CULTURA

Paredes que gritan

¿Qué tiene hoy para decir el arte callejero? Fotos. Galería de fotos

La experiencia visual del peatón de Buenos Aires tiene, al menos, tres tonos: la señalética urbana, las expresiones no institucionales y graffiti, stencil, textos callejeros y pintadas.
| Cedoc.

Jitler, la última e inédita novela de Gabriel Báñez, comienza imaginando la existencia cotidiana de Robert Lehmann-Nitsche, antropólogo alemán que trabajó e “investigó” en la Universidad de La Plata. Producto de su trabajo, publicó en Leipzig (1923) Textos eróticos del Río de la Plata. Ensayo lingüístico sobre textos sicalípticos de las regiones del Plata en español popular y lunfardo recogidos, clasificados y analizados por el autor.

Por algún motivo insondable (o tal vez humorístico y vergonzante), el científico firma su trabajo con el seudónimo Víctor Borde (lacanianos, abstenerse). Da cuenta de la publicación Claudia Kozak en Contra la pared, sobre grafitis, pintadas y otras intervenciones urbanas (2004, Libros del Rojas, UBA), excelente resignificación de las expresiones urbanas en la historia de Buenos Aires. Pero antes que Borde, señala Kozak, José María Ramos Mejía publicó en 1904 Los simuladores, el talento en las luchas por la personalidad y la vida, una reflexión sobre la pulsión anónima de expresarse en las paredes.

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La experiencia visual del peatón de Buenos Aires tiene, al menos, tres tonos diferenciados: el que se alimenta con la señalética urbana (semáforos, señales de tránsito, cartelería, gigantografías, etc.), el que llega en las expresiones no institucionales (pegatinas comerciales e informales) y aquellas expresiones que nos interesan, grafiti, stencil, textos callejeros y pintadas. A compleja y para nada simple vista, estas últimas formas son una respuesta a la agresiva sobresaturación que invade el transcurrir humano, ya como laberinto de estímulos, ya como confusión que tiende a desorientar el mismo tránsito del sujeto.

Esto sin contar la elemental atención que se debe tener al tránsito, conformado por una verdadera fauna de desequilibrados mentales acelerados. Ser peatón en Buenos Aires es una vil aventura bélica, en donde la agresividad e histeria ambulantes hace que siga vigente el lúcido Buenos Aires, vida cotidiana y alienación de Juan José Sebreli, publicado en 1964. Y en esa zona es donde el arte callejero intenta una sutura no exenta de riesgos (ver recuadro “Una crew sobre rieles”), o bajo formas de expresión “en vivo”, como es el caso de Tanquestencil (TNQ) y Gerdy, que en una jornada de ocho horas pintaron las paredes del jardín interno de la Galería Meridion (Chile 1331) con la profundidad oceánica del primero y las merluzas gigantes del segundo, incluyendo exposición de cuadros y musicalización.

TNQ, de la vieja guardia, reconoció que aún sale a pintar a la calle: “Es algo irresistible, un ejercicio indispensable para seguir en esto”. Pasión, pero en actitud colectiva. El arte callejero, en todas sus variantes, reúne, agrupa, forma artistas y los lanza a expresiones murales enormes, enlazando estilos de manera asombrosa. Como es el caso de Nerf, cuyos trabajos murales incursionan en las formas de tres dimensiones y que, al coincidir con otros artistas como Teko, Pabo, Shoni y Lynk, dan por resultado un juego hiperrealista deslumbrante.

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