CULTURA
destierro y regreso

Cómo se gestó el regreso del exilio de Mercedes Sosa en 1982

El libro de Facundo Arroyo, “Un millón de manos que me aplauden”, recupera ese capítulo de una de las artistas más importantes de Latinoamérica, en el que se cruza la última noche que tocó en 1978 antes de irse, cuando fue detenida con todo su público en La Plata, el impacto que tuvo en un ex combatiente de Malvinas y el uso siniestro de sus canciones en la ESMA.

Mercedes Sosa en el Teatro Ópera 1982.
Mercedes Sosa en el Teatro Ópera 1982. | Gtlza. de Fabián Matus cedidas para el libro "Un millón de manos que me aplauden"

Mercedes Sosa siempre quiso cantar frente al público. La música y la conexión con su audiencia eran su oxígeno, por lo que desoyó las sucesivas amenazas, persecución, prohibición de su música en plena dictadura militar y organizó un recital en La Plata en 1978. Esa noche le prometió a los dueños del Almacén San José que no haría los temas prohibidos. 

“A la altura de ‘Cuando tenga la tierra’ (composición de resistencia de Daniel Toro y Ariel Petrocelli), y ya con las ventanas abiertas por pedido de Mercedes para que la gente de afuera pueda escuchar, cuatro oficiales de civil (es decir, sin uniformes militares) activaron las alarmas de seguimiento y en pocos minutos la zona se militarizó”, relata el libro Un millón de manos que me aplauden, escrita por el periodista Facundo Arroyo editado por Gourmet Musical.

Mercedes Sosa en el Teatro Ópera 1982.
El público que llenó el teatro Opera en el regreso de Mercedes Sosa en 1982

Lo que ocurrió a continuación fue que Mercedes Sosa, sus músicos, su hijo Fabián Mathus y el público pasaron la noche detenidos. Ese episodio convenció a la artista de que debía exiliarse. Su período lejos del país fue triste, extrañaba a su gente y, a fines de 1981, el propio Daniel Grinbank le aseguró que el siguiente año podría regresar a tocar en Argentina. En febrero de 1982 con la dictadura todavía en el poder, poco antes de la guerra de Malvinas, la “Negra” Sosa tocaría en el Teatro Coliseo 13 veces acompañada de músicos queridos, el público que añoraba volver a escucharla y olvidar por unos instantes el aire opresor que se respiraba.

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Aquellos recitales quedaron registrados en un disco doble titulado Mercedes Sosa en Argentina. Entre los músicos invitados a subirse al escenario estaba León Gieco con quien hizo “Sólo le pido a Dios”. “En aquel Ópera, sentí que a la canción le crecían alas”, recordaría León Gieco.

En el rincón completamente opuesto, en el Centro Clandestino de Detención que funcionaba en la ESMA se usaban canciones de Sosa para las sesiones de tortura. Allí “su voz, entre otras, era la que tapaba los gritos de los torturados. Así lo establece el Doctor en Comunicación, músico y ensayista Abel Gilbert en Satifaction en la ESMA: Música y sonido durante la dictadura (1976-1983)”. 

El libro recupera testimonios de quienes vivieron aquel último recital en La Plata antes de que se fuera y de quienes pudieron ser parte de alguno de los míticos shows en el Ópera. Entre estos últimos estaba el músico Martín Raninqueo que pocas semanas después estaría combatiendo a soldados ingleses en las Islas Malvinas.

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“En Malvinas circulaba una revista Siete Días (...) entre los soldados. Había que pasarla para que todos la leyeran. Pero cuando me encontré esta nota de Mercedes y esta de Nito Mestre decidí recortarlas y me las encanuté. Eso era mi vida, por eso ahora están acá, me las traje de vuelta”, le contó el músico a Arroyo a la par que le mostraba los recortes que todavía guardaba. El recuerdo de esa potencia artística le permitía creer en que había algo más allá de la guerra y la dictadura.

Los trece shows en el Teatro Ópera

Entre los invitados que compartieron escenario con Mercedes Sosa en el Teatro Ópera estuvo Charly García, con quien hizo “Cuando ya me empiece a quedar solo”, también participaron Antonio Tarragó Ros, Piero, Raúl Barboza y Ariel Ramírez, entre otros.

El resultado se puede escuchar hoy en el disco, pero el armado fue a las apuradas en un contexto todavía poco seguro, con militares en alerta y con poca posibilidad de ensayo previo.

Rodolfo Mederos recuerda en el libro: “Llegue al Teatro Ópera como para hacer una pasada y a ella ya la estaban maquillando. Con toda esa movida, su bata y demás, la terminé mirando a través del espejo y me dijo ‘Mederito no puedo hacer nada ahora, vamos a tocar Los Mareados’. Apenas le pude preguntar el tono y ni siquiera eso. ‘Creo que es en Mi’, me dijo. Así es como me fui al camarín, me persigné y esperé a que llegara el momento sin previo ensayo. Salió de una manera visceral”.

Este y otros detalles se amontonan en Un millón de manos que me aplauden que se presentan el jueves 2 de mayo a las 20.30 en Niceto Bar (Niceto Vega  5507, CABA). En el evento estará el autor junto a las periodistas Romina Zanellato y Paz Azcárate y tocarán en vivo Delfina Cheb, Maca Mona Mu y Franco Ramírez.

Mercedes Sosa en el Teatro Ópera 1982.

 

Sobre el autor

Facundo Arroyo nació en La Plata en 1985. Es Licenciado y Profesor en Comunicación Social por la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), periodista y docente.

Facundo Arroyo, autor de

Investiga y escribe sobre música en Rolling Stone, Clarín, Revista Acción, Colección La Nación Vinilos y Zona de Obras (España), entre otros medios. También colaboró en Billboard, diario El Día, Infonews y en los portales La Agenda de Buenos Aires y Silencio. Publicó los libros de crónicas Bardo (2012) y Diario de un tripero (2021) y fue editor del diario de rock platense De Garage (2007-2014). Es el productor periodístico de Cafrune, el documental y hace radio en El agujero en la media (FM Universidad de La Plata), Hora Cero (Nacional Folklórica) y en No vayas a la luz (Radio Cantilo).

Desahuciado está el que tiene que marchar

“La pareja de Tito Bernasconi y Liliana Formigo no se puede borrar la imagen de Mercedes Sosa en una pieza incomunicada. Esa foto mental era muy triste, ella lucía desahuciada, todo lo contrario a lo que habían visto hacía unas horas. Estaba sola, sentada en una silla, con una cara tremenda. La astilla de 1978 la pareja la saldó como algunos pocos sobrevivientes de aquella época. Esta es la historia que nos reúne aquí. Volvieron a ver a Mercedes sosa justamente el 18 de febrero de 1982. De hecho, cuando salieron del primer Ópera estaban tan emocionados que sacaron entradas para ir otra vez. Fueron en su auto cuando todavía no estaba la Autopista Buenos Aires - La Plata. Había que volver por Camino Centenario y Calchaquí. Dos horas de viaje. Nada comparado a tres años y cuatro meses -al menos - de exilio”.

CP