CULTURA
Asuntos internos

Otra mirada sobre lo nuevo

El debate sobre lo nuevo en las letras continúa y, aunque la discusión parecía nublada, algunas luces comienzan a destellar en el análisis en torno a las diversas producciones. Beatriz Sarlo, por su parte, entrevé una "literatura enográfica del presente" como una de las obsesiones literarias más sobresalientes entre los escritores nóveles.

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Mientras todavía resuena –mientras aún se escribe– la salva de recriminaciones sobre lo que podría haber sido una buena oportunidad para bosquejar un panorama de lo nuevo en la literatura argentina, dos semanas atrás, en el debate organizado por la editorial Interzona en el MALBA, el último número de la revista Punto de Vista (diciembre 2006) trae un ensayo firmado por su directora, Beatriz Sarlo, en el que ese mapa comienza, de alguna manera, a constituirse. El artículo, titulado “Sujetos y tecnologías: la novela después de la historia”, arranca afirmando que, un cuarto de siglo atrás, la novela y la crítica coincidieron en una pregunta fundamental: cómo entendía a la historia la propia ficción. Acto seguido, Sarlo escribe que si bien este interrogante no ha desaparecido del todo, es improbable que la historia pueda ser hoy el eje de la ficción argentina. La ensayista cree ver otras características en la literatura actual: “un desplazamiento hacia fuera de esa historia”.

¿Cuáles son, según Sarlo, las obsesiones de la ficción que se escribe hoy por estas latitudes? La respuesta que encuentra es una: el peso del presente, pero “no como enigma a resolver sino como escenario a representar”. Lo que llama “una novela no interpretativa sino etnográfica”. Así, las interpretaciones del pasado, desvelo de la ficción de la década del 80, habrían sido reemplazadas por “representaciones etnográficas del presente”.

Los nombres “nuevos” que Sarlo pone a circular son los de Romina Paula, Washington Cucurto, Daniel Link, Paula Varsavsky, Alejandro López y Juan Terranova. “Lo que hace que estos libros tengan un aire de familia fuerte con el arte contemporáneo –termina– es su rasgo documental, la forma en que son representativos de temas culturales del presente.” Sarlo se refiere tanto a los registros narrativos que muestra esta nueva literatura –la incorporación casi constitutiva al trabajo textual de los discursos de las nuevas teconologías como el MSN, los mails y los chats– como también los mundos temáticos que aborda: la cumbia, el amor gay finisecular y la influencia cotidiana de los medios masivos de comunicación.

Qué hay de nuevo, convocaba, desde el título, aquella charla en el MALBA. Sarlo esboza sólo una de las respuestas posibles: una literatura etnográfica. Pero de nuevo hay mucho más. Por lo menos, dos antologías aparecidas en el último año: Una terraza propia, de la escritora Florencia Abbate, y La joven guardia –de la que, por pudor, sólo diré que logró generar una de las lecturas críticas más extensas y alucinadas que se recuerden, a cargo de Eduardo Antín (Quintín) y desde la página web Los Trabajos Prácticos (www.bonk.com.ar/tp)-. Hay, también, dos antologías más en preparación, que aparecerán en 2007, donde un grupo de narradores que hoy tiene menos de 35 años trazará su propia cartografía sentimental de la Ciudad de Buenos Aires –cada uno escribió sobre su propio barrio– y, en la otra, abordará las más variadas formas de la sexualidad (onanismo, sadomasoquismo, sexo grupal y derivados).

Será trabajo de los críticos evaluar qué nombres, qué discursos, qué tipo de ficciones surgirán de una generación que viene haciéndose lugar a fuerza de tomar en sus manos el círculo completo del trabajo literario –la escritura pero también la edición, la publicación y la reflexión creativa acerca de esas mismas obras. Sólo resta que los nombres que la preceden se dediquen finalmente –con una voluntad similar a la que exhibe, por ejemplo, Beatriz Sarlo– a leerla y reconocerla.