El Centro de Ciencia de la Comunidad Europea publicó hace poco un informe donde explica: “La inteligencia artificial (IA) se utiliza para generar noticias, componer música, crear obras de arte y producir guiones. Incluso se ha utilizado para obtener inventos técnicos que, si fueron hechos por humanos, podrían ser patentables. Logros recientes en técnicas de IA permiten que las máquinas alcancen un nivel de autonomía que podría hacer trivial la contribución humana en el proceso creativo o inventivo”. Suena una alarma: “proceso creativo”. Los algoritmos son el motor matemático de la IA, y lo creativo se vincula a la imaginación, de la cual el sueño y la pesadilla forman parte del proceso, tal vez como una muestra naturalista de la capacidad del ser humano.
La paradoja entre arte y mercado la planteó la filial de Nueva York de Christie’s en octubre de 2018. En una subasta vendió un cuadro impreso a partir de una imagen generada por IA. Edmond de Belamy es el retrato generado por el colectivo francés Obvius que utilizó un algoritmo desarrollado por Ian Goodfellow, investigador de Google. Vale decir, la IA reconoció las imágenes de retratos de distintas corrientes pictóricas, sus variantes de siglo a siglo, y al comprender las características del retrato generó por sí misma una serie de imágenes que responde a características que el colectivo le adjudicó a cada personaje bajo el árbol genealógico de los supuestos Belamy. La “pintura artificial” fue vendida a 432.500 dólares
ING y Microsoft llevan adelante Next Rembrandt (nextrembrandt.com), y de él obtuvieron un retrato nuevo, con todas las características del maestro. El resultado es una impresión 3D con pinturas UV, capa sobre capa, que emula las pinceladas. Para el proceso de análisis de las fotografías digitales de los retratos se utilizaron varios algoritmos que aprendieron colores, proporciones, características generales (luz, tonos dominantes) y particulares (pelos, distancia entre ojos). A esto agregaron un análisis 3D de las pinturas originales, profundidad y sentido de los trazos, patrones que se aplicaron en la impresión del producto final. Esta IA tendría una aplicación redituable: cualquier millonario o poderoso puede tener su retrato a lo Rembrandt, Kim Jong-un, por ejemplo.
CAN es una red creativa de la Unversidad de Rutgers, Nueva Jersey. El algoritmo está diseñado para producir novedad, algo diferente a los datos que incorporó a la manera de conocimiento del arte del siglo XIX en adelante. El director del proyecto, Ahmed Elgammal, dice: “El algoritmo comprendió que el arte progresa en una cierta trayectoria. Si quiere hacer algo novedoso, no puede retroceder y producir obras figurativas como existían antes del siglo XX. Tiene que avanzar. La red aprendió que encuentra más soluciones cuando tiende a la abstracción: ahí es donde hay espacio para la novedad”. Por “proceso creativo” esta IA entiende lo original, lo que nunca se le ofreció como documento.
Tal vez el corolario creativo sintético sea Aiva, Artificial Intelligence Virtual Artist (www.aiva.ai), primer “artista virtual” en registrar composiciones musicales en la Sociedad de Autores y Compositores de Francia. Aiva puede componer música. Su algoritmo “lee” partituras musicales, tanto clásicas como de cualquier estilo u origen, y de allí genera modelos matemáticos de representación. Con Aiva se puede “componer” música original, es ideal para films, videojuegos, publicidad o cualquier entretenimiento. Ofrece una cuenta gratuita para prueba, además tiene un canal en YouTube con tutoriales de uso y sus resultados.
La paradoja legal que plantea: si el algoritmo crea una pintura 3D, ¿a quién pertenecen los derechos de creación? ¿A su entidad matemática? ¿Al procesador de la computadora? ¿A la nueva entidad humano/algoritmo que produjo el resultado? Esto nos lleva a paradojas oscuras: ¿estamos frente a la llegada de centauros virtuales que nos reemplazarán por siempre? ¿Tal ensamble será humano o tecnológico? ¿O tendrá la dualidad a nivel onda/corpúsculo como en las partículas subatómicas? ¿Soñarán con fenómenos cuánticos?