El reconocido escritor, periodista, poeta y traductor Jorge Ricardo Aulicino falleció esta madrugada a los 75 años. Aulicino, muy valorado por sus versos y por su destacada versión del clásico de Dante Alighieri, "La Divina Comedia", fue una de las voces más influyentes de la poesía argentina contemporánea y una figura destacada del periodismo cultural.
Su carrera, que abarcó más de cinco décadas, estuvo marcada por la escritura, la edición y la traducción. Aunque aún no hay detalles oficiales sobre las causas de su muerte, la familia había dado a conocer que estaba internado desde hacía varias semanas en una clínica de cuidados paliativos debido a un cáncer.

La vida del también periodista comenzó en Buenos Aires en 1949, aunque pasó su infancia y parte de su adolescencia en Ciudadela, provincia de Buenos Aires. Alguna vez, con su particular visión, dijo que su amor por la poesía se encendió con los libros de la colección Robin Hood, y que sus “dioses” eran los árboles y ese genio de la literatura “que sopla donde quiere, y en los más diversos oficios y escrituras: ciencia, política, religión, periodismo, ensayo, filosofía".
Aulicino desarrolló una carrera muy variada que incluyó la poesía, el ensayo, el periodismo y la traducción. Dejó un vasto legado con la publicación de más de una docena de poemarios, entre los que se destacan títulos como "La línea del coyote", "Mar de Chukotka", "Estación Finlandia" y "Cierta dureza en la sintaxis", que marcaron su estilo y su voz.
Dio un impulso fundamental a la renovación de la literatura argentina, siendo uno de los fundadores de la revista Diario de Poesía en los años ochenta. Al mismo tiempo, como traductor, acercó al público hispanoamericano la obra de grandes poetas italianos como Eugenio Montale, Cesare Pavese y Pier Paolo Pasolini, así como de otros importantes autores como John Keats y Ezra Pound, compartiendo incansablemente la poesía en sus redes sociales.
Periodismo, Humor y Crítica
La creación del blog Otra iglesia es imposible y el uso activo de redes sociales le permitieron difundir obras de autores nacionales e internacionales. Allí también creó el personaje de Cacho Velvedere, que, con un tono sarcástico, reflexionaba sobre los errores de la prensa y el mundo literario, como su condena al uso de la "x inclusiva".
Aulicino también marcó su paso por el periodismo de izquierda, trabajando como cronista en medios como La Calle y La Tarde. A partir de 1979, ingresó al diario Clarín, donde fue editor de arte, cultura y espectáculos, además de subdirector de la revista Ñ. Durante ese tiempo, también colaboró con revistas de poesía como 18 Whiskys y Periódico de Poesía.
Como muchos escritores porteños, Aulicino se formó en el taller literario de Mario Jorge De Lellis. "Aprendí a escribir haciendo periodismo: primero estuvo eso, después la poesía", contó él mismo en 2015 a LA NACION, dejando en claro cómo sus dos grandes pasiones se entrelazaron y marcaron su camino en las letras.
MV/EM