CULTURA
Critica

Ni santa ni loca: barroca

Prado interpela en forma incisiva la capacidad de la poesía para operar como un vector de exploración y transformación. Pero esa forma incide sin desprenderse, quiebra el espacio sin romperlo.

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La poesía de Adélia Prado trabaja en el intersticio donde no se vuelve loca ni santa, porque loca y santa forman parte de la misma matriz. | CEDOC.

Si buscáramos, a medida que leemos, construir un relato sobre la obra de Adélia Prado, llegaríamos a la forma en que la poeta brasileña encuentra en el uso de los saberes cotidianos su constitución y desprendimiento, su resistencia y su cocina (y esto es Sor Juana); y al modo en que busca el movimiento entre géneros para definir su forma política, y esa es también su acción (y esto es Sor Juana y José Martí).

Poesía reunida, una antología bilingüe que recorre la obra de Prado, es el decurso de una de las experiencias más extraordinarias de la poesía latinoamericana, y esa experiencia se constituye como el modo político en que la poesía resuelve el vínculo estratégico entre las palabras y las cosas. Prado interpela en forma incisiva la capacidad de la poesía para operar como un vector de exploración y transformación. Pero esa forma incide sin desprenderse, quiebra el espacio sin romperlo, y en ese movimiento están su razón y su propósito.

La voz en Prado se construye en el límite en el que está a punto de desprenderse de sí misma e ingresa a la tradición para constituirla y subvertirla, pero también para que la tradición y todos sus bienes simbólicos la constituyan y la subviertan. Algo que en esa zona convulsa del lenguaje poético podemos llamar la subversión del género en el género.

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¿No es acaso allí donde leemos, en los poemas iniciales de 1976, a la mujer como especie avergonzada, pero que hace del territorio del poema su zona de afirmación, la zona de sus posesiones, el cuarto propio donde dice “Yo soy”? ¿No es allí, en el primer movimiento, donde esa posición que se afirma en el verbo escribir y cierra el poema le define toda su acción, y entonces abre toda la progresión de la obra de Prado?

El poema es el territorio de afirmación y la poesía es entonces un instrumento de exploración de lo cotidiano, de la materialidad de las cosas, los hábitos, la zona donde los textos de Prado encuentran eso que llaman “lo verdadero”. Y lo verdadero es el desplazamiento de la metafísica por el bastidor y el punto cruz, el momento en que el poema es todo el campo de disputa y resistencia, y entonces el género subvierte al género. ¿Esto qué significa? Que esa primera posición del Yo, que cierra el poema inicial de 1976 y abre todo lo que conocemos como Prado, se inscribe en una tradición que trabaja el ingreso a la tradición para permanecer allí y subvertirla. No escindirse, sino horadarla.

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Adélia Prado. Sus poemas, lúdicos, retratan lo cotidiano con perplejidad y encanto, orientados por su fe cristiana.

Es un mecanismo de tres segmentos: el uso y desplazamiento de la abstracción; el régimen de la liturgia y sus géneros (el salmo), y las voces de lo que llama un linaje sin libros. Los poemas de la especie avergonzada que se mueven por afuera de la metafísica para expandir lo indómito en el ámbito doméstico construyen una voz porque tienen en la voz uno de sus sentidos políticos. Esa posición es la de la voz de una mujer que canta desde una cocina y se adentra en la que dice yo. Esa mujer, en el poema La cantiga, es una voz que se mueve en todas las direcciones y sentidos: hacia el género, hacia la constitución del Yo, hacia la madre y hacia la vida. Todo ese sistema trabaja en esa voz porque esa voz es, además, anterior, y es una fuente. La voz es la fuente del género: “Mi madre me daba el pecho y yo escuchaba, / el oído pegado a la fuente de sus suspiros”.

La avanzada brasileña

La poesía de Adélia Prado trabaja en el intersticio donde no se vuelve loca ni santa, porque loca y santa forman parte de la misma matriz; y en la posibilidad de cambiar de ley y de género para cumplir su propósito, y ese es su arraigo en sor Juana y en Martí. Pero en Prado la poesía va a la poesía, y la subvierte; va al salmo, y lo subvierte. Se trata de la inscripción radical en el linaje de la mujer barroca y es lo que nos lega en Género. ¿No es ese el poema que nos presenta en una fórmula un modo político de inscripción, cuando escribe: “Eu sou de barro e oca/ Eu sou barroca”?

 

 

Poesía reunida

Autora: Adélia Prado
Género: poesía
Otras obras de la autora: Manuscritos de Felipa; El corazón disparado;
Editorial: Griselda García, $ 550
Traducción: José Ioskyn