Construir un horizonte colaborativo, accesible e inclusivo es una de las piedras filosofales de las bibliotecas públicas, que piensan a largo plazo, sin perder de vista las activaciones y alcances del presente. Acaso una de las mayores dificultades que atraviesan es la demanda de recursos técnicos y económicos pero, como señala Vogt, a veces puede suplirse con una estrategia creativa que genere pequeños logros.


Dos ejemplos de inclusión

Una de las apuestas que lleva adelante SLIC es el apoyo a las personas que viven con demencia. Por ejemplo, usan distintas colecciones de fotografías antiguas del vecindario para activar distintos recuerdos y que los usuarios gocen de cierto bienestar, dentro de sus posibilidades. También cuentan con accesibilidad para personas ciegas y disminuidas, a través de una cantidad superlativa de audiobooks. En Escocia –según cuenta Daly–, las bibliotecas fueron fundadas bajo el principio de igualdad y oportunidades para todos, entonces su propósito está en la adaptación de la infraestructura a las distintas necesidades. CPL, en cooperación con grupos de voluntarios, ha participado en actividades que integran a los refugiados que tienen el derecho a residencia, desde ofrecerles el lugar para aprender alemán u otros conocimientos hasta generar visitas guiadas a la biblioteca o apoyar proyectos de voluntarios locales. También incluye la posibilidad de apoyo escolar o lecturas multilingües de cuentos para los niños. Fue tal la demanda, que en 2015 inauguraron The Sprachraum, un piso cercano a la biblioteca, con más de cincuenta voluntarios, algunos de ellos también refugiados.


Digitalizar a largo plazo

“Será que el instituto tiene una fuerte influencia prusiana, porque pensamos de acá a cien años”, dice Peter Altekrüger, director de la biblioteca y subdirector del Instituto Ibero-Americano de Berlín. Una vez por año, Altekrüger visita Argentina para comprar distintos materiales e investigar en distintos stands de las provincias en la Feria del Libro: tiene que ver con las extensas colecciones que posee el instituto, que incluyen el archivo del antropólogo Robert Lehmann-Nitsche. Gran conocedor de las librerías porteñas, desde las más conocidas hasta las de los parques, Altekrüger ha puesto el énfasis en la digitalización de la colección completa de la mítica revista Radiolandia y de Tía Vicenta. La motivación es encontrar material relacionado con la cultura popular que no esté disponible online, y que implique una recuperación. Como sucede en muchas instituciones, las ansias por digitalizar se topan con un límite monetario finito. Por lo pronto, la biblioteca del instituto está por inaugurar una nueva locación, especialmente diseñada para la preservación de documentos originales, con las temperaturas y niveles de humedad adecuados para su preservación. El catálogo puede consultarse en www.iaidigital.de.