París - Gustave Courbet amaba a las mujeres tal como eran: de carne y sangre y en toda su exuberancia. A las duras críticas y el escándalo que generaban sus "Bañistas" y su "Origen del mundo", un primer plano de un sexo femenino, el artista reaccionaba con sorna.
Courbet (1819-1877) rompió con la convención de la idealización y centró su pintura en la representación naturalista. Bajo el título "Gustave Courbet", el Grand Palais de París dedica al antiguo representante del realismo la primera retrospectiva en treinta años.
Algunas de las 120 obras, entre ellas el magistral desnudo "Femme nue couchée", se exhiben por primera vez en público. La muestra abrió hoy y se extiende hasta el 28 de enero. "La pintura es en esencia un arte concreto. Por eso, sólo puede consistir en la representación de objetos reales y existentes", era el lema de este pintor extraordinario. Ese principio lo aplicó a todos los géneros: desnudo, retrato o pintura histórica. Por eso, fue acusado de querer ensalzar lo feo y vulgar.
Así, las 30 figuras de campesinos de la monumental pintura "Un entierro en Ornans" parecían a los críticos de la época simplemente personajes embrutecidos. La exposición está ordenada por temas y comienza con sus retratos, al principio académidos, sobre todos los autorroretratos del joven artista. Uno de sus autorretratos, "Courbet con perro", fue la primera obra aceptada en el Salón artístico en 1844. Otro autorretrato, titulado "El desesperado", en cambio, ya dejaba ver los primeros indicios de su potente lenguaje visual. Muestra a un joven pintor que se tira desesperado de los cabellos y mira al observador con los ojos muy abiertos.
Courbet estaba muy unido a su pueblo natal Ornans. El artista estudió en París y en parte también vivió en la capital, pero no era un hombre de ciudad. Le gustaba pintar el paisaje de su tierra natal en tonos ricos en contrastes. "El castillo de Ornans" o "El valle de Ornans", prestados por museos estadounidenses, son ejemplos de ello. La exposición presenta a un artista multifacético: Courbet como pintor de paisajes, de escenas de caza de gran formato y de naturalezas muertas de colores brillantes. Sin embargo, lo más destacado de la muestra seguramente son sus sensuales desnudos. El fondo generalmente marrón de los cuadros contrasta con la piel clara y brillante de los cuerpos femeninos, como en el escandaloso "Origen del mundo", que muestra a una mujer desnuda con las piernas abiertas sobre una cama o un sofá. El cuadro, pintado en 1866, no se muestra en público desde hace 120 años.