Una exhibición “Inquisición, antiguos instrumentos de tortura”, traída a la Argentina desde Italia por un grupo de coleccionistas europeos, presenta en una galería privada más de 50 piezas originales, restauraciones y réplicas de instrumentos de tortura utilizados entre los siglos XIII y XVII, ilustrando el oscuro clima que estableció el Tribunal Eclesiástico para inquirir y castigar los delitos contra la fe católica.
Entre esas increíbles piezas cuidadosamente instaladas en dos pisos, se pueden observar el quebranta-rodillas, usado para destruir definitivamente las articulaciones de quienes eran considerados herejes; o el rompe-cráneos, un casco de metal que se colocaba en la cabeza del acusado, con un sistema de presión que primero rompía la mandíbula y gradualmente desintegraba la masa ósea.